En las últimas semanas, los principales partidos políticos de España han enfrentado una serie de dimisiones que reflejan las tensiones internas y los desafíos de liderazgo. Desde el PSOE hasta Vox, pasando por el Partido Popular, estas renuncias han evidenciado desacuerdos sobre gestión y democracia interna, dejando una estela de controversias y debates sobre el futuro de estas formaciones.
Turbulencias en Madrid y protestas internas en el PSOE
En el Partido Socialista, la dimisión de Juan Lobato como secretario general del PSOE de Madrid ha sido el foco de atención. Lobato anunció su renuncia tras semanas de enfrentamientos con la dirección nacional, argumentando que buscaba frenar la división interna y proteger la unidad del partido. Aunque continuará como senador, su decisión ha dejado al PSOE-M en una encrucijada, con la diputada Isaura Leal designada para liderar una gestora hasta las primarias.
Lobato criticó lo que denominó un “linchamiento” por parte de dirigentes del PSOE, señalando una falta de tolerancia hacia quienes discrepan de la línea oficial del partido. En su carta de despedida, enfatizó la necesidad de fomentar una política basada en el debate y la cooperación, en lugar de la confrontación interna.
Por otro lado, Javier de los Nietos, exalcalde de El Boalo, también anunció su salida del PSOE tras acusar a la dirección federal de implementar medidas autoritarias que limitan la participación de la militancia. En su carta, De los Nietos denunció que las decisiones recientes, como el aumento del porcentaje de avales para las candidaturas a la secretaría general, son un intento de consolidar el poder de las élites del partido. Estas críticas han reavivado el debate sobre la democracia interna en el PSOE y el papel de las gestoras como herramienta de control.
Tensiones en el PP por la gestión de la DANA
En el Partido Popular, la gestión de la DANA que afectó a Valencia el pasado octubre ha generado una crisis política a nivel autonómico. Paula García, concejala de Aldaia y hasta ahora ‘número dos’ del Ayuntamiento, anunció su dimisión de todos los cargos en el partido, alegando sentirse desrepresentada por la falta de acción del PP durante la emergencia.
García criticó tanto a Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, como a otras figuras del partido, a quienes responsabilizó de la inacción frente a la crisis. Además, instó a una depuración política en todos los niveles, incluyendo al alcalde de Aldaia, Guillermo Luján, del PSOE, por su gestión insuficiente durante la emergencia.
Su renuncia se suma a las protestas ciudadanas que han exigido la dimisión de Mazón, intensificando la presión sobre el PP valenciano. Estas tensiones han puesto de manifiesto las diferencias internas sobre cómo abordar las críticas por la gestión de desastres.
Disputas en los grupos municipales de Vox en Oviedo y Salamanca
En Oviedo, el grupo municipal de Vox ha sufrido una nueva fractura tras la salida de Elena Figaredo, concejala y prima del presidente nacional del partido, José María Figaredo. Elena decidió abandonar el grupo tras meses de enfrentamientos con sus compañeras Sonsoles Peralta y Alejandra González-Roque, aunque mantendrá su acta como edil del grupo mixto. La portavoz municipal de Vox, Peralta, acusó a Figaredo de «traicionar por dinero y ego», mientras que Figaredo replicó asegurando que no necesita «lecciones de lealtad». Estas tensiones reflejan una división que no solo afecta la operatividad del partido en el consistorio, sino también la imagen pública de Vox en Asturias.
La situación en Salamanca también evidencia fisuras significativas dentro del partido. Esta semana, Javier Teira, vicepresidente provincial, dimitió por discrepancias con el presidente Carlos Menéndez. Aunque Teira seguirá como procurador en las Cortes de Castilla y León, su salida ha intensificado las críticas de los afiliados hacia una dirección provincial a la que acusan de estar «secuestrada» por antiguos miembros del PP.
Esta crisis no es nueva; en 2019, más de 70 afiliados abandonaron Vox en Salamanca, por lo que consideraban una «dictadura» del entonces líder provincial, Rafael Revert. Además, el distanciamiento con el PP tras la ruptura de los gobiernos de coalición ha generado un malestar adicional en las bases del partido.