Las escuelas que enseñan islam en Europa han sido objeto de creciente preocupación y escrutinio en los últimos años. En medio de acusaciones de promoción de ideologías extremistas y prácticas educativas cuestionables, estas instituciones han sido criticadas por su falta de transparencia y regulación adecuada.
Desde Alemania hasta el Reino Unido, las escuelas islámicas han sido acusadas de propagar un mensaje de intolerancia y radicalización entre sus estudiantes. Destaca, por ejemplo, el libro de educación sexual ‘¡Ayuda! Estoy creciendo’, creado por una holandesa conversa al islam, Asma Claassen y respaldado por la Organización de Juntas Escolares Islámicas (ISBO), en el cual se presentaban contenidos intolerantes, machistas y homófobos como forma de educar a los niños y niñas musulmanes. Informes alarmantes han surgido sobre la influencia de estas instituciones en la formación de la identidad de los jóvenes musulmanes, con casos documentados de adoctrinamiento y apología del extremismo violento.
En el Reino Unido, donde viven 3,9 millones de musulmanes y un total de 177 escuelas de fe islámica en Inglaterra, 148 de las cuales son privadas y otras 29 reciben fondos públicos. Estas madrasas han sido señaladas como puntos calientes de radicalización, donde los jóvenes son expuestos a discursos de odio y propaganda extremista. A pesar de los llamados a una mayor supervisión y regulación, muchas de estas instituciones operan en un vacío legal, lo que plantea serias preguntas sobre la seguridad y el bienestar de los estudiantes que son enseñados la ley musulmana, la sharía.
El caso francés
Por su parte, en Francia desde marzo de 2004, cuando se aprobó una ley que prohíbe en escuelas y liceos públicos los vestidos o signos con los que los alumnos «manifiestan de forma ostensible una pertenencia religiosa», se multiplicaron las entidades educativas privadas de carácter islámico. Estas, como en gran parte del continente, se han convertido en focos de controversia en medio del debate sobre la laicidad y la integración.
Con la prohibición de símbolos religiosos en las escuelas públicas, estas instituciones privadas han surgido como alternativas para los musulmanes franceses. Sin embargo, los críticos sostienen que estas escuelas socavan los valores republicanos y fomentan la segregación religiosa en la sociedad francesa.
En toda Europa, las escuelas que enseñan islam son vistas como una amenaza para la cohesión social y la seguridad nacional. Con la creciente preocupación por el extremismo y el terrorismo, la necesidad de abordar el papel de estas instituciones en la radicalización de los jóvenes musulmanes se ha vuelto más urgente que nunca, ya que plantean serias preguntas sobre la compatibilidad de los valores y principios en los que se basa la educación en el continente, por el otro lado, sus defensores plantean que, sin ellas, no es posible que la población musulmana sea educada en sus valores y que, por tanto, se sienta no representada, excluida, de la sociedad.
