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12 Dic 2024
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El pueblo kurdo ante el nuevo poder en Siria

El pueblo kurdo supone un dolor de cabeza para Turquía desde hace décadas. El apoyo de Erdogan a algunas de las facciones insurgentes en Siria plantea una seria amenaza para esta minoría étnica
Pueblo kurdo

Imagen: Pueblo kurdo-AFP

El pueblo kurdo es la minoría étnica sin Estado propio más importante de Oriente Medio. Se estima que su población oscila entre los 25 y 35 millones de personas, que viven en una región montañosa, el Kurdistán, cuyo territorio está repartido entre cuatro países: Turquía, Irak, Irán y Siria, y un pequeño enclave en Armenia.

Es un pueblo unido por una lengua propia y una cultura milenaria. La mayoría de los kurdos son musulmanes sunitas, pero muchos siguen otras religiones y creencias. Desde principios del siglo XX muchos kurdos sueñan con el reconocimiento del Kurdistán como nación propia.

Los kurdos en Siria: la región autónoma de Rojava

El 17 de marzo de 2016, las diferentes facciones kurdas de Siria anunciaron el establecimiento de una región federal autónoma en el noreste de Siria. La autodenominada región autónoma kurda de Rojava, en el noreste de Siria, consta de tres cantones: Jazireh, Kobani y Afrin.

Sin embargo, mientras que Kobani y Yazireh, en el centro y este, se encuentran unidos; Afrin, localizado al noroeste, se encuentra aislado. Desde el punto de vista político, el Movimiento por una Sociedad Democrática (TEVDEM) emerge como el líder de las estructuras de gobierno kurdas establecidas en el norte de Siria. El TEV-TEM es una coalición de partidos y grupos sirio-kurdos dominada por el Partido de Unión Democrática (PYD), grupo con importantes lazos y relaciones con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). El objetivo político del TEVDEM sería alcanzar una amplia autonomía, en forma de región federal autónoma, capaz de autogobernarse.

Para los kurdos de Siria, conseguir una Rojava autónoma es fundamental, y desde el inicio de la guerra en Siria han estado luchando por este objetivo. En este sentido, han logrado dos hitos fundamentales: por un lado, el beneplácito del régimen de Al Assad; y, por otro, el apoyo militar de Estados Unidos.

En cuanto a la permisividad del régimen sirio, cabe recordar que, al estallar el conflicto en Siria, las provincias de mayoría kurda permanecieron ajenas a los enfrentamientos. El hecho de que al-Assad les diera la nacionalidad siria y les otorgara ciertas dosis de autonomía ocasionó que estos tomaran partido por el régimen. De este modo, el PYD se acercó al régimen de Damasco proporcionándole ayuda militar contra el ISIS y los rebeldes sirios, obteniendo a cambio capacidad para controlar por sí solos los enclaves kurdos del norte de Siria.

En cuanto al apoyo militar de Estados Unidos, en 2015 se fundan las Syrian Democratic Forces (SDF), grupo armado formado en un 90% por las fuerzas de los Comités de Protección del Pueblo (YPG), brazo armado del PYD, y otras milicias cristianas, árabes y asirias con el propósito de conseguir una Siria secular, democrática y federal. Desde entonces, las SDF se han convertido en un bastión en la lucha contra el terrorismo islámico en la zona. Por ello han recibido el apoyo logístico y armamentístico estadounidense, porque les considera la única fuerza con capacidad para derrotar al yihadismo en suelo sirio.

En este sentido, después de que Estados Unidos tratara de apoyarse en otras milicias locales para combatir al ISIS, ha reconocido que las YPG eran las únicas que habían podido hacerlo: «La decisión de Washington de apoyar a los kurdos con entrenamiento y equipos militares dio sus frutos. Demostraron ser tanto fiables como capaces y el desmantelamiento del califato de Estado Islámico en Siria se debe en gran medida a sus esfuerzos», explica Jonathan Marcus, experto en seguridad de la BBC.

Las autoridades de Rojava no han expresado su deseo explícito de proclamar la independencia. El artículo duodécimo de la Carta del enclave aboga por una fórmula autonómica dentro de una Siria democrática y descentralizada. En un principio, el objetivo principal era defender a la población frente a amenazas externas, representadas en primer lugar por los grupos yihadistas y, con el tiempo, las maniobras turcas para evitar un enclave autónomo kurdo.

Turquía y el pueblo kurdo

Las hostilidades entre Turquía y el pueblo kurdo se remontan a la década de los 20 del siglo pasado. En 1923 se firmó el Tratado de Lausana (Suiza), que estableció las fronteras de la Turquía moderna, y en el que no se consideró la formación de un Estado kurdo. Desde entonces cualquier aspiración de lograr un Estado propio es considerada por Turquía como una amenaza a su integridad territorial.

No obstante, los kurdos representan entre un 15 y un 20% de la población que reside en territorio turco. El pueblo kurdo ha denunciado siempre el trato discriminatorio por parte de las autoridades turcas. Entre 1920 y 1930, muchos kurdos fueron trasladados a otras partes del país y las autoridades tomaron medidas restrictivas, como la prohibición de nombres kurdos o la restricción del uso del idioma kurdo, negando así la existencia de una identidad étnica kurda.

En 1978, el político Abdullah Ocalan fundó el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), partido que inicialmente militaba por un Estado kurdo independiente de Turquía: seis años después, el grupo comenzó una lucha armada. Desde entonces, más de 40.000 personas han sido asesinadas y cientos de miles desplazadas de sus hogares. Para el régimen turco, el PKK es considerado una organización terrorista.

El objetivo del PKK, como hemos mencionado, ha sido desde su creación la conformación de un Estado kurdo independiente, pero desde la década de los 90 estas aspiraciones se fueron relajando, limitándose a demandar más derechos culturales y políticos, aunque la lucha armada no terminó.

En 2013, el PKK pactó un alto al fuego con el gobierno, que fracasó después de que los atentados suicidas atribuidos a Estado Islámico en 2015 mataran a 33 jóvenes en la ciudad kurda de Suruc, cerca de la frontera con Siria. El PKK acusó al gobierno turco de complicidad y decidió atacar en respuesta a soldados y policías turcos. Desde entonces, Turquía ha llevado a cabo una denominada «guerra sincronizada contra el terrorismo» contra el PKK y Estado Islámico.

Los intereses turcos en el Kurdistán sirio

Los líderes kurdos de Rojava han tratado de usar el conflicto en Siria en beneficio de sus objetivos políticos y son conscientes que las SDF poseen un valor indispensable como aliado de los Estados Unidos en su lucha contra el Estado Islámico. Rojava se sitúa en el centro del tablero en un juego que controlan las grandes potencias de la región: Estados Unidos, Rusia, Turquía e Irán.

La consolidación de la autonomía kurda en Rojava despertaría la ira de Turquía, que ya dejó muy claro que no iba a permitir que los cantones kurdos se conectasen entre Jaralabus y Azaz. Sus razones eran fundamentalmente dos: 1) no podía tolerar que toda su frontera sur con Siria estuviera controlada por kurdos aliados del PKK; y 2) tal movimiento cortaría la única vía de suministro que poseían los grupos rebeldes opositores a al-Assad en la zona de Alepo, que han sido apoyados por Turquía.

Esta idea se reflejó en 2019, cuando el Ejército turco intervino en la franja fronteriza kurda y expulsó al grueso de las milicias armadas kurdas de enclaves destacados como Tel Abyad o el propio Kobani, aunque ello, no obstante, no significó el fin de Rojava.

Los kurdos ante el nuevo poder sirio

Durante los primeros días de la ofensiva del HTS y las milicias proturcas reunidas bajo el nombre de Ejército Nacional Sirio (SNA), las milicias kurdas YPG al norte de Alepo se situaron en el bando de Assad, pues los otros eran sus enemigos de siempre, los herederos de Al Qaeda y el Estado Islámico.

Es muy probable que en las filas de HTS haya combatientes que en 2014 participaron en el asedio a Kobani, reprimido por el YPG tras meses de combates. Y en el SNA hay muchos que en 2018 participaron en la conquista de Afrín, derrotando al YPG tras un mes de combates.

Por todo ello resulta impredecible cuál será la situación de los kurdos ante el nuevo poder instituido en Siria. Hakan Fidan, el ministro de Exteriores turco, afirmó que en Siria hay “partidos kurdos muy legítimos” y que todos “deben vivir en paz”, pero entre estos partidos no está YPG, que está calificado por Ankara como un grupo terrorista debido a sus vínculos con el PKK.

Y, en este proceso de transición, Turquía tiene mucha influencia. No sólo porque durante años haya proporcionado protección y armamento a HTS en la región de Idlib, sino porque Turquía es un actor geopolítico tan potente que llevarse bien es una cuestión de supervivencia para cualquier Gobierno que surja en Damasco y necesite reactivar la economía, pues es difícil impulsar la reconstrucción sin una fluida comunicación comercial con Turquía, sus empresas, sus recursos, su enorme potencial de comercio bilateral.

No obstante, no será tan sencillo para Erdogan imponer un veto al YPG, pues, aunque representa a menos del 10% de la población, domina la quinta parte del territorio, incluidos los principales yacimientos petrolíferos en el este y noreste de Siria.

Otras minorías étnicas en peligro: los cristianos

HTS, grupo islamista que hegemonizaba la oposición al régimen de Al-Assad y que controlaba la región de Idlib, imponía ciertas reglas a los cristianos de la región, como la prohibición a sus líderes de llevar ropa que los identificase como tales. Además, las cruces fueron retiradas de las iglesias.

Sin embargo, hasta el momento, no hay declaraciones de líderes de HTS que hagan temer a los cristianos. Ahmed al-Sharaa, uno de los líderes del grupo, declaró a CNN que “nadie tiene el derecho de eliminar a otro grupo”, en referencia a los distintos grupos étnicos que componen el país, incluidos los cristianos. Por tanto, la palabra que se repite entre los cristianos es la de incertidumbre.

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