La caída libre a la que el Manchester City ha entrado en las últimas semanas no conoce de fondo. Un derbi en casa en el que el equipo había tomado ventaja gracias a un cabezazo de Gvardiol en la primera mitad parecía ser el límite, pero una increíble remontada del United en los minutos finales del duelo no solo no detuvo la crisis, sino que la aceleró. Un nuevo golpazo para Pep y compañía, totalmente desacostumbrados a este tipo de situaciones.
El City registra una sola victoria en sus últimos once encuentros, de los cuales perdió ocho. Y Guardiola, como líder del equipo, asume su responsabilidad: «No soy suficientemente bueno. Soy el patrón, el manager, debo encontrar soluciones y hasta ahora no lo he hecho”.
“Es lo que es. ¿Qué puedo decir? No podemos culpar a este jugador o a aquel, no es eso. Es la temporada, una temporada difícil. Concedimos goles, culpa nuestra. No jugamos con serenidad”, admitió en conferencia de prensa.
Del otro lado emerge la figura de Rúben Amorim. El portugués ya había goleado al City por Champions en su despedida de Sporting Lisboa y volvió a vencerlo, esta vez para convertirse en el primer entrenador del United en ganar su primer derbi de Manchester desde Sir Alex Ferguson. Y no solo eso. Con el triunfo, Amorim puso fin a una racha de tres derrotas de los Red Devils en el Etihad Stadium. Una cuarta hubiera significado igualar una marca inédita desde 1955.
Amad Diallo, el héroe de los Diablos Rojos
A un derbi impreciso, chato y sin demasiadas emociones, Amad Diallo Traore se encargó de convertirlo en uno que los aficionados del United difícilmente podrán olvidar. Y los del City, tampoco. Cuando el dueño de casa se dirigía a una nueva victoria frente a su clásico rival, el marfileño sacó máximo provecho a dos jugadas que acabaron por marcar el destino del partido.
A los 88′, interceptó un pase de Matheus Nunes para Ederson, en el que luego el mismo Nunes, en su intento por enmendar su falla, terminó cometiéndole penalti. Bruno Fernandes lo cambió por gol. El empate ya era negocio, pero Diallo quería más. A lo 90′, capitalizó un extraordinario balón largo del argentino Lisandro Martínez para anticipar al portero brasileño y hacerle un pase a la red antes del cierre de Gvardiol. Dos goles en dos minutos para meterse en la historia del clásico de la ciudad.