Imagen: EFE
La Vanguardia decidió suspender sus actividades en X, argumentando que la red social se ha convertido en un espacio tóxico, dominado por desinformación y teorías conspirativas. La decisión, similar a la adoptada por The Guardian en el Reino Unido, pone de manifiesto el descontento de los medios con la plataforma. “Es evidente que X no les funcionaba. Tenían 1,4 millones de seguidores, pero muchos mensajes apenas llegaban a ocho retuits”, señala Ofelia Tejerina, presidenta de la Asociación de Internautas.
Marta Peirano, autora de El enemigo conoce el sistema, añade que las modificaciones en el algoritmo de X, implementadas por Elon Musk, han perjudicado la visibilidad de ciertos medios y usuarios. “Se trata de un shadowbanning masivo que ha favorecido cuentas de ultraderecha y reducido la presencia de periodistas”, asegura.
Elon Musk, los cambios en X y su impacto en el periodismo
Desde la llegada de Musk, X ha cambiado drásticamente su dinámica. Según Carlos Guadián, analista de redes sociales, la plataforma se ha convertido en una “barra libre” sin moderación efectiva. “El trol es el rey, y no hay nada que lo frene. Antes, aunque imperfecto, Twitter intentaba poner barreras”, apunta.
El estilo de gestión de Musk, centrado en la rentabilidad y el control personal, contrasta con el enfoque más idealista de Jack Dorsey, el fundador original. Tejerina lo resume así: “A Musk le interesa la libertad en la medida en que genera beneficios, pero algo en X no está bien gestionado. La falta de herramientas para combatir la desinformación y el acoso es preocupante”.
Un espacio en decadencia, pero sin alternativas claras
El éxodo de medios y figuras públicas, como Ada Colau o Jaume Collboni, refleja la creciente insatisfacción con X. Sin embargo, el problema de fondo es que no existe un reemplazo claro para la función que desempeñaba Twitter como ágora de discusión pública. “X es como una discoteca que huele mal: todos quieren irse, pero no saben a dónde”, ironiza Peirano.
La decisión de La Vanguardia de abandonar la plataforma también responde a razones estratégicas. “X no les genera tráfico ni debate, y se ha vuelto un medio desagradable”, señala Guadián. No obstante, algunos cuestionan si los medios deben retirarse o asumir un papel activo para combatir la desinformación desde dentro. “Deberían aprender el algoritmo, posicionarse y ser un referente de información fiable en X”, opina Tejerina.
La nostalgia de lo que fue Twitter y las lecciones pendientes
Carlos Sánchez Almeida, abogado y activista en redes, reflexiona sobre la transformación de Twitter en X. “Twitter era un lugar donde se podía hacer la revolución. Bastaba con coordinar mensajes para ocupar la agenda pública. Pero los radicales y los medios se apoderaron del debate. Ahora es un espacio donde las consecuencias son reales: acoso escolar, linchamientos, suicidios. Dejé Facebook en 2010 por esto, y ahora he hecho lo mismo con X”.
A pesar de todo, Almeida considera que ciertos perfiles deberían permanecer. “En el arte de la guerra, Sun Tzu dice que solo los espías deben combatir en el terreno del enemigo. Si Trump y Musk consolidan su poder, quienes supervisan a las élites deben quedarse para dar la batalla”, concluye.