Un informe reciente sugiere que los soldados norcoreanos enviados a Ucrania para combatir en apoyo a Rusia podrían enfrentar un sombrío destino. Según Keir Giles, experto en Rusia, es improbable que estas tropas regresen a su país, y en cambio podrían ser enviadas a campos de trabajo forzados, conocidos como gulags, en un intento del régimen de Kim Jong-un de controlar cualquier influencia externa adquirida durante su tiempo fuera de Corea del Norte.
De acuerdo con la inteligencia estadounidense, cerca de 10.000 soldados norcoreanos están en la región rusa de Kursk, preparándose para unirse al conflicto en Ucrania. Este despliegue marca la primera participación de Corea del Norte en una guerra de gran escala desde el final de la Guerra de Corea en 1953. Si la participación resulta efectiva, expertos sugieren que Pyongyang podría enviar más tropas, respaldando así un reciente acuerdo de defensa firmado con Moscú, el más significativo entre ambos países desde la Guerra Fría.
Sin embargo, la experiencia de estas tropas en territorio ruso podría poner en peligro la narrativa interna del régimen norcoreano. Giles advierte que permitir que los soldados regresen podría desestabilizar el control del gobierno, ya que habrían sido expuestos a una realidad diferente, incluso en las regiones más pobres de Rusia. En lugar de ser recibidos como héroes, podrían enfrentar purgas similares a las ocurridas con soldados soviéticos al final de la Segunda Guerra Mundial.
Corea del Norte despliega a sus tropas en Ucrania
El experto también señaló que, con el alto ritmo de bajas en el frente ruso, es probable que las tropas norcoreanas sufran un alto índice de mortalidad. Esto convierte su despliegue en una especie de “prueba de concepto” para evaluar la cooperación militar entre Rusia y Corea del Norte. Giles subraya que, sin una respuesta contundente de Occidente, este tipo de iniciativas podrían intensificarse.
Mientras tanto, en Asia Oriental, las acciones de Corea del Norte siguen generando preocupaciones. Entre el 8 y el 12 de noviembre, Pyongyang interfirió con señales GPS en el Mar Amarillo, afectando potencialmente el transporte marítimo y aéreo en la región. Aunque no se reportaron incidentes, las autoridades surcoreanas especulan que estas interferencias podrían estar relacionadas con ejercicios militares enfocados en contrarrestar drones.
Este contexto se produce tras un incidente en octubre, cuando un dron surcoreano, cargado con folletos propagandísticos, sobrevoló Pyongyang, generando tensiones adicionales. La situación refuerza la percepción de una región en constante vigilancia y en peligro de escaladas militares