Luciano de Samósata fue un escritor sirio del siglo II d.C., el cual supo combinar en su obra el tono humorístico y lo fantástico de una manera sublime.
Advertencias y una odisea en el espacio
Nuestro querido autor comienza con un prólogo retórico en el cual avisa al lector de sus intenciones, es decir, por un lado, entretenerle, por otro, parodiar a numerosos poetas, historiadores y filósofos debido a su falta de verdad en sus escritos. Pues, precisamente, la verdad es un tema muy presente que ya podemos vislumbrar en el título: Relatos verídicos o Historia verdadera. Muy reveladoras son sus palabras: «pues ya diré una verdad acerca de esto diciendo que miento», mostrándonos su “honestidad”.
Dicho esto, Luciano emprende su aventura en primera persona del singular, como si se tratase de un diario de viajes, con la misma pretensión que los historiadores: un espíritu investigador de lugares y gentes ignotos.
Al principio, no parece haber mayores dificultades, pero un día sobrevino una fuerte tempestad que les elevó hacia una especie de isla, muy luminosa, donde se avistaba la Tierra. Se trataba de la Luna.
Cabe señalar que los seres que se encuentran en los periplos presentan unos juegos etimológicos y referencias histórico-mitológicas constantes. Por eso, los habitantes lunares eran los selenitas y su rey, Endimión, el pastor que se enamoró de Selene (la Luna).
Siguiendo con nuestra historia, ocurre una guerra galáctica: el Sol y la Luna, por la conquista de una colonia: la Estrella de la Mañana. Tras una miríada de elementos descriptivos de ambos ejércitos, cada cual más extravagante que el anterior (los cabalgabuitres o aeromosquitos), finalmente, vencen los heliotas con Faetón como rey.
A continuación, se detiene en hacer una exposición minuciosa y burlesca de las costumbres de los selenitas (no existen las mujeres, sus comidas, vestidos, …) y parten a la siguiente peripecia.
La vida en una ballena
Entonces, una ballena gigantesca tragó a nuestra expedición y allí descubren a dos humanos como ellos: Escíntaro y su hijo, los cuales se unen a la tripulación de Luciano, y deciden matar al resto de integrantes de los que habitaban en los intestinos del mamífero como los cabezatunes y manosdecangrejo.
Después de varios meses de vida, lograron salir y desembarcar en varias islas (una con forma de queso y mar de leche), a fin de conseguir provisiones. Sin embargo, una de ellas no les dejó indiferentes, marcando una de las partes esenciales del relato.
Y los muertos aquí lo pasamos muy bien
La isla de los Dichosos o Bienaventurados. Efectivamente, una isla en la que los muertos disfrutan de un locus amoenus sin igual. Allí, Radamantis es el juez que sentencia qué hacer con cada alma. En el caso de nuestra tripulación, ordena una estancia temporal de siete meses.
Durante ese periodo temporal, Luciano detalla sus hábitos extensamente además de mencionar diversos personajes con sus estereotipos correspondientes, por ejemplo, las dudas que le plantea a Homero sobre su existencia, las prácticas sexuales de Sócrates con jóvenes o el rapto que le realizan a Helena por el enamoramiento de un joven. Este último acontecimiento fue la causa de expulsión de la isla de Luciano y compañía al ser cómplices.
¿Cuál es la siguiente aventura?
Así pues, continúan pasando por más y más islas con situaciones surrealistas: la isla de los Sueños, la de Ogigia con Calipso, la de los bucéfalos (semejantes a los Minotauros) o la de las perniburras (mujeres del mar), enfrentamientos en el ponto con los calabazapiratas, etc. Hasta que Luciano concluye la historia con gran expectación: <<las cosas sobre el otro territorio las contaré en los libros siguientes>>.
Unos libros que intencionadamente nunca se escribieron, puesto que, recordemos, es una obra de mentiras revestidas de verdad y, quizás, Luciano haya culminado con la mentira más verdadera de todas.
