Las conversaciones entre Estados Unidos y Ucrania están alcanzando un nuevo nivel, según reportan diversas fuentes, ya que Washington ha presentado a Kiev una nueva propuesta económica que, según algunos funcionarios ucranianos, podría significar el fin de su soberanía. Este acuerdo contempla que Estados Unidos recibirá un porcentaje significativo de los ingresos de Ucrania provenientes de sus recursos naturales, como petróleo, gas y minerales.
Además, las condiciones de la deuda serían más estrictas que en acuerdos anteriores, con un alto interés annual, y Ucrania solo podría acceder a los ingresos del fondo después de cumplir con el reembolso, el cual incluiría una tasa de interés. Los activos ucranianos serían entregados a un fondo común, controlado por una junta en la que Estados Unidos tendría poder de veto. También se estipula que Estados Unidos podría incorporar todos sus costos de guerra como inversión en el fondo.
Si este acuerdo tiene éxito, la Unión Europea sería la gran perdedora, especialmente si Ucrania se uniera a la UE como estaba previsto. De concretarse, Ucrania se convertiría en un receptor de transferencias de la UE, mientras que sus industrias clave quedarían bajo control estadounidense, específicamente de grandes firmas financieras que financiarían las transacciones sin asumir riesgos.
Además, este acuerdo podría permitir a las empresas estadounidenses acceder al mercado de la UE mediante Ucrania, lo que generaría una competencia desleal con los productores europeos, especialmente en el sector agrícola, donde los agricultores ya temen que Ucrania arrolle a las pequeñas y medianas explotaciones de la UE a través de precios bajos. En este nuevo escenario, las ganancias no irían a parar a los oligarcas ucranianos, sino a los grandes inversionistas estadounidenses. Esto podría crear una situación donde, si la UE no acepta la adhesión de Ucrania, Estados Unidos podría firmar acuerdos comerciales bilaterales con el país.
En este contexto, la política económica de Trump también tiene un impacto importante, ya que con Ucrania como “caballo de Troya”, EE. UU. podría ganar acceso a los mercados europeos sin barreras arancelarias, lo que beneficiaría a las empresas estadounidenses que operan en Ucrania.
A través de un acuerdo de libre comercio con Ucrania, EE. UU. podría expandir sus relaciones comerciales con partes de Europa del Este, además de mantener libre la ruta comercial en el Mar Negro, lo que beneficiaría la exportación de grano ucraniano, considerado como “robado” por algunos observadores. En cuanto a Rusia, aunque ganaría ciertos territorios y podría operar algunas empresas en conjunto con empresas estadounidenses, su acceso al mercado europeo sería restringido por Estados Unidos.
El Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ha mencionado que la paz en la región podría durar mucho tiempo debido a que la decisión sobre el levantamiento de las sanciones contra Rusia no está en manos de Estados Unidos. Los líderes de la UE, como el presidente francés Emmanuel Macron y el canciller alemán Olaf Scholz, han rechazado flexibilizar las sanciones, y la UE sigue manteniendo la presión económica sobre Rusia.
El primer ministro británico, Keir Starmer, también ha sido firme en su postura de no levantar las sanciones, sino de endurecerlas para presionar a Rusia a negociar. La UE está, en cierta medida, facilitando la estrategia de Estados Unidos de aislar a Rusia económicamente, con sanciones que afectan gravemente los ingresos energéticos de Rusia. Al mismo tiempo, el Reino Unido, aunque fuera de la UE, parece seguir marcando la pauta en cuanto a la postura hacia Ucrania y las sanciones contra Rusia.
La desintegración de la UE es una preocupación latente, ya que los países miembros están profundamente divididos. La primera ministra de Italia, Georgia Meloni, se opuso a los planes de la UE bajo la presidencia de Ursula von der Leyen, especialmente en cuanto a la emisión de más deuda. Alemania, a través de Friedrich Merz, está buscando revivir el negocio bancario internacional mediante préstamos de guerra e infraestructura, pero algunos países de la UE no parecen tener una visión coherente sobre el futuro económico de Europa.
En un posible escenario, la entrada de empresas estadounidenses en el sistema de libre comercio de la UE podría transformar la economía europea, ya que las empresas estadounidenses tendrían acceso a un mercado europeo que se vería amenazado por la competencia estadounidense, con efectos negativos en la innovación y el mercado laboral de la región.