Celebramos el cumplimiento del primer mes de la fundación de este nuevo medio y nuestra participación en él, para aludir a su propio nombre y al poder evocador que encierra.
Puede que la elección de escoger el nombre de uno de los héroes o semidioses por antonomasia de la antigüedad no sea casualidad, aunque sea inconsciente, pues he aquí una leyenda que se pierde en la memoria del tiempo; y que habla del nacimiento de España como proyecto político – social, así como del poder de la Tradición y sus enseñanzas espirituales para el común de los mortales. El origen de España encarna un arquetipo, el del reino perdido, tan habitual en la literatura universal y que se expresa a través del ciclo mitológico de la llamada “perdida de España”.
Esto es lo que se recoge, según nos cuentan obras nacionales como la “Estoria de España” de Alfonso X el Sabio del siglo XIII, “La Crónica del Rey Rodrigo” de Pedro Corral del siglo XV o “La Perdida de España” del “Romancero Viejo” de cultura popular castellana del mismo siglo, e incluso obras internacionales como el capítulo de “La Casa de los Cerrojos” de las famosas “Las mil y una noches” del siglo IX.
Hércules, el sumo sacerdote
Hércules se encontraba en el corazón de la península ibérica, buscando superar una prueba digna de heroísmo, y la encontró en un monte a orillas del río Tajo. En dicho monte existía una cueva custodiada en su interior por un poderoso dragón. Y Hércules entró y derrotó al dragón, y como premio, obtuvo un conocimiento supremo y sagrado al bañarse en la sangre de la bestia. Por ende, superó la prueba del héroe través de la montaña mágica y la cueva iniciática, y a partir de entonces y gracias a dicho premio se convirtió en un poderoso mago, guardián y maestro de un conocimiento secreto.
Así pues, en torno a la propia cueva donde salió victorioso, fundó una especie de escuela mágica donde convocaba a 7 magos cada 7 años a aprender de tan poderoso y valioso conocimiento. Con el paso del tiempo y en torno a este lugar, gracias a dichas enseñanzas, se fue gestando una ciudad a su alrededor: he aquí la fundación de la ciudad de Toledo.
El Regnum Hispaniae
Con dicha fundación se creó un reino, y el reino fue alto y dichoso como gestación de tan sagrado conocimiento. Cumplida su misión, Hércules decidió echarse a un lado, no sin antes sellar el acceso a su sanctasanctórum hasta el día de su regreso, y como prueba de lealtad para el reino en señal de respeto por la transmisión de dicha sabiduría, serviría como símbolo de legitimidad regia la colocación de un candado en su puerta, por cada uno de los nuevos reyes que accediesen al trono del reino. Y he aquí, que con el paso de los años y el cumplimiento de la tradición, llegamos al histórico reino visigodo de Toledo o también conocido como Regnum Hispaniae.
No obstante y en tiempos de guerra civil, el último rey visigodo Don Rodrigo, fue un rey usurpador que no quiso continuar con dicha tradición de respeto, y pese a las advertencias de los sabios decidió romper los 24 cerrojos de los reyes anteriores para entrar en la cueva; todo ello con el objetivo de hacerse con el tesoro secreto que allí se escondía y protegía. Finalmente, y al profanar dicho umbral sagrado, solo encontró un pergamino que profetiza un mal augurio como consecuencia del sacrilegio: la llegada de unos soldados portadores de una media luna para desgracia y perdición del reino.
La caída
Tras ello, la cueva se derrumbó con la desaparición de su paradero para mayor misterio, y la maldición se vio cumplida con un desencadenamiento, tras la advertencia la profecía la dictaminó el malogrado monarca con otra profanación: la violación en la cava del Tajo de Florinda, hija de Don Julián y guardián del paso de las Columnas de Hércules (o estrecho de Gibraltar). Por ende, y como acto de justa venganza, el conde permitió el paso del nuevo y arrollador ejercito de los soldados islámicos. Con dicha invasión, Rodrigo murió en la batalla de Guadalete del 711 y la ciudad de Toledo capituló en el año 714, haciéndose, pues, con el gobierno del reino y creando posteriormente Al-Ándalus.
La afirmación de este ciclo mitológico se convirtió en un pilar del sistema de creencias de los reinos cristianos medievales, con hechos tan simbólicos como la reconquista de Toledo por Alfonso VI en el 1085. Es innegable la capacidad que tienen las leyendas para reflejar el sentido de toda una época que se va trasmitiendo oralmente de generación en generación. Su valor llegó a trascender los propios acontecimientos históricos de la población medieval española y europea, pues no hay que olvidar que estos relatos cíclicos son expresiones poéticas del sentir de un pueblo que enriquecen su propia época; codificaciones simbólicas del pensamiento de las sociedades tradicionales, a través de las cuales se refleja una concepción del mundo dotándola de un poderoso significado.
