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19 Sep 2024
19 Sep 2024
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Espacio vacío

Por todas partes nos llegan supuestos mensajes antisistema ideados por supuestos refractarios del Sistema; diseñados asimismo por el Sistema.

Las redes sociales son la principal manifestación del viejo proyecto mesiánico de la Modernidad: la Utopía; puesto que esas mismas sinapsis digitales han servido para disolver una vieja realidad; en su lugar, la “nueva realidad” ha pasado a ser un espacio mental y hasta emocional, una entidad privada a la vez que pública y, sobre todo, una rendija para percibir el mundo altamente manipulable. ¿Por qué la gente se cree más libre que nunca cuando en realidad está más cautiva que nunca? La tecnología ofrece posibilidades de control sin precedentes: una jaula con barrotes invisibles.

Es lo que ya anticipara Aldous Huxley en Un mundo feliz (1946): «Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería, esencialmente, un sistema de esclavitud en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos amarían la servidumbre». Para añadir en otro punto: «Desde luego, no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo se parezca al antiguo. El gobierno, por medio de porras y piquetes de ejecución, hambre artificialmente provocada, encarcelamientos en masa y deportación también en masa, no es solamente inhumano; se ha comprobado que es ineficaz, y en una época de tecnología avanzada la ineficacia es un pecado contra el Espíritu Santo».

Y termina Huxley: «Un estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada, en los actuales estados totalitarios, a los ministerios de propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela». Cabe concluir este punto señalando que, mucho más que una prevención o una denuncia, el texto de Huxley pretende erigirse como una loa y como un mapa a seguir en el futuro… Que hoy es ya nuestro presente.

La lógica de la abstracción también ha permitido formas de dominación más sutiles. El impacto mental de todo ello se vuelve evidente: hoy entendemos la realidad por medio de un simulacro técnico, donde antaño se hacía echando mano de una estructura mítica atemporal. En esos mitos se habla de “otro lado”, mientras que ahora, como insistimos en señalar, se niega ese “otro lado”; y esa misma disolución histórica es vivida desde el nihilismo imperante que afirma una y otra vez la hegemonía de la “mismidad” más materialista. Con esta transición se produce una auténtica cesura con respecto a esa estructura mítica que pone fin de los puntos sociales de referencia. No existe ninguna visión conjunta del mito en la sociedad, lo que ha acabado derivando en una profunda crisis con respecto al pasado colectivo que acaba filtrándose en la sensación individual de pertenencia al mundo.

En consecuencia, proliferan las patologías mentales relacionadas con ira, ansiedad y depresión, que se quieren exculpar en traumas individuales; y que llevan a una sociedad llena de casos de suicidio y dependencia terapéutica, a los fármacos, los psicólogos, y el entretenimiento. Con ello, se produce una fragmentación gradual del conjunto social, por medio de la división por razas, sexos e ideologías, que es fruto de la Modernidad, en primer lugar, y, después, una fragmentación mental del individuo que es propia de la etapa final del Capital. Se sustituyen los viejos lazos familiares, culturales y religiosos por una reprogramación de la lógica humana eminentemente pervertida, psicopática y dependiente del poder sociopolítico.

En último término, se quiere reconducir a la sociedad mundial fragmentada hacia un proyecto de sociedad global “conectada”: la mente-colmena. Eso se hace por medio del sometimiento y del control, del flujo constante de información contradictoria que acaba suspendiendo en los individuos la capacidad de comprensión para mejor imponer, en su lugar, el instinto de obediencia. El Sistema genera malestar para después correr a subsanarlo “terapéuticamente”, generando así una disolución y reconstrucción (solve et coagula, en términos alquímicos). Es una hipnosis mundial creada desde el Espectáculo y la capacidad de atracción ínsita al Vacío. La imagen ha reemplazado a lo real, el mapa se ha superpuesto al territorio, y detrás de esa escenografía no queda nada más que el espacio vacío de un abismo insondable.

El Simulacro siempre ha coexistido con lo humano: nuestra realidad es una sombra a cuya existencia verdadera debemos despertar. La percepción de la realidad no se puede separar del sujeto que observa la realidad; por lo tanto, concluimos que no existen nociones interpersonales de la realidad, más allá del criterio subjetivo de quien observa, sino aproximaciones a ella, y que estas aproximaciones recabadas por la dudosa percepción del observador de turno, constituyen, de por sí, un Simulacro; y la mayor paradoja de ese Simulacro perfectamente diseñado en el que vivimos es que por todas partes nos llegan supuestos mensajes antisistema ideados por supuestos refractarios del Sistema; pero, en realidad, esos mensajes y esos personajes han sido diseñados asimismo por el Sistema. Puesto que nada escapa ya a su poder omnívoro.

Los hombres, que llevan milenios funcionando como máquinas, tienen dos opciones: o se comportan como personas abiertas a las realidades sutiles o las oligarquías formadas por pequeños grupos que acaparan el dominio de lo sutil los sustituirán por máquinas. En ese sentido, con lo sutil (que podríamos llamar “espiritual”) ocurre como con la información: o se sabe manejar u otros la manejarán por ti. Sobre todo, en un tiempo donde hay todo un mercado de lo sutil (véase: gurús), como también ocurre con la información (véase: Big Data), cuyo fin es confundir y abrumar.

Incluso los más convencidos defensores del “Progreso” saben que detrás del Espectáculo y del Simulacro ya no queda una versión compartida de la realidad; y por eso mismo pronto se creará una nueva a través de la tecnología. La misma oligarquía que domina el ámbito de la información es la que opera de igual manera en el ámbito del espíritu. La estructura religiosa no ha desaparecido, pues, sino que sencillamente ha mutado; nuestro inconsciente ha ganado peso, lejos de perder importancia, cuando la sustancia de los sujetos contemporáneos se ha vaciado de contenido proyectándose así sobre un mundo exterior que, literalmente, pende sobre el vacío.

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