La revelación que han supuesto las distintas series nuevas de la saga «Star Wars» hace unos años generó un entusiasmo general sin precedentes. Estos planes implicaban una expansión masiva del universo a través de la televisión, siguiendo un modelo similar al exitoso enfoque de Marvel Studios tras el lanzamiento de «Endgame». La coincidencia de que ambas franquicias pertenezcan a Disney no es fortuita, ya que la empresa busca ampliar su catálogo para su plataforma de streaming, Disney Plus, aprovechando el potencial de estas dos sagas como sus principales activos en el competitivo mercado del streaming.
Entre todos los anuncios, destacó en su momento «Kenobi«. Considerada probablemente la serie más esperada por cualquier fan, prometía uno de los reencuentros más épicos de la historia del cine: un duelo entre Obi-Wan Kenobi y el villano más icónico de todos los tiempos, Darth Vader. Sin embargo, la serie resultó ser un fracaso y uno de los productos más decepcionantes de los últimos años. A pesar de esto, hubo otro anuncio que captó particularmente la atención y que, en nuestra opinión, fue el más esperado: la serie «The Acolyte».
Fueron dos los grandes motivos que despertaron expectación. El primero fue que se trataba de la primera precuela oficial de toda la saga, separándose por fin de la familia Skywalker y explorando una nueva era 100 años antes de la primera película, «La Amenaza Fantasma». El segundo era el concepto de vislumbrar el lado oscuro y prometer no el típico producto de aventuras, sino un thriller más serio de lo habitual que sorprendería al público. Al menos, eso es lo que se anunció desde un primer momento.
Sin embargo, una vez terminada la serie, podemos asegurar que estamos ante otra decepción en esta icónica saga. Este fenómeno televisivo ha generado más problemas de los que podíamos imaginar semana tras semana: episodios confusos, personajes insípidos, tramas resueltas de manera ridícula, actuaciones planas y situaciones que se han convertido en carne de meme en redes sociales. Lo único salvable ha sido una producción decente, pero considerando su alto costo (22 millones de dólares por episodio), no alcanza la calidad sobresaliente de otros productos de la saga. Si a esto le añadimos las polémicas declaraciones de la propia creadora, Leslye Headland, sólo cabe constatar el fracaso de la serie.
Con esto, sólo nos hemos referido a una pequeña parte de todo lo que realmente hay detrás. Las críticas por parte de los fans no han sido buenas en la mayoría de las páginas conocidas, lo cual resulta completamente comprensible. Parece que a Disney le cuesta aprender de sus errores. O bien podríamos llegar a pensar que prefiere lanzar productos que siempre arrastran consigo más polémica que reacciones positivas.
Es difícil olvidar entregas como «Andor», que fueron un milagro dentro de la saga, o la disfrutable «Ahsoka» que, pese a ser mejorable, era un digno producto de entretenimiento. Aun así, últimamente pesa más lo malo que lo bueno, y la marca sigue sin aprender de sus errores. Mientras tanto, es notorio cómo la audiencia empieza a hartarse de decepciones.
¿Qué ha pasado?
El argumento central de la serie desde el principio es descubrir la identidad de un misterioso asesino que está matando Jedis. Varios miembros de la orden deben investigar quién es el responsable y por qué está llevando a cabo estos asesinatos. A medida que avanza la serie, se presentan personajes muy planos, con interpretaciones que transmiten entre poco y nada. Sin embargo, lo peor de todo es que la trama no avanza ni siquiera cuando se revela quién es el responsable y la causa de los asesinatos. El impacto fue tan débil como inverosímil, debido al poco peso e impacto narrativo que terminó acarreando.
La serie tarda siete episodios, más de tres horas, en contar una historia sencilla que da vueltas sobre sí misma. En todo este tiempo, no se explora absolutamente nada de la época que tratan, de la política jedi o de las causas que rodean los acontecimientos. Nada de nada. Los diálogos son olvidables, todo lo que ocurre es intrascendente y, aunque en el episodio 5 hay secuencias de acción decentes y efectistas, todo lo que ocurre en esos minutos resulta irrelevante porque el cómo y con quién se ha llegado hasta ahí no tiene ninguna importancia.
La protagonista es interpretada por Amandla Stenberg. Ésta da vida a dos personajes al ser gemelas, y, sin embargo, se revela como una de las peores actuaciones de la franquicia. Su interpretación carece de registro y no logra transmitir ninguna emoción o profundidad. En contraste, el único aspecto positivo del elenco de la serie es la participación de Lee Jung-jae, un actor coreano de renombre con una carrera llena de éxitos, especialmente en el género del thriller. Su papel más conocido es, sin duda, el de Seong Gi-hun en El Juego del Calamar. En esta serie, Lee Jung-jae encarna al Maestro Sol, un Jedi que se presenta como una figura reflexiva e interesante y que juega un papel crucial en el desarrollo de los conflictos. Aunque su actuación es sólida, la debilidad de un guion que oscila entre lo prometedor y lo mediocre frustra sus esfuerzos y limita el impacto de su personaje. Es una lástima contemplar a un actor de su calibre luchando por destacar en medio de una narrativa fallida que no hace justicia a su talento.
En resumidas cuentas, The Acolyte termina siendo una serie con un final insatisfactorio que desafía el canon de la saga. En su afán de sorprender con giros narrativos inesperados, los escritores fallaron en su intento, ofreciendo una resolución de bajísimo nivel sin un clímax impactante, gracias a un guion que, sin exagerar, se sitúa entre los peores de la franquicia, especialmente si comparamos con el episodio IX (El Ascenso de Skywalker), que ya había recibido duras críticas.
Es triste observar cómo, tras una serie de fracasos y productos mejorables dentro de la franquicia, Star Wars sigue sumida en una etapa de decadencia. Los pocos productos que lograron marcar una diferencia en términos de calidad han terminado por verse casi como milagros en el panorama actual de la saga.
