El gran héroe del Non Plus Ultra se convirtió con el devenir del tiempo en el personaje más importante para Andalucía. Y es que sus más notables aventuras tuvieron lugar en el tercio meridional de la península ibérica, en la tierra de muchos nombres y muchos colores, pero sobre todo verde, blanca y rojiza que los antiguos llamaron de muchas maneras. Iberia, Eritía, Hesperia, la tierra del sol poniente se extendía sobre todo desde el estrecho de Gibraltar hasta el último extremo de Europa, en el cabo san Vicente. Para los siglos venideros sería la cultísima Bética, la provincia romana privilegiada como patria de emperadores y filósofos, la que acabó por convertirlo en la posteridad al invicto Heracles griego en su predilecto símbolo y su más icónico personaje que incluso ondea en la bandera de la comunidad Autónoma actual. Con su proverbial maza y su pelliza arrancada al león de Nemea, los Pilares que plantó a ambos lados del estrecho siguen inspirando horizontes amplios a los seres humanos que pueblan esos lares.
Un breve recuento de sus hazañas en las inmediaciones del paso al más allá, que no otra cosa era el estrecho en la mentalidad antigua que temía al mare ignotum, nos hará reparar en la importancia del Hércules andaluz, cruzador a través de los mundos y civilizador de tierras pobladas de monstruos y peligros. Comencemos por su décimo trabajo, rememorando el enfrentamiento del héroe con el pérfido gigante Gerión. Este, que tenía tres cuerpos o tres cabezas, reinaba sobre el país de poniente, quizá como un trasunto mítico del poderío tartesio, y poseía pingües rebaños.
Fue misión del héroe doblegar al monstruo como es natural y también robar sus rebaños y llevarlos al oriente, al principio a su Grecia natal, pero luego, como quiere Herodoto, llevaría a esas reses tan lejos como el país de los escritas, en las inmediaciones de esa otra Iberia oriental que estaba en el Mar Negro. El acto de traer de Occidente los rebaños y las riquezas puede que esté también relacionado con los viajes de explotación comercial de los griegos antiguos en la zona del estrecho, que conocían bien en su pugna con sus rivales fenicios como una región opulenta y llena de posibilidades para plantar allí emporios y enclaves mercantiles. Y qué decir del segundo gran periplo de Hércules por la zona occidental, cuando el héroe transitó también al otro lado del estrecho. El hado entonces le hizo dirigir sus pasos hasta el legendario jardín de las Hespérides, doncellas habitantes de la tierra del ocaso, guardianas de un tesoro providencial de manzanas que otorgan la inmortalidad.
A la sombra de la Cordillera Bética y del Atlas a la par se desarrollan estas hazañas andaluzas que tiñeron esas tierras de un color especial como sobre todo el rojizo de las minas del Río Tinto La gesta del héroe a uno y otro lado provocó que el sol quedara pasmado y le concediera una copa a modo de trofeo. Muchas veces se ha dicho que Hércules es en el fondo un héroe solar, una figura mitológica del ir y venir del astro por el firmamento desde el oriente al occidente y vuelta a empezar. Y la tierra andaluza sabe mucho de ese curso del héroe cíclico que en el fondo somos todos y cuyos monumentos mitológicos perviven aún hoy en los símbolos más cotidianos y actuales.