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3 Jul 2024
3 Jul 2024
EN VIVO

El testamento del cerdito más surrealista

Un peculiar texto anónimo de la antigua roma que destaca por su lenguaje paródico jurídico

Testamentum porcelli es el título de este gracioso escrito, datado alrededor del 350 d.C. e incorporado en las antologías de latín vulgar, donde el protagonista es un cerdito que está a punto de ser cocinado y decide hacer testamento para repartir sus bienes.

El principio de la situación

Incipit testamentum porcelli: “Comienza el testamento del cerdito”, cuya víctima es el cerdito Marco Gruñón Corocotta. Como buen romano, necesita de sus tres nombres o tria nomina (praenomen, nomen y cognomen) con su toque humorístico. Se ha debatido, sobre todo, el significado de Corocotta: desde el vocablo griego de “cerdito” (joiros) hasta el color del azafrán (crocum).

Después, aparece el asesino: Magirus cocus, “Chef cocinero”. El cerdito ruega en vano por su vida, pero el malvado cocinero manda a un niño a por un cuchillo para matarlo. Entonces, los esclavos lo capturan y el animalito pide una hora para dictar dicho testamento y que alguien lo escriba. Así pues, reúne a todos sus familiares y empieza la distribución de sus posesiones.

El reparto de la herencia

A su padre Verrino Lardino le da 30 modios (unidad de medida que equivalía a unos 8,75 kg) de bellotas; a su madre Vieja Cerda, 40 modios de trigo de Laconia; y a su hermana Quirina, 30 modios de cebada.

Luego, hallamos una miríada de partes de su cuerpo donados a varios individuos en un tono jocoso, por ejemplo, a los sordos las orejas, a los picapleitos y charlatanes la lengua, a los niños la vejiga, a las niñas la cola, a los afeminados los músculos, a los corredores y cazadores los talones, a los ladrones las pezuñas, etc. Incluso, al cocinero le ofrece su mortero y mano, además de un placentero ahorcamiento.

Sin embargo, esto no es todo. Ordena que le construyan un monumento con una inscripción en letras de oro: «Marco Gruñón Corocotta, el cerdito, vivió 999 años y medio. Pero si hubiera vivido medio más, habría cumplido mil años». Ante esto, se suele explicar que el diminutivo habría que entenderlo como un apelativo cariñoso, puesto que el cerdito no es un lechón como se había pensado hasta ahora en la lectura. 

Concluye de manera irónica acerca de su cocción, es decir, que esté bien condimentado y sea recordado como un riquísimo manjar, y encarga a sus dueños y primos hermanos que firmen el testamento.

El cierre

Por último, los parientes presentes acataron la orden y firmaron: Mantecón, Albondiguilla, Cominato, Longaniza, Corteza de Tocino, Asado al Celso y Asado Nupcial (nótese que se han convertido en nombres parlantes a los modos de guisar el cerdo). Y termina “felizmente” el testamento el 17 de diciembre (el 16 de las Kalendas Lucerninas) y siendo cónsules Horneado y Pimentado (en teoría para marcar el año, en este caso, ficticio).

No cabe duda que este breve fragmento suscita interés no solo por las particularidades lingüísticas de la lengua latina del siglo IV, sino también por el tema que provoca unas risas a cualquier lector.

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