Cartel promocional Hostiles (2017)
-Esta crítica ha sido ofrecida por nuestro lector Gabriel Lozano Cansino, de Córdoba.-
Hostiles, dirigida por Scott Cooper, es un western que se adentra en las complejidades del alma humana de unos personajes marcados, torturados y condicionados por la violencia. Una película de la que no tuvimos noticias cuando se estrenó y que está sepultada en un catálogo de una de esas plataformas de series y películas
Christian Bale, Rosamund Pike y Wes Studi, son la tríada protagonista de una película que no alcanzó en el año de su estreno ni la fama, ni el reconocimiento que merece por sus más que sobrados méritos artísticos. Estamos hablando de un filme de los grandes, una producción que ofrece una historia que no transita por los caminos trillados del cine actual que convierten al espectador en un consumidor de imágenes que crean dopamina. Es una obra que lleva, en una de sus capas, a la reflexión profunda sobre un periodo histórico y la relación del hombre blanco, en este caso anglosajón, con los nativos americanos. Ya habíamos visto reflejada esta temática, por ejemplo, en las célebres “Un Hombre LLamado Caballo” o “Bailando con Lobos” pero la película de Cooper hace una descarnada visión de una violencia que parece envolver todo un mundo, toda una tierra, sin posibilidad aparente de redención.
La historia sigue al Capitán Joseph Blocker, un veterano del ejército estadounidense, conocido por su implacable odio hacia los nativos americanos. A regañadientes, acepta la misión de escoltar al jefe cheyenne moribundo, Halcón Amarillo, y su familia desde un fuerte en Nuevo México hasta su hogar ancestral en Montana. A lo largo de su viaje, que en cierta manera también es el camino del héroe, se enfrentan a numerosos peligros que obligan a los personajes a confrontar sus prejuicios y traumas personales. Christian Bale ofrece una interpretación magistral como el atormentado Capitán Blocker, Rosamund Pike, en el papel de Rosalee Quaid, una mujer que ha perdido a su familia en un ataque Comanche, aporta una emotividad cruda y desgarradora a la película y Wes Studi, como Halcón Amarillo, da una actuación estoica y digna, que captura la sabiduría de su personaje.
Scott Cooper maneja la narrativa con un ritmo deliberadamente lento y pausado que permite a los espectadores sumergirse en la psicología de los personajes y en la brutalidad del entorno. La cinematografía de Masanobu Takayanagi es esencial para el tono del filme capturando la vastedad y la belleza desoladora del paisaje. Los planos abiertos y las tomas detalladas subrayan tanto la inmensidad del viaje como la soledad y el peligro que lo acompañan.
Hostiles creemos ha sido una película que se ha entendido poco y mal. La crítica ha subrayado que es una historia que examina el racismo y la violencia inherente al proceso de colonización. Sin embargo, teniendo elementos de esas cuestiones que están presentes en la agenda política estadounidense, y por lo que ha sido también vituperada por racista y equidistante, cuando trata de mostrar como los dos bandos han ocasionado a través del odio y la violencia, dolor y barbarie. Olvidando esos tachadores buenistas, a la par que censores, intentaron parar su distribución comercial, enemigos, ellos sí, de la realidad que la guerra produce monstruos, y que en las trincheras no hay ni buenos ni malos, solo hombres.
Pero la película va más allá de ensalzar las virtudes del buen salvaje, o de denostar el principio “sagrado” del destino manifiesto. No es esa su razón, tiene capas más profundas, por mucho que al urbanita neoyorkino le hubiera gustado un guion de trazos gruesos para ejemplificar en el siglo XXI todo una sonrojante ideología deshumanizadora. Porque la gran aportación del filme es su humanidad, una humanidad si se quiere heredera de un Ford, estamos hablando de cine, que aparece más sombría y casi siempre desperanzada que en el imaginario fordiano, pero que su director nos muestra una y otra vez con personajes coherentes en sus odios. No es Blocker un racista, es un soldado que hace su trabajo, sin un objetivo honorable, no es baladí que durante todo el metraje se nos muestre al capitán del ejército leyendo una y otra vez a Cesar.
Hostiles es una obra poderosa en tanto en cuanto nos habla de un soldado, de un guerrero que no perdona a la otredad que son los indios, pero que tampoco se perdona a sí mismo por estar todos involucrados en una espiral de violencia cuya única razón es la anulación y exterminio del oponente. En el viaje de parajes, más que de carretera, en que se ve envuelto Blocker podrá verse en varios de sus otros yo; en el psicópata asesino que pudiera haber sido, o en el suicida destrozado por sus recuerdos, mas el capitán, el soldado, todavía se aferra a su esencia para buscar una salida.
Al final como toda buena historia de hombres de la frontera, y no nos referimos a la geografía, el escape que alcanzará nuestro protagonista para poder mirarse a la cara será una redención, también violenta, no podía ser de otra manera en un hombre que ha visto a la muerte y a la crueldad a los ojos tantas veces, pero sujeta esta vez a un noble y salvífico propósito.