El gobierno italiano, liderado por Giorgia Meloni, ha dejado su huella en los Juegos Olímpicos de París 2024 con comentarios que han generado controversia. En el centro de la polémica está la ministra de Familia, Natalidad e Igualdad, Eugenia Roccella, quien avivó las tensiones durante el día de clausura al referirse a la boxeadora argelina Imane Khelif. Roccella, sin presentar pruebas, la describió como “biológicamente un hombre” y sugirió que los Juegos Olímpicos estaban promoviendo «un nuevo patriarcado» que ataca la identidad de las mujeres al no reconocer «la realidad del cuerpo sexuado».
Ataques a la organización y a Macron
Las críticas desde la derecha radical italiana no se limitaron a Khelif. Matteo Salvini, vicepresidente de Italia, lanzó duras acusaciones contra la organización de los Juegos, criticando la logística y el trato a los atletas en la villa olímpica. Salvini también prometió una «hospitalidad diferente» para los próximos Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 en Milán y Cortina, y calificó de «superficial» la decisión de hacer nadar a los atletas en el Sena. Estos comentarios avivaron una retórica antifrancesa que ha estado presente en la derecha italiana desde los tiempos del fascismo.
La ceremonia de apertura, otro blanco para los italianos
La ceremonia inaugural de los Juegos también fue blanco de duras críticas. Salvini la calificó de “repugnante” y acusó a los organizadores de insultar a «miles de millones de cristianos» con una actuación que interpretó como una recreación blasfema de la última cena de Jesucristo. Otros miembros de la coalición derechista, como Carlo Fidanza y Federico Mollicone, compartieron estas críticas, denunciando la supuesta «decadencia de la moral» y la elevación del «transexualismo» como un valor absoluto.
La reacción europea y las insinuaciones sobre género
La controversia no se limitó a Italia. Nicola Procaccini, copresidente de los Conservadores y Reformistas Europeos, ironizó sobre la ceremonia inaugural, mientras que otro eurodiputado italiano, Marco Squarta, anunció que llevarían la cuestión a Bruselas, a pesar de que las instituciones europeas tienen poca influencia en la organización de los Juegos.
Roccella, por su parte, también atacó al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, criticando sus declaraciones sobre la inexistencia de un sistema científico sólido para distinguir entre hombres y mujeres. La ministra sugirió que el COI podría eliminar la distinción entre competiciones masculinas y femeninas en futuros Juegos Olímpicos si se sigue negando la posibilidad de distinguir científicamente entre géneros.
Meloni y la polémica sobre la boxeadora argelina
Giorgia Meloni fue de las primeras en convertir el combate entre Imane Khelif y la italiana Angela Carini en un caso político. La primera ministra argumentó que el enfrentamiento no había sido «en igualdad de condiciones» debido a los niveles de testosterona de la atleta argelina y sugirió que los deportistas con características genéticas masculinas no deberían competir en categorías femeninas. Esta postura fue rechazada por el COI, que reafirmó que Khelif es una mujer que ha competido en esta categoría durante seis años.
“Macronada”: el desprecio hacia Francia
Hermanos de Italia, el partido de Meloni, intensificó su animadversión hacia Emmanuel Macron, a quien acusan de haber gestionado mal la preparación de los Juegos y de haber tratado inadecuadamente al presidente italiano, Sergio Mattarella, durante la ceremonia de apertura. El portavoz del partido en el Senado, Lucio Malan, calificó los Juegos como una «macronada» y criticó al presidente francés por su manejo del evento.