Corea del Sur enfrentó una noche histórica que puso a prueba su democracia. Yoon Suk-yeol, presidente del país, declaró la ley marcial en un mensaje televisado, justificando la medida como necesaria para proteger al Estado de supuestas amenazas vinculadas a Corea del Norte. Esta acción desencadenó una ola de rechazo inmediato, tanto en las calles como en el Parlamento, y marcó el inicio de una crisis que podría costarle la presidencia.
La ley marcial, que suspendía derechos y libertades fundamentales mientras confería poderes extraordinarios al ejército, encendió alarmas dentro y fuera del país. Estados Unidos, uno de los aliados clave de Corea del Sur, expresó su “seria preocupación” ante una situación que amenazaba con socavar la estabilidad democrática en la región.
Mientras tanto, diputados surcoreanos votaban apresuradamente una resolución para anular la declaración de ley marcial, enfrentándose al despliegue de fuerzas de seguridad en los alrededores del Parlamento. En las calles, cientos de ciudadanos protestaban contra lo que consideraban un ataque directo a la democracia. Finalmente, la presión interna y externa forzó a Yoon a dar marcha atrás en pocas horas, dejando tras de sí una tormenta política que podría costarle la presidencia.
¿Quién es Yoon Suk-yeol?
Para entender el porqué de esta crisis, es crucial analizar a su principal protagonista. Yoon Suk-yeol, nacido en Seúl en 1960, es un fiscal conservador que construyó su reputación luchando contra la corrupción, incluyendo el caso que derivó en la destitución de la expresidenta Park Geun-hye en 2016. Este historial lo catapultó al poder como el candidato del Partido del Poder Popular, ganando las elecciones presidenciales de 2022 por un margen estrechísimo. Yoon se presentó como un líder decidido a combatir la corrupción y detener lo que calificó como “excesos feministas”, una postura que polarizó al país. Atrajo especialmente a los jóvenes varones, clave en su victoria. Sin embargo, su mandato se ha visto empañado por numerosos escándalos, desde acusaciones de manipulación financiera hasta controversias que involucran a su esposa, Kim Keon-hee, cuya imagen pública quedó seriamente dañada tras ser captada aceptando un bolso de lujo como regalo.
Lejos de cumplir sus promesas de ética y transparencia, Yoon ha protagonizado una serie de tropiezos que han erosionado su popularidad. Desde comentarios despectivos captados en micrófonos abiertos hasta una disculpa pública por elogiar la gestión del autoritario general Chun Doo-hwan, su liderazgo ha dejado mucho que desear. Por otro lado, su postura firme hacia Corea del Norte ha marcado un contraste con las políticas de conciliación de sus predecesores. Bajo su mandato, Corea del Sur ha intensificado los ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos y ha estrechado lazos con Japón, en un intento por reforzar su posición frente al vecino del norte.
La declaración de ley marcial fue percibida como un intento desesperado por aferrarse al poder tras la derrota de su partido en las elecciones legislativas de abril, que dejó a Yoon con escasa capacidad de maniobra en un Parlamento controlado por la oposición. Su calificativo de la Asamblea Nacional como “una guarida de criminales” y sus referencias a una amenaza norcoreana no lograron el respaldo esperado.