Un año después de la ajustada investidura que aseguró el tercer mandato de Pedro Sánchez, la estabilidad del Gobierno pende de un hilo cada vez más delgado. La sesión de la Comisión de Hacienda de este lunes evidenció la fragilidad de la mayoría parlamentaria, rozando el desastre político en varias ocasiones. A pesar de lograr salvar una votación clave sobre los fondos europeos, el pleno del jueves mantiene un final incierto.
Hasta ahora, la coalición había presumido de sacar adelante votaciones trascendentales, especialmente aquellas ligadas a los fondos europeos, eje central de las dos últimas legislaturas. Sin embargo, esta vez el Ejecutivo se enfrentó a su prueba más dura con una votación que ponía en juego 7.200 millones de euros del quinto desembolso de estos fondos.
Tensiones entre socios
Las diferencias internas en la mayoría, especialmente en torno a la política fiscal, son cada vez más profundas. La disputa entre ERC y Junts, protagonistas de la negociación de investidura, se ha convertido en un obstáculo constante. Ambos partidos, decisivos, pero con posturas antagónicas, han tensado la cuerda hasta el límite.
El Ejecutivo tuvo que maniobrar entre posiciones irreconciliables: mientras pactaba con ERC, Bildu y BNG la prórroga del impuesto a las grandes energéticas, negociaba con un comunicado en el que prácticamente garantizaba lo contrario, eximiendo de tributos a empresas comprometidas con la descarbonización. Este doble juego refleja el esfuerzo por contentar a socios con intereses opuestos.
El giro liberal que incomoda a la izquierda
Hace apenas un mes, el Gobierno inició las negociaciones fiscales con grupos más cercanos a posiciones liberales. Esto incluyó el compromiso de no prorrogar el impuesto a las energéticas, decisión que generó fuertes críticas desde los grupos de izquierda. Los independentistas, por su parte, exhibió su influencia política al reivindicar que su presión evitó un impuesto que, según ellos, afectaba a la inversión empresarial en Cataluña.
Para ERC, esta dinámica resulta políticamente incómoda. Históricamente alineado con Sánchez desde 2018, el partido busca ahora reafirmar su capacidad de influencia para empujar al Ejecutivo hacia posiciones más progresistas. En este contexto, ERC se resistió hasta el último momento a aceptar el acuerdo sobre las energéticas, complicando la votación en la Comisión de Hacienda.
Presupuestos en el aire: el reto de sostener la legislatura
La actual división dentro del bloque progresista augura un escenario complicado para la aprobación de los próximos Presupuestos. Mientras que ERC, ahora sin el control de la Generalitat, adopta una postura más ideológica y distante de la negociación, Junts se consolida como un actor clave para desviar la mayoría hacia posiciones más conservadoras.
Bildu y otros grupos intentaron mediar con una propuesta que permitió desatascar la situación: un decreto para prorrogar el impuesto a las energéticas, aunque sin garantías de aprobación futura en el Congreso. Sin embargo, esta solución de última hora deja ver la complejidad de la mayoría y el desgaste en las negociaciones lideradas por María Jesús Montero.