Hay quien ha sostenido que el ciclo mítico de Hércules estaba relacionado en sus inicios con la epopeya más antigua del antiguo Oriente, la de Gilgamesh, el rey de Uruk y héroe arquetípico del mundo mesopotámico. La gran epopeya mesopotámica, que en realidad se conserva gracias a varios poemas y recensiones de la misma historia –la más completa está conservada en un texto del siglo VII a. C. de la biblioteca de Asurbanipal en Nínive– cuenta las aventuras de este rey sacro de la antigüedad que se parece mucho a Hércules en algunas hazañas. La historia de Gilgamesh bien podría haber llegado como mito a Grecia a través del influjo oriental –que tan oportunamente estudiaron Martin L. West y Walter Burkert– seguramente a través de Fenicia y Anatolia. Hércules y Gilgamesh están muy relacionados en cuanto a los mitemas de sus historias: ambos combaten mano a mano con una suerte de escudero, Enkidu y Yolao, ambos se pierden por amor a una mujer, Istar o Deyanira, ambos emprenden el viaje inefable al más allá en pos del secreto de la vida, ambos derrotan a monstruos arquetípicos y recorren lugares de encanto utópico, ambos están relacionados con el ciclo solar y viajan hacia el lejano y enigmático occidente… y un largo etcétera.
Viajemos con la imaginación, ya que en la realidad es más complicado, al Irak actual donde se sitúa la aventura de Gilgamesh. En ella podemos ver muchos paralelos claros con Hércules, como, por ejemplo, la lucha contra el monstruo Humbaba, la victoria sobre el toro del cielo y los viajes a los confines del mundo, tras la muerte del amigo Enkidu, para encontrar la hierba de la vida eterna. En cuanto al primer tema, Humbaba es un monstruo terrible al que se enfrenta Gilgamesh y Enkidu: se puede comparar este episodio a la lucha contra la Hidra de Lerna por parte de Hércules y Yolao, aunque es cierto que no es un paralelo exacto. En lo que a la lucha contra el toro se refiere, este es otro de los grandes mitemas de la antigua epopeya: en ambos casos, entre las semejanzas, el toro es enviado por un dios enemigo. El toro de Creta, animal surgido de las aguas del mar, provenía del dios Poseidón y era una amenaza que hubo de conjurar el héroe griego. Por su parte, el adalid mesopotámico también ha de luchar con otro toro, enviado por otro otro dios: esta vez el dios celeste Anu, que lo manda como castigo a Gilgamesh por no haberse dejado seducir por la hermosa diosa Istar. Pero sin duda es la pretensión de ambos héroes de trascender los límites entre lo humano y lo divino, en el viaje arquetípico a los confines del mundo ordinario en pos de la inmortalidad, el paralelo más notable. Los lugares míticos que recorren ambos en su errante vagabundeo por el mundo hasta llegar a sus límites occidentales del mundo –en busca de la planta de la eterna juventud en el caso de Gilgamesh o en busca de las manzanas de oro de las Hespérides en el caso de Hércules– están jalonados por los mismos elementos básicos del mito, como, por ejemplo, el jardín encantado, los frutos mágicos, las guardianas de los umbrales –taberneras o seductoras–, los gigantes y otros muchos aspectos paralelos de la lucha del héroe civilizador y desafiante.
Ojalá pudiéramos marchar a esos lugares del mito. En Girsu, Irak, por ejemplo, los arqueólogos han desenterrado recientemente dos templos superpuestos vinculados a Hércules y Alejandro Magno que nos llaman la atención sobre la importancia del héroe grecorromano, asimilado a otros, en la antigua Mesopotamia de época helenística. Recordemos que dos de los grandes modelos heroicos para Alejandro Magno fueron precisamente Hércules y Dioniso. El primero porque quería trascender todos los límites humanos, el segundo porque emprendió en la mitología la conquista del oriente hasta llegar a la India. Por eso no es extraño que Hércules estuviera también en la dinámica de convivencia y adaptación entre culturas que se dió en el creciente fértil después de la conquista del monarca macedonio, en época de los monarcas helenísticos y, aún después, bajo el dominio romano. Conviene, de nuevo, seguir las huellas del héroe quintaesencial entre oriente y occidente bajo el nombre de Hércules.