Son reconocidas las obras de las Metamorfosis o las Heroidas del poeta elegíaco Ovidio. No obstante, existe un opúsculo (apenas 100 versos se nos han conservado y se calcula que tendría poco más de unos 500-800) que ha pasado desapercibido en los estudios debido a su insipidez.
El mayor fracaso de Ovidio
Cosméticos para el rostro femenino (Medicamina faciei femineae o De medicamine faciei femineae en latín) se encasilla dentro de la poesía didáctica con temática amorosa escrita en dísticos elegíacos.
Surge como una suerte de respuesta a las críticas del público femenino por no ser incluidas en los libros del Ars amandi (El arte de amar), dedicados a la conquista y el mantenimiento del amor de una mujer según la perspectiva masculina. Por ello, Ovidio crea este recetario con un objetivo bastante sencillo: un manual de consulta para mejorar y conservar la belleza de las muchachas.
Sin embargo, la obra fue un estrepitoso fracaso, ya que no resultó nada atractiva y se la suele calificar de “fría, seca, fea y carente de todo interés”.
La belleza está en el interior
Al principio del poema, realiza un símil entre los cuidados de la naturaleza o las casas y una misma, puesto que culta placent (“las cosas cuidadas gustan”, v. 7). Además, compara a las mujeres del pasado con las actuales, más preocupadas aquellas por las tareas rurales y del hogar y estas por su aspecto; incluso, este interés por la buena apariencia afecta hasta a los hombres.
Después de una crítica a la recurrencia a prácticas mágicas u otras supersticiones para conseguir el amor, Ovidio nos deleita con unos versos espléndidos acerca de lo realmente importante: certus amor morum est (“el amor de un buen carácter es el verdadero”, v. 45). Así pues, resulta innegable esta afirmación, la cual desarrolla con el tópico del paso del tiempo: por muchos ungüentos que nos apliquemos, todos llegaremos a la vejez y seremos sucumbidos por las arrugas, pero nuestra manera de ser permanecerá a los cambios físicos futuros y asegurará un amor duradero.
Súper consejitos para el cutis
Dicho el anterior consejo (y el más útil y efectivo de todos), nuestro querido poeta nos comenta, en primer lugar, los ingredientes para tener una piel lisa y luminosa: una mezcla de cebada, yero (planta parecida a la algarroba), huevos, cuernos de ciervo, harina fina, doce bulbos de narciso, goma con harina de trigo toscano y miel.
A continuación, propone la combinación del cosmético alcyoneum, extraído del nido de un ave, y miel para eliminar las manchas de la cara.
Por último, plantea quitar las rojeces del rostro a base de incienso y otros elementos como mirra, hinojo o rosa seca. A partir de aquí, ya no conservamos más texto.
Muchas de estas recetas no distan de los cuidados que actualmente nos venden tanto en los discursos de las empresas estéticas como en las influencers de belleza: “hazlo tú mismo y de manera natural, sin aditivos”.