La coordinadora especial de Naciones Unidas para Líbano, Jeanine Hennis-Plasschaert, ha emitido una grave advertencia: la región «está al borde de una catástrofe inminente». Con un recrudecimiento de los enfrentamientos entre Israel y el partido-milicia chií Hezbolá, un grupo que cuenta con un considerable poder militar y político en Líbano y que recibe apoyo de Irán.
La historia del conflicto en Oriente Próximo es compleja y caracterizada por tensiones políticas, rivalidades sectarias y una historia de intervenciones extranjeras. En el caso de Líbano, Hezbolá ha sido un actor clave en la resistencia contra Israel, lo que ha llevado a una serie de conflictos armados y violencia desde su creación en los años 80.
El reciente aumento de la violencia incluyendo la situación política interna en Líbano, la influencia de Irán en la región, y las tensiones históricas entre israelíes y palestinos. El desencadenante inmediato de la escalada actual ha sido una serie de explosiones coordinadas atribuidas a Hezbolá, que han dejado alrededor de 40 muertos y más de 3,000 heridos, provocando la condena de la comunidad internacional por la naturaleza indiscriminada de los ataques.
En los últimos días, la situación se ha deteriorado rápidamente. El 22 de septiembre, se informó sobre un bombardeo israelí en el sur de Beirut que resultó en la muerte de al menos 45 personas. Entre los fallecidos se encontraba Ibrahim Aqil, un alto cargo del principal organismo militar de Hezbolá, identificado por Israel como objetivo del ataque. Esta acción intensificó la respuesta de Hezbolá, que lanzó decenas de proyectiles hacia Israel, marcando un ataque significativo contra Haifa, algo que no ocurría desde el inicio de los enfrentamientos en octubre de 2023.
El aumento de violencia no solo representa un peligro inmediato para las vidas de los civiles en ambos lados, sino que también podría abrir la puerta a un conflicto regional más amplio.
Posición de la ONU
Hennis-Plasschaert declara que no hay una solución militar que pueda proporcionar seguridad a ninguna de las partes involucradas. «Con la región al borde de una catástrofe inminente, no es posible decirlo suficientemente alto: no hay una solución militar que vaya a hacer que cualquiera de las partes esté más segura», advirtió en su comunicado.
La ONU y otros actores internacionales han llamado a la moderación y han instado a ambas partes a comprometerse en negociaciones pacíficas. Sin embargo, la falta de confianza entre los actores en el terreno y la complejidad de las alianzas políticas complican estos esfuerzos.
El conflicto entre Israel y Hezbolá tiene implicaciones significativas para la seguridad regional. La posible participación de Irán, que apoya a Hezbolá, podría alterar el equilibrio de poder en Oriente Próximo y provocar una respuesta militar de otras naciones, incluidos Estados Unidos y sus aliados. La presentación de «planes operativos» por parte del Ejército de Israel a Estados Unidos indica una preparación para un posible escalamiento que podría tener consecuencias devastadoras para la población civil.
