Si uno sigue los pasos del héroe Hércules, viajero por la península ibérica, se dará cuenta de que está realizando el viaje iniciático por excelencia, el que nos lleva a recorrer todos los rincones de la vieja piel de toro. Pero también es un viaje histórico y político, pues le sirvió a los monarcas de diversas épocas, desde el medievo en adelante, también para delimitar las fronteras de la monarquía hispánica. Desde las columnas famosas de Heracles, de donde no cabía ir más allá, en torno a Gibraltar, se franquearon los pasos al otro lado hasta llegar a las Américas. Pero antes de eso el fin del mundo quedaba más hacia el norte, en el brumoso fin de la tierra en Galicia: los pasos de Hércules, en tercer lugar, se pueden seguir también en un viaje veraniego por la anhelada costa gallega, lugar de descanso para tantos –cada vez más– en los momentos de la canícula. Esta senda hercúlea va marcando los desarrollos de una mitología muy ligada a la historia de nuestro país. Hoy toca acercarnos, pues, al mundo del Finis Terrae, allí donde los pueblos prerromanos habían puesto el altar final de un camino que sin duda era más antiguo y que conducía al punto donde dan la vuelta los vientos y se hunde el sol en el mar del ocaso. Tal era la vieja Iberia o Hesperia, país del Poniente, reino del Ocaso, paso al Más Allá.
Todo esto era lo que anhelaba Hércules y se encuentra para muchas fuentes en Galicia, bien simbolizada por la majestuosa torre romana, llamada de Hércules, que aparece enseñoreándose del extremo noroeste de España y que muchos también aproximaban al mito celta de Breogán. Sabemos que los celtas históricos se asentaron en el primer milenio antes de la era común en el occidente de Europa, y que en España su sede principal estuvo en torno al Moncayo, pero las mistificaciones medievales y tardías, hasta llegar al romanticismo, hicieron de Galicia un reino celta. Marcado por el camino de Santiago y por el mito del Grial, que ondea en la bandera gallega con una sagrada forma que como el sol se hunde en el océano, antes del medievo cristiano fue un mundo simbólico no muy diferente.
Recorramos otro camino de Santiago antes de Santiago, esta vez desde el sur, desde la frontera con Portugal, hasta la Torre de Hércules. Podemos ir de promontorio a promontorio, de la ínclita Bayona, con su magnífico castillo en una península impresionante –hoy parador– hasta Coruña, la antigua Brigantia. Pasaremos por todas las Rías Bajas, desde las playas acogedoras en la provincia de Pontevedra a las más abruptas costas del norte. allí hay que recordar el mito de Breogán, caudillo celta mencionado en el actual himno gallego, que habría conquistado la antigua España y refundado Brigantia, para construir su famosa torre. Pero la titularidad de esta es compartida con Hércules, que también habría fundado la ciudad del extremo noroeste: hay una relación curiosa entre ambos héroes, el griego de toda España y el céltico de Galicia –que se superpone, por supuesto, con el cristiano Santiago, otro caudillo mítico de ambas–: se dice pues que la ciudad había sido fundada por Heracles, que habría dejado allí a un hijo o sobrino de nombre Espán o Hispán, obviamente héroe epónimo de las Españas.
La torre la habría edificado sobre el cráneo de un terrible gigante –acaso el Gerión de los trabajos de Hércules– al que en su día diera muerte del gran Heracles. Espán puso entonces en ella un espejo mágico que avisaba sobre los peligros que se avecinaban para España. Su protección mágica duró un tiempo pero, ay, llegó la inexorable decadencia –otro tema de la narrativa mítica muy ligado a nuestro país– y llegó uno de los muchos pueblos invasores, esta vez los celtas de Irlanda, comandado por Brath, padre de Breogán, para refugiarse ahí. Esto lo cuenta una crónica mítica del siglo XI, el Libro de las invasiones de Irlanda, que repasa los pueblos mitológicos que habitaron la isla: parece que los actuales irlandeses descienden de ese país de Breogán, que floreció en la esquina noroeste de España, un tema recuperado en el Romanticismo como motivo folclórico y nacionalista. Hércules y Breogán se dan la mano en la Torre que comparten en Coruña. Una excusa más para visitarla de la mano del mito.