Los hechos son los siguientes: en las fotos de redes sociales y apariciones públicas de actrices, cantantes, influencers de lifestyle, famosas y famosos en general –pero más famosas que famosos– están empezando a aparecer libros.
No es de extrañar. Un libro siempre queda bien entre tus manos, bajo el brazo o acompañando a la mesa. Los libros son sexys. Leer es sexy. Como manda el principio de autoridad, la influencia de una persona relevante obtenida en cualquier área es fácilmente transferible a otra cualquiera, solo por el hecho de que la admiración hacia esa persona nos ciega.
Los influencers «todólogos», lo mismo te hablan de medicina, de comidas y hasta de libros
Una influencer famosa por sus modelitos de ropa te recomienda unas pastillas y tú vas y te las chutas. Conocimiento en medicina: -1; riesgo para tu salud, +100. Un influencer famoso por probar comida de supermercados te da consejos avanzados de nutrición y tú vas y te pones a dieta siguiendo sus indicaciones. Probabilidades de éxito: 0. Pasa todos los días.
En el caso que nos ocupa, ahora los famosos en todo menos en literatura te enseñan y te recomiendan libros que seguramente –tiene toda la pinta– no se hayan leído. Y tú vas y te los compras porque confías más en ellos que en el crítico de turno; que en Jesús Maestro, por decir algo –por mucho que a muchos algo así les pueda parecer imposible–.
¿Un postureo que puede formar nuevos lectores?
Ante la aparición repentina de tanto libro entre las fotos y vídeos de tantos famosos, la duda es: ¿la gente famosa lee, parece que lee, o hace como que lee?
Mi opinión es que la respuesta a esta pregunta da exactamente igual. Allá ellos. Lo importante es que el libro ha hecho por fin acto de aparición entre personas que mueven a millones, todas susceptibles de convertirse algún día en lectores. Cuanto más dure esta moda de salir con un libro, de mostrar su título, su autor, de parecer cultos, mejor.
Mejor que un libro, nada. Si la superficialidad y la farsa de fingir que se lee cuela y mueve a los más crédulos a seguir su ejemplo y engañarse leyendo, bienvenido sea el postureo.