En una rueda de prensa, el ministro de Seguridad, Dominic LeBlanc, declaró: «Nuestro Gobierno ha decidido clasificar a los Guardianes de la Revolución de Irán como un grupo terrorista según el código penal». Ottawa fundamenta esta decisión en el «desprecio por los derechos humanos» y el «deseo de desestabilizar el orden internacional» que ha mostrado Irán.
Congelación de activos y procesamiento de miembros
Los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico de Irán, ya estaban en la lista negra de Estados Unidos desde 2019. Con esta nueva clasificación, Canadá puede ahora congelar activos y procesar a miembros de la organización, además de prohibirles cualquier transacción financiera.
La lista canadiense de grupos terroristas incluye cerca de 80 organizaciones, entre ellas Hamás, Al Qaida, Hizbulá, los talibanes, el Estado Islámico, Boko Haram y los Proud Boys. Las Fuerzas Quds, el brazo de operaciones externas de los Guardianes, ya estaban incluidas en esta lista.
Tensiones entre ambos países
Esta medida se enmarca en un contexto de tensiones prolongadas entre Canadá e Irán. Canadá, junto con otros países, demandó a Irán ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para responsabilizar legalmente a Teherán por el derribo de un Boeing ucraniano en 2020.
Desde las protestas en Irán por la muerte de Mahsa Amini en 2022, una joven kurda detenida por incumplir el estricto reglamento de vestimenta para mujeres, Ottawa ha impuesto varias rondas de sanciones contra organizaciones y funcionarios iraníes acusados de complicidad con el régimen.
¿Quiénes son los Guardianes de la Revolución?
Los Guardianes de la Revolución, también conocidos como el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, son una poderosa institución militar y política creada tras la Revolución Islámica de 1979. Su propósito inicial fue proteger el nuevo régimen islámico y prevenir cualquier intento de golpe de estado contra el gobierno revolucionario.
En primer lugar, desempeñan un papel crucial en la defensa y seguridad interna de Irán. Originalmente establecidos para salvaguardar la revolución, mantienen su propia fuerza terrestre, naval y aérea, paralela a las fuerzas armadas regulares de Irán. Además, las Fuerzas Quds, la unidad de operaciones externas de los Guardianes, llevan a cabo misiones fuera de Irán, apoyando a aliados y grupos proxy en la región, como Hizbulá en el Líbano y diversas milicias en Siria e Irak.
Asimismo, tienen una presencia significativa en la política iraní. Varios de sus miembros han ocupado y ocupan puestos de alto nivel en el gobierno, y su influencia se extiende a decisiones estratégicas nacionales e internacionales. Además de su poder político, los Guardianes de la Revolución controlan una vasta red de empresas e inversiones en diversos sectores económicos, desde la construcción hasta la energía y el comercio. Esta influencia económica les proporciona recursos financieros considerables y una mayor capacidad de operar independientemente del presupuesto oficial del gobierno.
Sin embargo, han sido objeto de controversias internacionales debido a sus actividades militares y políticas. Se les acusa de apoyar el terrorismo y desestabilizar la región mediante el respaldo a grupos extremistas. En 2019, Estados Unidos los designó oficialmente como una organización terrorista extranjera, una medida sin precedentes para una entidad militar oficial de un estado soberano. Posteriormente, Canadá ha seguido su ejemplo, incluyéndolos en su lista de grupos terroristas en 2024.