Aunque el Gobierno de Pedro Sánchez ha celebrado el aumento de la tasa de ahorro de los hogares como un logro económico, este fenómeno revela más carencias estructurales que éxitos en su gestión. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de ahorro alcanzó el 11,7% en 2023, un dato casi el doble que el del año anterior. Sin embargo, detrás de este incremento se esconden decisiones políticas que han llevado a las familias a priorizar el ahorro por miedo a un futuro incierto y a las dudas sobre la estabilidad económica.
¿Qué es la tasa de ahorro y por qué ha aumentado?
La tasa de ahorro mide el porcentaje de renta disponible que los hogares no destinan al consumo. En teoría, un aumento en este indicador podría interpretarse como un síntoma de prosperidad. Sin embargo, en el caso español, el incremento está más relacionado con la incertidumbre económica que con una mejora real en la calidad de vida de las familias. Durante 2023, la tasa de ahorro alcanzó el 17,3% en el cuarto trimestre, un dato alto en comparación con años anteriores. Pero, ¿qué llevó a los ciudadanos a ahorrar más? Según el economista Javier García Arenas, el aumento no solo se debe al crecimiento de la renta bruta disponible, sino también al estancamiento en la inversión de los hogares, que prefieren guardar sus recursos ante el temor a un empeoramiento de la situación económica.
El Gobierno se ha apresurado a atribuir este aumento del ahorro a sus políticas, pero los datos sugieren una gestión deficiente de la inflación y de los recursos públicos. Aunque el IPC se moderó al 2,5% en 2024, esto ocurrió tras un 2023 marcado por una inflación del 3,5%, que debilitó significativamente el poder adquisitivo de las familias. Las medidas de contención de precios llegaron tarde y fueron insuficientes, obligando a los hogares a ajustar sus gastos. Además, el alivio en la carga de las hipotecas gracias a la política monetaria fue impulsado por los recortes en los tipos de interés del Banco Central Europeo, no por decisiones del Gobierno. A pesar de estos factores externos, el Ejecutivo ha intentado capitalizar los datos como un logro propio.
Mercado laboral
El Gobierno también ha destacado las cifras récord de empleo, con 21,3 millones de afiliados a la Seguridad Social y un paro en mínimos desde 2007. Sin embargo, estas cifras esconden la precariedad laboral y el estancamiento de los salarios en muchos sectores, donde las subidas no han sido suficientes para igualar el coste de la vida. Aunque las subidas salariales han replicado parcialmente el alza de precios, muchos hogares siguen sufriendo para llegar a fin de mes, lo que refuerza su necesidad de ahorrar como medida preventiva. Esta situación no refleja una economía robusta, sino una población que desconfía de la estabilidad económica.
Un ahorro impulsado por la incertidumbre
El aumento del ahorro también se explica por el crecimiento de la población pensionista, que tiende a consumir menos y a reservar recursos. Esto, combinado con la falta de estímulos efectivos para el consumo y la inversión por parte del Gobierno, genera un escenario en el que las familias optan por guardar lo poco que pueden.
El incremento de la tasa de ahorro no es un logro del Gobierno, sino una respuesta defensiva de las familias ante un contexto de incertidumbre económica y una gestión ineficiente de los recursos. En lugar de atribuirse méritos, el Ejecutivo debería centrarse en reducir la precariedad laboral, garantizar subidas salariales reales y aplicar políticas fiscales que generen confianza entre los ciudadanos.
El verdadero éxito no se mide en tasas de ahorro elevadas provocadas por el miedo al futuro, sino en una economía estable donde las familias puedan invertir y consumir sin temor. Hasta ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez no ha dado muestras de estar a la altura de este desafío.