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13 May 2024
13 May 2024
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Cuidado con tus plegarias

La caída en desgracia de Capote fue causada por ver demasiado de la sociedad en la que vivía

Uno debe saber guardarse de sus propias plegarias, en caso de que las tenga. Quizás sea algo en lo que nunca se hace demasiado hincapié pero, como suele decirse, ten cuidado con lo que deseas porque puede acabar convertido en realidad. Es lo mismo que escribió Teresa de Ávila: “Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas”; y es que cualquiera se atreve a refutar a toda una santa.

Aunque cabe imaginar algo aún peor que las plegarias cumplidas: la existencia de un azar que lo domina todo de forma arbitraria, pero careciendo de cualquier voluntad definida. Entonces no debemos guardarnos de una deidad capaz de cumplir lo que le pedimos, sino de una contingencia en la que chapotea la totalidad de lo existente y que se mueve, ciega, sin ningún tipo de dirección, y que por lo tanto también nos puede destruir de un plumazo sin apenas inmutarse.

Truman Capote sabía bien de lo que hablamos aquí; y es que la ironía trágica estuvo muy presente en la parte final de su vida, como prueba el documental The Capote Tapes, disponible en Filmin, donde se narran los entresijos que planean sobre su obra póstuma, la novela de no-ficción Plegarias atendidas.

Capote firmó el 5 de enero de 1966, apenas unos meses antes de finalizar el trabajo que constituirá su obra maestra, la ya celebérrima A sangre fría, un contrato con la editorial Random House, medio pago de un cuantioso adelanto, para mejor escribir su particular versión de la recherche proustiana donde, además de rememorar el tiempo perdido, también deslizaría algunas maldades sobre la “izquierda exquisita”, esa Gauche Divine de la que también habló en algún momento su colega Tom Wolfe.4

Los últimos capítulos

En 1975 la muy difundida revista Esquire publicó los tres y trágicamente últimos capítulos de lo que formaría parte del susodicho libro, donde se desgranaba en un estilo cómico acerado y mordaz las extrañas costumbres de familias tan poderosas como el clan Rockefeller o el clan Kennedy. El resultado fue devastador: el mundo del espectáculo dio la espalda al que había sido el más mundano y carismático de sus cronistas, provocando en Capote una inmersión sin vuelta atrás en el alcohol y la devastación, que finalmente se saldó con su muerte en 1984, dejando atrás el borrador inconcluso de Plegarias atendidas, como cuenta The Capote Tapes, en un caso que recuerda en más de un rasgo al del cineasta Pier Paolo Pasolini y su novela póstuma (e incompleta) Petróleo.

Desde la muerte de Capote no han cesado de circular muy variadas teorías sobre la existencia o no de hasta dos capítulos más del libro que contendrían más escandalosas declaraciones sobre las ditirámbicas perversiones que se ocultan detrás de los nombres que llevan décadas dirigiendo los Estados Unidos. La verdad sobre esa información sólo la saben un puñado de personas, y lo importante es que seguramente Capote se la llevó, para bien o para mal, a la tumba.

No sé muy bien por qué, me he acordado de todo ello, junto con la infinita variedad de escándalos descritos por Kenneth Anger en su célebre díptico Hollywood Babilonia, después de leer en prensa sobre el recién aparecido escándalo de Carlos Vermut en el cine español.

Supongo que en la vida normalmente nos toca conformarnos con lo que necesitamos, si acaso; y que sólo en un puñado de ocasiones excepcionales, apenas, esa cosa del Destino o la Fortuna, como sea que prefieran llamarlo, nos agasaja con lo que deseamos, y que es entonces cuando aprendemos de veras el significado de la palabra Infierno.

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