El movimiento ha surgido como respuesta al turismo masivo y a la gentrificación que ha afectado a Lavapiés. «¡Que no se atrevan a comprar un edificio más!», es el lema de los folletos distribuidos por los miembros del sindicato. La estrategia es simple pero efectiva: tocan el timbre de los pisos, explican brevemente su propósito y, si se les permite el acceso, dejan tarjetas informativas en los buzones y hablan directamente con los vecinos.
El problema de los fondos buitre
Una decena de activistas se reunió en la plaza de Lavapiés para iniciar la jornada, tras haber evaluado y seleccionado edificios de propiedad vertical, es decir, aquellos con un único propietario. Estos edificios son especialmente atractivos para los fondos buitre. Divididos en dos grupos, recorrieron el barrio informando a los residentes sobre cómo pueden proteger sus hogares.
Aumento de las viviendas turísticas
La primera brigada se dirigió a la calle de la Cabeza, donde Virginia relató su historia a los vecinos. «Llevo 27 años en mi casa, pero ya me ha llegado el burofax de que debo irme el 31 de mayo sin derecho a nada. No les interesa subir el alquiler, solo quieren hacer vivienda turística«, explicó.
Un tema que no preocupa a todos
Las brigadas encontraron diferentes reacciones entre los vecinos. Algunos mostraron preocupación y prometieron discutir el tema con sus familias. Otros no abrieron sus puertas, ya sea por desconfianza o falta de interés.
La brigada también se encontró con un edificio gestionado por la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo (EMVS). Allí, una mujer relató cómo la vivienda pública le ha permitido reconstruir su vida tras ser víctima de violencia de género.
Libertad de mercado
Sin embargo, no todos los encuentros fueron exitosos. En uno de los edificios, la brigada descubrió que la mayoría de los pisos ya habían sido convertidos en alojamientos turísticos gestionados por la empresa Mit House. «Revientan el mercado y con ello el modelo de vida de todo el barrio», lamentó Lucas.
Lavapiés, epicentro de la ocupación
La okupación en Lavapiés ha sido fuente de controversia y conflicto. Los defensores argumentan que la okupación es una forma legítima de resistencia contra la especulación inmobiliaria y un medio necesario para garantizar el derecho a la vivienda. Sostienen que los okupas revitalizan edificios abandonados y contribuyen a la vida cultural y social del barrio.
Por otro lado, los detractores, que incluyen a algunos propietarios, políticos y vecinos, ven la okupación como una violación de la propiedad privada y un problema de seguridad. Argumentan que puede conducir a situaciones de ilegalidad y desorden, y a menudo llaman a las autoridades para desalojar a los okupas.