El comunicado de la Guardia Revolucionaria, emitido en tono de fuerte advertencia, se presenta como una respuesta directa a la muerte de figuras clave de Hizbulá, acusando al “régimen sionista” (Israel) y a sus aliados, particularmente a Estados Unidos, de violaciones graves. La declaración menciona el asesinato del Dr. Ismail Haniyeh, así como las muertes de Sayyed Hassan Nasrallah, líder de Hizbulá, y el general de división Seyyed Abbas Nilforoushan, asesor del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), lo que habría desencadenado la operación militar en curso.
El ataque se llevó a cabo mediante el lanzamiento de doscientos misiles balísticos dirigidos a “importantes objetivos militares y de seguridad” en los “territorios ocupados”, es decir, en Israel, señalando que los detalles específicos se revelarán más adelante. El comunicado subraya que la operación contó con el respaldo de las instituciones más altas de la República Islámica de Irán, incluyendo el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, el Ejército iraní y el Ministerio de Defensa.
La declaración advierte con firmeza que cualquier respuesta militar por parte de Israel provocará nuevos ataques aún más devastadores, amparados en lo que describen como derechos legales internacionales y de legítima defensa.
Finalmente, el comunicado cierra con una cita religiosa, vinculando la operación con una creencia en la victoria divina, reafirmando la postura desafiante de la Guardia Revolucionaria ante el conflicto.