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La reciente autorización de Estados Unidos para que Ucrania utilice los misiles ATACMS contra Rusia ha generado tanto entusiasmo como reservas en Kiev. Aunque supone un avance político relevante tras más de un año de peticiones ucranianas, la decisión llega tarde y con limitaciones. Según medios ucranios, los ATACMS solo podrán ser empleados contra objetivos específicos en la región rusa de Kursk, lo que reduce su potencial impacto estratégico.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, celebró la noticia de manera ambigua, apuntando que los “misiles hablarán por ellos mismos” en un mensaje el pasado domingo. Sin embargo, la falta de confirmación oficial desde Washington y las restricciones del acuerdo han matizado el optimismo en Kiev.
La situación en Kursk
Desde agosto, las fuerzas ucranias han llevado a cabo incursiones en la región rusa de Kursk, colindante con Sumi, como parte de una estrategia para debilitar las líneas rusas. Sin embargo, un tercio del territorio ocupado ha sido recuperado por el ejército ruso, que ha iniciado una contraofensiva respaldada por más de 10.000 soldados norcoreanos, según fuentes de inteligencia occidental.
La decisión de permitir el uso de los ATACMS, que Ucrania ya poseía desde 2023 pero con restricciones geográficas, está vinculada a este escenario. Aunque los misiles, con un alcance de 300 kilómetros, podrían proporcionar una ventaja al permitir ataques desde una distancia más segura, su empleo exclusivo en Kursk limita su impacto estratégico.
Restricciones y desafíos de los ATACMS
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) ha señalado que limitar el uso de los ATACMS a Kursk reduce su utilidad. Desde 2023, Rusia ha trasladado bases y centros logísticos fuera del rango de estos misiles, lo que dificulta que Ucrania pueda golpear objetivos clave en la retaguardia rusa. Fuentes militares ucranias han destacado que, aunque los ATACMS ofrecen un efecto disuasorio frente al Kremlin, su capacidad para influir en el curso de la guerra dependerá de su empleo fuera de Kursk y contra infraestructuras críticas como el sistema energético ruso.
Otros armamentos y la respuesta de los Aliados
París y Londres, que cuentan con los misiles de largo alcance Storm Shadow/SCALP, podrían seguir el ejemplo estadounidense, aunque por ahora solo permitirían su uso en Kursk. Alemania, por su parte, mantiene su negativa a transferir los misiles Taurus, pero podría enviar drones de largo alcance, según el diario Bild. Estos drones han demostrado ser efectivos en ataques dentro del territorio ruso, incluso a más de 1.000 kilómetros de las fronteras ucranias.