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17 Sep 2024
17 Sep 2024
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Las brutales torturas de Shelly Knotek

El diablo toma diversas formas

Shelly Knotek, la protagonista de este caso brutal, vivía con su madre, Sharon, con serios problemas de adicción hasta que su padre contrajo nupcias con una buena mujer llamada Lara.

La madre de Shelly, Sharon, decidió que ahora su padre se llevara a los niños, uno con 4 años, Chuck (que no hablaba) y Shelly con 6. Así que la recién casada se vio criando a los hijos de su marido. Se arrepentiría después.

Sharon acabó muriendo en un motel y dejando otro bebé, que también acabaría en casa de Lara y Less, su marido (al que aún no habíamos puesto nombre). Shelly tenía una larga cabellera rizada y unos ojos preciosos, ahora contaba con 13 años. Desde el principio, Shelly tenía accesos de ira continuos y se negaba a hacer nada de lo que le mandaban. Poco a poco pasó de tener una conducta disruptiva a oscura y sádica, sobre todo con sus hermanos pequeños. A estos les colocaba, entre otras cosas, cristales machacados en sus zapatitos para cortarles los pies. A los 15 años superó todos los límites acusando a su padre de violación.

Este hecho, aparte del dolor que causó a sus padres, no llegó a más, ya que todo era mentira de la chica y se confirmó porque era virgen. Era una mentirosa patológica. Tras este hecho tan doloroso para sus padres, comenzó a vivir con sus tíos, sus abuelos y demás familiares que quisieron acogerla. Les arruinó la vida a todos sin excepción, incluso acusando a su abuelo de abusos.

En la preparatoria conoce a Randy, el que sería su primer marido a los 19 años. La pareja se fue a vivir con los padres de Shelly y se casaron de forma rápida. El pobre Randy acababa de caer en la trampa.

Poco a poco vio emerger la verdadera personalidad de su preciosa esposa. Sus padres le daban todo lo que quería con tal de que no les hiciera la vida imposible y a Randy lo sometió a maltratos y humillaciones. Confiscó todos sus cheques de pago desde la empresa e incluso le obligaba a dormir fuera en el duro invierno sin nada con que cubrirse.

A los 20 años, tuvo a su primera hija, Nikkie, que no quería y dejó con su abuela durante un año separándose de Randy.

Cuando apareció de nuevo, recogió a la pequeña y se fue con su segundo esposo. Cinco años duró este segundo matrimonio, que si cabe era más abusivo que el anterior. Su marido acabó desapareciendo sin saber a dónde…

Con su tercer marido, el sadismo y la ira de Shelly llegó a límites insospechados. Su primera víctima de esta nueva etapa fue su marido David, al que golpeaba, robaba el dinero y le instaba a suicidarse. Utilizaba la técnica de “manipulación de David” cómo Shelly lo llamaba. Vio en ese hombre destrozado psicológicamente su cómplice para las más escabrosas y terribles torturas, que comenzarían con sus dos hijas. Además de Nikkie ahora también estaba Sally la pequeña.

Con Nikkie se ensañó de forma continua sin ninguna razón aparente, golpes, mordiscos, humillaciones… tal era la euforia que sentía este ser al hacer daño a su hija que incluso saltaba encima de la niña. Nikkie nunca se quejó y se tapaba las heridas para ir al colegio. Su madre, no les dejaba tomar duchas, eran bañadas con la manguera en invierno, no podían usar ropa limpia, ir al baño sin su permiso y las encerraba, durante incluso veranos enteros, en sus habitaciones. La técnica tras este sadismo era llenarlas de amor y pedirles perdón durante unos días, a lo cual las niñas lo único que querían era complacerla para que ese estado fuera continuo.

Comenzó a practicar lo que se puede considerar torturas, e incluso les llegó a poner nombre. Su favorita era “revolcarse”. Shelly despertaba a Nikkie en medio de la noche. Llenándola de insultos, la llevaban al patio y desnuda la hacía revolcarse en el suelo mientras David la rociaba con una manguera helada y ella debía gritar que era un cerdo. Podían pasar incluso dos horas hasta que Shelly decidía darle una ducha con agua hirviendo a la pequeña.

Pasando el tiempo, las torturas a sus hijas le empezaron a aburrir, así que buscó nuevas víctimas. Aparece en la historia su sobrino Shein, cuyo padre está en prisión y Shelly se ofrece a “cuidarlo”. El chico de trece años, sintiéndose muy agradecido, ya que conocía a sus primas desde siempre, hacía todo lo que Shelly le mandaba. Era su próxima víctima.

Las tareas que se le adjudicaban eran interminables y comenzó en poco tiempo a implementar castigos cuándo no se hacían las cosas como ella quería. También fue sometido a las torturas conocidas y a nuevas que incluyeron también cuchillos y cortes variados. Incluyó abuso de índole sexual con Shein.

Shelly se encargó de devastar a sus hijas y sobrino que eran incapaces de revolverse ni protestar a su madre. Por sus manos pasaron también una amiga que pasaba por un mal momento y un veterano de guerra del que era “cuidadora” que dejó todo a Shelly cuando murió por un accidente, que probablemente no fue tal cosa viendo su trayectoria personal.

Esta mujer siguió sus torturas durante años hasta que las dos hermanas(ya que el sobrino había muerto por inanición) se unen por fin y acuden a la policía cuando ya tenían la mayoría de edad. Existe una tercera hermana, Tori, hija de David, que nunca vivió esa pesadilla pero que se une a sus hermanas. Estas relatan todo lo que habían vivido desde niñas y David cae también presionado por la policía.

No había pruebas suficientes a estas alturas y se pensó que el caso no iba a llegar a la justicia, pero finalmente fueron encarcelados.

David, tras 18 años en la cárcel, está libre desde 2016 y Shelly tras 22 años, obtuvo la libertad con más de 65 años en 2022.

Esta historia decidieron reflejarla en un libro escrito por Greg Olsen “If you tell” con el testimonio real de las protagonistas que consiguieron sobrevivir a la madre más malvada de Norte América.

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