Imagen: El hijo de Donald Trump, esta semana en Groenlandia. EFE/EPA/Emil Stach
Una de las pulsiones expansionistas que Donald Trump ya ha puesto sobre la mesa, incluso antes de iniciar su segundo mandato, ha sido la de hacerse con el control de Groenlandia, un territorio autónomo que separa Europa de América y que depende de Dinamarca. Por el momento, la Unión Europea (UE) está guardando silencio.
A menos de dos semanas de su toma de posesión, Trump ha agitado las aguas con una amenaza directa a uno de los países fundadores de la OTAN. Durante su primer mandato ya mostró su interés en la isla, pero ahora regresa con un órdago que algunos interpretan como una estrategia para desviar la atención sobre la sentencia sobre el caso Stormy Daniels, que se hará pública el próximo 10 de enero.
Pese a ello, la Comisión Europea ha evitado reaccionar y se ha escudado en que se trata de un escenario “muy hipotético”. «Ha habido muchas amenazas que no se han materializado y no vemos ninguna necesidad en este momento de ir más allá», aseguró este miércoles Paula Pinho, portavoz principal de la Comisión Europea.
El Ejecutivo de la UE, por el momento, se limita a pedir respecto a la soberanía e integridad territorial de los países. Anitta Hipper, la portavoz del Servicio Europeo de Acción Exterior, calificó la soberanía como “una cuestión de principios” y añadió su deseo de “trabajar para lograr una agenda trasatlántica sólida con la nueva Administración de Estados Unidos”. Por su parte, la jefa de la diplomacia Europa Kaja Kallas todavía no se ha pronunciado.
Francia y Alemania reaccionan con firmeza
El ministro de Exteriores francés Jean Noel Barrot ha avisado a Trump de que no puede “amenazar las fronteras de la UE” y ha calificado esta afrenta de Estados Unidos como “una forma de imperialismo”. Desde París, por lo pronto, tienen muy claro el mensaje. «No es cuestión de que la UE permita que otras naciones del mundo, sean quienes sean, ataquen sus fronteras soberanas», expuso Barrot en una reunión con diplomáticos galos, y añadió que, aunque no creía que Estados Unidos «invadiera» Groenlandia, «hemos entrado en una era en la que está volviendo la ley del más fuerte».
Desde Alemania, que celebra elecciones en apenas un mes, el canciller Olaf Scholz reconoció la “inquietud” que estas amenazas están generando en los socios europeos. «No se deben mover las fronteras por la fuerza. Este principio se aplica a todos los países, tanto del Este como del Oeste. En las conversaciones con nuestros socios europeos, hay cierta inquietud por las recientes declaraciones de los Estados Unidos. Está claro: debemos permanecer unidos», afirmó Scholz.
Bruselas, en cambio, sí ha confirmado que Dinamarca podría acogerse al artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea en caso de que Groenlandia fuese atacada. Este instrumento establece que si un Estado miembro de la UE es víctima de una agresión armada, el resto de países europeos deben proporcionarle ayuda. Groenlandia no es parte de la UE —abandonó la por entonces Comunidad Económica Europea en 1985—, pero sí pertenece al Reino de Dinamarca.