El caso reciente de un hombre paquistaní llamado Muhammad, frustrado por ciudadanos británicos mientras intentaba agredir a una niña de 12 años, ha reavivado el debate sobre el impacto de ideologías radicales en el abuso sistemático de menores. Este caso individual es un reflejo de una crisis global, exacerbada en el Reino Unido por la actividad de pandillas de grooming (engaño con intenciones pederastas) que explotan a niñas vulnerables bajo justificaciones culturales o religiosas.
Las pandillas de grooming en el Reino Unido han sido responsables de abusos sistemáticos, trata de personas y asesinatos durante décadas. Según un informe de 2014 del profesor Alexis Jay, solo en la ciudad de Rotherham, más de 1.400 niños fueron víctimas de abuso entre 1997 y 2013. Este fenómeno ha sido posible debido a fallas políticas e institucionales, incluido el temor a abordar los orígenes étnicos de los perpetradores por miedo a ser catalogados como racistas.
En 2023, el Grupo de Trabajo sobre Explotación Sexual Infantil, establecido por el primer ministro Rishi Sunak, registró 115.000 delitos sexuales contra niños, de los cuales el 17% fueron cometidos por pandillas de grooming. Aunque se han realizado avances, incluidos más de 550 arrestos en el primer año de operación del grupo, el problema sigue siendo alarmante y estructural.
Elon Musk y las Críticas al Gobierno
El empresario Elon Musk ha sido una voz prominente en la denuncia de la inacción gubernamental frente a este problema. Musk ha señalado directamente a figuras como Keir Starmer, líder laborista y exdirector del Servicio de Fiscalía de la Corona (CPS), por presuntamente ignorar estos casos durante su mandato. Además, ha criticado a Jess Phillips, ministra de Salvaguardia, acusándola de encubrir escándalos como el de Oldham.
Musk sostiene que la corrección política ha permitido que estas prácticas continúen impunemente, una opinión compartida por otros críticos que señalan el temor institucional a abordar los aspectos étnicos y religiosos del fenómeno.
El problema de las pandillas de grooming no se limita al Reino Unido. Fenómenos similares han surgido en otros contextos, como la «Yihad del Amor» en la India, donde elementos radicales explotan diferencias religiosas para manipular y controlar a mujeres no musulmanas. Estos patrones reflejan una utilización ideológica de la religión para justificar abusos y perpetuar sistemas de explotación.
El perfil racial y cultural de los perpetradores ha generado intensos debates. Aunque figuras como Suella Braverman han afirmado que «casi todos» los culpables son hombres británico-paquistaníes, un informe del Ministerio del Interior del Reino Unido concluyó que no hay datos suficientes para respaldar tales generalizaciones. Esta falta de consenso ha perpetuado divisiones y alimentado desinformación, dificultando una respuesta efectiva y unificada.
En última instancia, el caso de Muhammad y los miles de víctimas documentadas en Rotherham, Rochdale y Oldham son un recordatorio inquietante de la necesidad de actuar con urgencia para desmantelar estos sistemas de abuso y garantizar justicia para quienes han sufrido en silencio.