El presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, ha ofrecido disculpas públicas este sábado tras la controversia por la declaración de la ley marcial, una medida revocada posteriormente por el Parlamento. En un mensaje a la nación, Yoon expresó «disculpas sinceras por la ansiedad y molestias» ocasionadas y prometió que «nunca habrá una segunda ley marcial» durante su mandato.
«La declaración de la ley marcial nació de la desesperación como presidente», explicó Yoon, según reportó la agencia Yonhap. Asimismo, aseguró que asumirá la «responsabilidad legal y política relacionada con este episodio» y dejó en manos de su partido, el oficialista Partido del Poder Popular ), la tarea de «estabilizar la situación política».
Críticas y exigencias de dimisión
La reacción de la oposición no se hizo esperar. El líder del opositor Partido Demócrata de Corea, Lee Jae Myung, calificó las disculpas de insuficientes y las tildó de «aumentar la sensación de traición y enojo» entre la ciudadanía. Lee exigió la renuncia inmediata del presidente y subrayó que «la posibilidad de que Yoon cometa algo más grave en el futuro es muy alta, por lo que su permanencia representa un riesgo para el país».
Por su parte, Han Dong Hoon, líder del PPP, admitió que la renuncia de Yoon parece inevitable. «Es una situación en la que es imposible para el presidente desempeñar sus funciones normalmente», declaró ante los medios, dejando abierta la posibilidad de debatir la mejor solución para el futuro del país.
La crisis se desató tras la inesperada declaración de la ley marcial el pasado martes, cuando Yoon acusó a la oposición, que domina el Parlamento, de bloquear medidas presupuestarias y de simpatizar con Corea del Norte. La decisión provocó la dimisión inmediata del ministro de Defensa, Kim Yong Hyun, quien asumió «toda la responsabilidad» por lo sucedido.
En respuesta, los partidos opositores presentaron una moción para destituir al presidente a través de un juicio político (‘impeachment’). Aunque el PPP cuenta con 108 escaños frente a los 192 de la oposición en el Parlamento, será necesario el apoyo de dos tercios de los legisladores para aprobar la destitución, un escenario que, por ahora, parece complicado.