Por primera vez desde 1960, el tercio más rico de la población en Estados Unidos ha votado mayoritariamente por el Partido Demócrata, según datos de American National Election Studies recogidos por el Financial Times. Este cambio marca un punto de inflexión en la política estadounidense, donde el apoyo económico tradicional de los partidos parece haberse invertido. En contraste, los demócratas han sufrido una drástica pérdida de apoyo entre la clase trabajadora, que históricamente había sido su bastión electoral.
Desconexión histórica
El análisis de expertos coincide en que la «agenda identitaria» promovida por el Partido Demócrata, liderado por Kamala Harris y Joe Biden, ha alienado a un segmento clave de su electorado: la clase trabajadora. Mientras temas como el aborto, la transexualidad y la lucha por los derechos sociales dominaban su narrativa, las preocupaciones económicas y laborales de la población más vulnerable quedaron relegadas.
Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra, resume el sentir de muchos votantes: “Frente a una inflación que afecta directamente al bolsillo, los demócratas ofrecieron propuestas alejadas de las necesidades inmediatas de la clase trabajadora. En contraste, Donald Trump, aunque con poca conexión personal con las clases populares, supo hablar el idioma de su preocupación cotidiana: el precio del pollo o de los huevos”.
Del rojo al azul
Históricamente, el Partido Republicano había dominado entre los votantes de mayores ingresos. Desde Nixon en los años 60 hasta John McCain en 2008, los republicanos mantuvieron una ventaja que en ocasiones superó los 25 puntos. Sin embargo, bajo el liderazgo de Donald Trump, esta tendencia se invirtió de forma progresiva. En 2016, Trump apenas logró aventajar a Hillary Clinton por tres puntos entre los más ricos. Para 2020, con Joe Biden como rival, esa diferencia se redujo a casi nada. Finalmente, en 2024, Kamala Harris superó a Trump por ocho puntos en este segmento, consolidando una nueva realidad: los demócratas son ahora el partido preferido de las élites económicas.
El empobrecimiento progresivo de la clase trabajadora y el desencanto con las élites son fenómenos que han configurado el éxito de Donald Trump y otros líderes de la llamada “nueva derecha” en el mundo. Juan Ángel Soto, CEO de la consultora estratégica Fortius, lo describe como un movimiento global que busca reemplazar a las élites tradicionales consideradas corruptas.
Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos. Líderes como Marine Le Pen en Francia o Vox en España han capitalizado el abandono de las clases trabajadoras por parte de la izquierda tradicional, adoptando discursos que combinan la identidad nacional, la antiglobalización y la defensa de políticas de sentido común, como la reindustrialización y el control migratorio.
Para los demócratas, el desafío es evidente: reconectar con la clase trabajadora sin alienar a sus nuevos apoyos entre las élites. La advertencia del senador Bernie Sanders resuena como un eco de alarma para el partido: “El Partido Demócrata, que ha abandonado a la clase trabajadora, se encuentra con que la clase trabajadora le ha abandonado”.