Hércules

Registrarse

|

Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

|

15 Ene 2025
15 Ene 2025
EN VIVO

Hércules contra el río

Hay un episodio en la aventura de Hércules, que marcará para siempre el final de sus peripecias y lo acerca a su apoteosis por el amor, los celos y la venganza. Este final, tan esperado, en cierto modo culmina su periplo por nuestro mundo en pos del cruce a la esfera de los dioses, donde quedará para siempre divinizado. Hay quien ha dicho que Hércules es una especie de arquetipo de la experiencia humana cuando va hacia lo sobrenatural, en ese característico anhelo de transcendencia. Hércules sería el ser humano en el afán de superarse a sí mismo y cruzar los estrechos límites que nos impone la condición efímera de la mortalidad. Pero esta es una interpretación quizá demasiado espiritual, que puede no interesar a una gran parte de los lectores. En todo caso, es tan antigua como los filósofos de la llamada primera sofística, que ya cultivaron el simbolismo ético de Heracles, y luego fue retomada con gran interés por los exégetas cristianos. El caso es que el inicio de esta aventura se encuentra en el amor: y no es un amor cualquiera, sino el amor supremo y definitivo de Hércules por una mujer problemática que, a la postre, causará su perdición y deificación a la par. Esplendor y miseria en el camino del héroe, amor y muerte.

Esta mujer es Deyanira, que nos es conocida por diversas fuentes, como Sófocles. En paralelo al Sansón de la Biblia, también Hércules encuentra su punto débil en su esposa. Pero esta vez no es Megara, su primera y desafortunada mujer, con tan malhadada prole, que perece en el famoso episodio de la locura homicida de Hércules, inspirada por Hera. Sino que ahora, en el caso de Deyanira, hay una princesa a la que el héroe salva de una situación comprometida, al verse asediada por los intentos de rapto de un peligroso pretendiente. Y a la postre ese amor será envenenado por los celos.

El mito está referido en diversas fuentes literarias pero prefiero centrarme ahora en un segundo autor de descripciones de obras de arte. Si la semana pasada hablábamos de Filóstrato el Viejo vamos a evocar brevemente la descripción de una pintura que retrata la lucha de Hércules y el dios río Aqueloo que describe Filóstrato el Joven, también de familia lemnia y ejercicio ateniense, y que seguramente estaba emparentado de alguna manera con el primer Filóstrato (quiere la tradición que fuera su tío o abuelo). En el capítulo IV de las Imágenes del Filóstrato joven se dedica atención a una pintura que refiere en varias etapas como el dios río Aqueloo, transformado en un ser sobrenatural con cuernos de toro –como podían hacer solo los dioses de los ríos, y acaso también Dioniso–, se enfrenta al joven Heracles con su clava en las manos. En el trasfondo la disputa por Deyanira.

Aqueloo es el nombre que se daba al mayor río de Grecia, en Etolia, que es hoy llamado Aspropótamo. Se creía que era hijo de Océano y Tetis, pareja cosmogónica en Hesíodo, supuestamente el primogénito de los tres mil ríos divinos que nacieron de esa pareja primordial. Otras leyendas dicen que fue hijo del Sol o del dios del mar, Poseidón. En todo caso, era famoso por sus amores no siempre bien avenidos. Parece que con la Musa Melpómene habría engendrado a las Sirenas, por ejemplo.

Pero la leyenda que nos ocupa afirma que pretendía la mano de Deyanira, hija de Eneo, el rey de la ciudad de Calidón. El río se transformó en toro y en serpiente para seducir por la fuerza a la princesa y mientras tanto Hércules se presentó en la corte del rey y pidió su mano pacíficamente, lo que Deyanira aceptó al punto. Por eso ambos hubieron de disputar un combate nupcial: uno  se transformó en todos los seres posibles y otro usó toda su legendaria fuerza. Finalmente, convertido en toro, Hércules le arrancó uno de sus cuernos y lo derrotó. Aqueloo aceptó el resultado pero a cambio quiso un cuerno sustitutivo y recibió el de la cabra Amaltea, el famoso Cuerno de la Abundancia.

Hoy hemos perdido la pintura a la que se refiere Filóstrato en sus Imágenes. En ella se retrataba al triste rey Eneo, preocupado por ese futuro yerno salvaje, y a la princesa desesperada. De Hércules se muestra cómo este incidente le sucedió en el camino y cómo triunfó finalmente: el toro, en realidad el dios-río, embiste a Heracles y éste le arranca el cuerno derecho con su mano izquierda, ofreciéndoselo a Deyanira como regalo de bodas. Sabemos que fueron unas bodas, desafortunadas sobremanera, como se verá en otras obras posteriores de la literatura antigua como las Traquinias de Sófocles, pero eso será objeto de atención más adelante.

Comparte la nota

Deja un comentario

Noticias relacionadas

Una charla con amigos sobre el amor y Brujería de Gonzalo Torné

La novela de Torné casi puede augurarse como un documento histórico que registra el amor...

La primera gran mujer del Hércules

No hay más noticias
Scroll al inicio

Secciones

Secciones