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25 Nov 2024
25 Nov 2024
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Descubre tu ideología

las ideologías ya no se miden de izquierda a derecha, sino de arriba a abajo
Sánchez y Feijóo

Hablar de calidad política en nuestro país es hablar, inevitablemente, de la calidad de nuestra democracia. Nací en los noventa, y aunque mi vida no ha sido especialmente larga, he experimentado en carne propia una serie interminable de casos de corrupción. Solo a partir de este siglo puedo recordar la Gürtel, el caso Bárcenas, los ERE de Andalucía, el caso Pujol, el caso Malaya, Bankia…

Tanto fue, que presenciamos el fin del bipartidismo. Aquel punto de inflexión, con el 15M de catalizador, marcó un antes y un después en el escenario político español. Falsamente atribuido a Pablo Iglesias y Podemos, aquel descontento generalizado hizo temblar los entramados políticos imperantes y desafiaron el orden establecido.

Hoy, casi 15 años después, los actores pueden haber cambiado, pero el problema de fondo sigue siendo el mismo. La imagen del político está profundamente deteriorada. Lo preocupante es que esta percepción negativa no se limita a la figura individual, sino que ha cruzado fronteras, afectando su forma de comunicar, su estilo de vida y su comportamiento en el Congreso. Incluso gestos, como los de la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, han generado una reacción de odio. Pero, con mucho, lo más grave es que esta desconfianza ha alcanzado a las instituciones mismas, que son las grandes perjudicadas en todo este proceso.

Si nos detenemos a analizar la política española, ¿cuánto de lo que sucede ahí se refleja también en nuestras relaciones profesionales? Vemos una sucesión de pequeñas corruptelas, mentiras, medias verdades y falsas promesas, presentadas de forma que insultan el sentido común del receptor, y que nos mantienen divididos en asuntos que apenas nos afectan, mientras ocultan lo que realmente podría unirnos. Si de verdad nos detuviéramos a reflexionar, habrían surgido muchos movimientos como el 15M desde aquel 2011 lleno de esperanza, una esperanza de la que apenas queda gota por culpa de una clase política que pide a gritos un cambio integral de su estructura interna.

Todo político que fomenta o permite el circo mediático y estructural es cómplice de la situación que vivimos. Y toda persona que tolera en la política comportamientos que no permitiría en su vida profesional o personal está dando un poder desmedido a un grupo que poco o nada ha hecho para merecerlo.

Un vecino, compañero de trabajo o amigo que piense distinto a ti hace infinitamente más por tu bienestar que cualquier político afín a tu ideología. Y eso me lleva a pensar que, en realidad, las ideologías no existen como creemos. Hoy no se trata de derecha o izquierda. Se trata de honestidad frente a deshonestidad. Responsabilidad frente a conformismo. Calidad frente a mediocridad. Verdad frente a mentira.

La próxima vez que discutas de actualidad con un familiar, no olvides señalar cuál es tu verdadera ideología: la misma que la suya, y la contraria a la de la clase política. Porque, hoy en día, sabemos que no nos gobierna la ley, sino la ideología de la mentira. La política es una herramienta en el enfrentamiento que estamos viviendo: políticos vs ciudadanos. Sus reglas no contemplan ni la moralidad, ni la verdad. ¿Acaso eso está equilibrado?

Frente a las divisiones entre ciudadanos, debemos encontrar puntos en común, y esos puntos nos llevan a la verdadera ideología que nos gobierna: la del mal funcionamiento de los partidos políticos, la falta de separación de poderes, la polarización extrema, la incapacidad de cooperar incluso cuando comparten ideas, unas primarias que concentran el poder absoluto en el líder del partido, el despotismo democrático, la legitimidad infinita que otorgan las elecciones, los insultos, las calumnias, la baja calidad de las leyes, las mentiras, la precariedad económica…

Nosotros vivimos bajo un orden natural, civilizado y reglado, pero su narrativa ha excluido el debate racional. Las instituciones ya no se respetan ni a sí mismas, y con cada legislatura lanzan un órdago, dejando al siguiente gobierno un país en reconstrucción y vacío de valor popular.

Debemos buscar verdades morales entre nosotros, los ciudadanos: la amistad, la tradición, la familia, la responsabilidad, la verdad o el compromiso. Porque en España, las ideologías ya no se miden de izquierda a derecha, sino de arriba a abajo.

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