Jean-Luc Mélenchon, líder del partido de La Francia Insumisa. JULIEN MATTIA
La primera vuelta de las elecciones francesas ha posicionado a la reciente unión de partidos de izquierda como la única fuerza posible para hacer frente a la extrema derecha, encarnada en Marine Le Pen y en su partido Agrupación Nacional (RN), que logró acaparar más de un 33% de los votos en la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia.
Esta agrupación de izquierdas, el Nuevo Frente Popular (NFP), engloba a partidos como La Francia Insumisa, el Partido Socialista, el Partido Comunista, los ecologistas y otras fuerzas progresistas. La alianza consiguió el 28,1% de los votos, posicionándose como la opción favorita entre los jóvenes de 18 a 24 años en Francia, según Ipsos.
Entre los partidos que forman el Nuevo Frente Popular, el que más recelo despierta, sin duda, es el de La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. La agrupación de izquierda radical estaba siendo uno de los principales obstáculos para unificar las fuerzas políticas en Francia más allá de la izquierda en un denominado frente “republicano”. De hecho, a pocos días de que se celebrase la primera vuelta de las elecciones legislativas, NFP seguía sin resolver la cuestión de quién sería su candidato a primer ministro, en parte, por las diferencias de Mélenchon con el resto de compañeros de coalición.
El líder izquierdista afirmó el pasado 12 de junio que, en caso de ganar las elecciones, el primer ministro debería salir del partido de la coalición con más escaños en el Parlamento. Se apoyaba así en un reparto de circunscripciones que favorecía de entrada a su formación, ya que presentaba a 229 candidatos, a diferencia de los socialistas (175), los ecologistas (92) y los comunistas (50).
Sus compañeros de coalición no tardaron en responder. Olivier Faure, primer secretario del Partido Socialista, secundado por los ecologistas y los comunistas, habló de la necesidad de una votación de todos los diputados de la coalición, una vez pasadas las elecciones, para designar el candidato, mientras que el expresidente François Hollande, cuya candidatura a diputado en Corrèze ha sido muy criticada, pidió al líder de los insumisos “que se callara”.
De todos modos, el Nuevo Frente Popular ha tratado durante toda la campaña de dejar en un segundo plano al controvertido líder insumiso, que ni siquiera ha participado en los dos debates electorales celebrados. Tampoco habló en nombre de su formación en el llamamiento a un frente “republicano” de todas las fuerzas posibles que hicieron líderes del NFP la noche del domingo de las elecciones.
La estrategia de identificar toda la alianza de izquierdas con Mélenchon parece estar funcionando: Le Figaro, el periódico de la derecha tradicional, dedica su portada a una gran foto de Jordan Bardella, el candidato a primer ministro por el partido de Le Pen, y Mélenchon, englobando en este a todo el NFP, justo la imagen que los partidos de izquierda moderada han intentado evitar todo este tiempo.
Rechazo de Mélenchon entre el electorado socialdemócrata
Los dirigentes de la coalición de izquierdas eran conscientes del rechazo que la figura del líder insumiso provocaba en el electorado socialdemócrata, el grupo de votantes clave para recuperar a aquel electorado macronista opuesto al giro a la derecha del mandatario en los últimos años. Ya no goza del mismo apoyo con el que contaba en las elecciones legislativas de 2022, ni dentro de su movimiento, ni en la izquierda en general.
La caída de su popularidad, en parte, se explica por varios motivos. Entre ellos, destacan la ausencia de democracia interna en su partido; el apoyo inquebrantable al diputado Adrien Quatennens, condenado por violencia de género, aunque una parte del movimiento pedía su dimisión; la estrategia del ruido y la furia en el Parlamento y las invectivas dirigidas a los periodistas; y también un discurso que, en muchas ocasiones, roza el antisemitismo.
“Mélenchon tiene una doble dimensión: es una de esas figuras políticas de las que los franceses dicen que representan un peligro para la democracia, y al mismo tiempo tiene la capacidad de atraer a una parte del electorado que siente que solo él puede defenderla”, explica Emmanuel Rivière, especialista en opinión pública y profesor en la Sorbona y en el Instituto de Ciencias Políticas de París (Sciences Po). “El impacto de su figura en las clases populares es real. En los barrios pobres de Marsella, por ejemplo, su nombre es clave para movilizar a los votantes que si bien no saben qué es el Nuevo Frente Popular, sí tienen claro quién es Mélenchon”, ahonda el politólogo Maxime Quijoux, miembro del think tank Intérêt General, en la órbita de la izquierda.
Mélenchon siempre recuerda que, en las presidenciales de 2022, estuvo cerca de vencer a la ultraderecha, quedando tercero en la primera vuelta, con el 22% de los votos, apenas 600.000 votos menos que el RN de Marine Le Pen, que quedó segundo. En las europeas del pasado 9 de junio, con el 9,9% de los votos, el movimiento fue capaz de ganar un millón de votantes más que en 2019.
Así nació La Francia Insumisa
Mélenchon (Tánger, 1951) abandonó el Partido Socialista en 2008 y, bajo la bandera del Frente de Izquierda, fue elegido eurodiputado en 2009. También fue el candidato de esta coalición en las elecciones presidenciales de Francia de 2012, cuando obtuvo más de cuatro millones de votos (el 11%). Fue más tarde, en el 2016, y con la intención de presentarse de nuevo a las elecciones presidenciales en 2017, cuando fundó el movimiento La Francia Insumisa.
Entre esos cinco años que pasaron desde unas elecciones a las otras, a Mélenchon le dio tiempo de adoptar un discurso populista. En el 2017, ya no se dirigía al “pueblo de izquierdas” como sí que lo hacía en 2012, durante su primera campaña presidencial, sino al “pueblo” a secas. El cambio también se notó en los símbolos: en los mítines de Mélenchon de 2017 cada vez había menos banderas rojas y más banderas tricolor.
La apuesta populista también le supuso una ruptura organizativa. En 2012, Mélenchon se presentó a las elecciones como candidato del Frente de Izquierdas, una alianza compuesta por el Partido Comunista, el partido de inspiración trotskista Ensemble y el Partido de Izquierdas (fundado por él mismo). En 2017, en cambio, decidió ir por libre.
En febrero de 2016 presentó en solitario su movimiento La Francia Insumisa, sin esperar a sus antiguos aliados comunistas. Meses después, los propios comunistas decidieron, por un estrecho margen, apoyas la campaña de Mélenchon.
Una de sus apuestas por aquel entonces era la presencia en redes sociales. En los últimos meses antes de las elecciones presidenciales de 2017, Mélenchon se convirtió en un youtuber y su canal acumulaba ya casi 300.000 seguidores. En su programa semanal en Youtube, el candidato insumiso comentaba la actualidad con detalle y con un tono pedagógico alejado de la agresividad que a menudo mostraba en público.
La Francia Insumisa parte, también, de un movimiento social preexistente. La candidatura de Mélenchon no deriva de un movimiento como el de Podemos, por ejemplo, que fue la traducción electoral del 15-M. La de Mélenchon, sin embargo, surgió a raíz de las movilizaciones contra la reforma laboral impulsada por François Hollande y Manuel Valls en la primavera de 2016.
Similitudes con Podemos
“Sí se puede”. Así despidió el 21 de abril de 2017 la campaña electoral el izquierdista Mélenchon, acompañado en un pequeño mitin en el distrito 19 de París por el entonces líder de Podemos, Pablo Iglesias. «Todo el mundo nos mira. No sabéis la esperanza que esto despierta», dijo el candidato de Francia Insumisa ante los allí presentes, a lo que respondieron entre cánticos de «resistencia» y «el pueblo, unido, jamás será vencido».
De igual forma, Pablo Iglesias explicó que el izquierdista francés es el presidente que «no solo los franceses, sino los europeos» necesitan para «hacer frente a Merkel», y así poder recuperar las bases de la democracia: «la libertad, la fraternitad y la igualdad», además de devolver «al primer plano» los derechos de «los trabajadores y los empresarios patriotas que pagan impuestos».
Qué es el Frente Popular, el antecedente del Nuevo Frente Popular
Tras anunciarse la convocatoria electoral en Francia, la izquierda reaccionó rápidamente para tejer una alianza a la que han llamado Nuevo Frente Popular, en referencia a la coalición antifascista Frente Popular (FP) que existió en Francia entre 1936 y 1938. Pero, ¿en qué consistió este Frente Popular?
Con el triunfo de Hitler en Alemania y el de Mussolini en Italia, el avance de la derecha francesa provocó una crisis política en el gobierno con la renuncia de todo el gabinete y el primer ministro. La clase obrera respondió con huelgas y manifestaciones para enfrentarlos.
El 14 de julio de 1935 se realizó una gigantesca manifestación en la Plaza de la Bastilla, la “Concentración popular”, donde se conformó el comité dirigente de la coalición que daría inicio al Frente Popular, fundado oficialmente en diciembre de ese año. Reunía al Partido Radical, al Partido Socialista, al Partido Comunista, a la Confederación General del Trabajo (CGT) y a la Confederación General del Trabajo Unitaria. La coalición gobernó Francia entre 1936 y 1938.
El 3 de mayo de 1936 la coalición del Frente Popular ganó las elecciones generales francesas. En su programa no se incluían grandes reformas estructurales (debido a la oposición mutua entre radicales y comunistas) pero sí se hablaba de la «restauración de la capacidad de compra suprimida o reducida por la crisis» y de las políticas deflacionistas.
Solo pocos días después de conocerse la victoria electoral, se desencadenó una impresionante oleada de huelgas que tenían como objetivo presionar al futuro gobierno de izquierdas. Durante estas huelgas, se produjo un aumento espectacular de la afiliación al sindicato CGT, se ocuparon fábricas para presionar a los patronos y se produjeron más de 17.000 conflictos donde participaron millones de trabajadores.
Las huelgas terminaron cuando el nuevo gobierno, la patronal y la CGT, único gran sindicato francés, firmaron los Acuerdos de Matignon el 7 de junio, solo tres días después de haberse constituido el nuevo gabinete. Se estableció la semana laboral de 40 horas, vacaciones pagas, respeto de los derechos sindicales, contratos colectivos y aumentos salariales. Entre las políticas desarrolladas por el gobierno del Frente Popular se encontraban las relacionadas con la democratización del deporte. Con el tiempo, la ineficiencia del FP para responder a los intereses estratégicos del capital llevaría a su hundimiento.