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17 Sep 2024
17 Sep 2024
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Guardarse los audios de Nilson fue apoyar al asesino y descuartizador

La manipulación mediática española ocultó deliberadamente audios claves del caso Daniel Sancho, protegiéndole a él y a su padre

De la maltrecha mala imagen internacional de España que está dejando este caso hay una que, por esperpéntica, debería ser, en general, llevada a los juzgados de Plaza de Castilla. Y me estoy refiriendo a la cantidad de semanas, concretamente más de tres meses y medio, que unos audios concisos en donde se demostraba que Rodolfo Sancho había comprado a un testigo falso para el juicio por asesinato con premeditación y descuartizamiento contra su hijo quedaron censurados por órdenes de arriba. O eso fue lo que alguien de una productora me dijo ante mis incesantes preguntas de por qué se paralizó la exclusiva de lo que iba de caso y en su punto más álgido.

El pasado 14 de mayo y en el programa de Cuatro Código 10 se expusieron mensajes de texto explícitos de Rodolfo y Chipirrás donde clamaba al cielo con la claridad que negociaban con el tal Nilson, un tipo que al inicio de todo este embrollo pareció ser un ex de Arrieta que sintió la presión del cirujano, cuando pasado el tiempo es más que probable que ni siquiera lo hubiera conocido y que, por lo tanto, aquella denuncia por amenazas fuera inventada. Meses antes Sonsoles Ónega, en un homenaje al cine gore que por ahora se ha quedado sin premio a la mejor interpretación, lo llevaba a su plató para balancearse sin esfuerzo aparente en el borde del precipicio de la moral ante millones de televidentes: “el hombre que pudo ser Daniel Sancho”, decía señalando a Nilson, la periodista mejor amiga de nuestra reina, de la que fue compañera de plató de informativos allá por los años 1998 y 1999 en aquel Canal Plus del Grupo Prisa.

En aquellos WhatsApp de Rodolfo a Nilson se leían cosas como estas: le prometió «un regalito» cuando cobrara un dinero, y el muy lamentable, «no puede parecer que te estoy pagando como testigo, pues tu declaración ante el juez podría considerarse nula«. Había más e incluso comprobantes de transferencias por cerca de 10.000 euros, cuando un visado y un billete de avión no llegan a los 1.500. Que le asegurara Rodolfo a Nilson que quería ayudarle «a comprar esa casa de tus sueños» terminó por asestar un golpe casi definitivo a la defensa que, al día siguiente, según anunciaron a bombo y platillo en Código 10, mostrarían los mensajes de voz, que según los que allí comentaban, eran mucho más explícitos. Pues bien, no sólo todo aquello se apagó por completo, sino que la propia competencia ni se dio por aludida. No sé, imagínense que fallece una tonadillera de las que llena estadios y que un canal lo comenta y el resto lo ignora. El complot general es evidente. El blanqueamiento, incluso después de descubrirnos que Daniel preparó el macabro asesinato, sigue siendo constante. Y claro, algún día habrá que descubrir el porqué.

Pero el asunto ahora mismo es que después de que la sentencia a cadena perpetua le fuera leída a Daniel Sancho, un par de programas en España finalmente emitieron los audios, que como era de esperar demostraban aún más a las claras que la defensa se ha movido en este caso entre la amoralidad, la ilegalidad y el esperpento más absoluto. Y un apunte serio: sólo después de que Laura Rodríguez, una periodista nicaragüense que tiene un canal de YouTube bastante afamado, expusiera esos mensajes así como las transferencias bancarias, el mismo programa que llevaba ocultando esos audios desde hacía tres meses y medio, Código 10, y otro que se apuntó a la fiesta a última hora –curiosamente el programa se llama Fiesta–, decidieron emitirlos.

Y claro, se ha formado la marimorena. Pero no por el contenido de los mismos, que ya o lo sabíamos o intuíamos, sino porque la productora de televisión Mandarina, que es la que produce el programa Código 10, evitó hasta después de la sentencia que un asesino y su padre quedaran aún más señalados por evidencias palpables. Y entonces la pregunta sería, ¿y por qué?

Cualquier persona, y sobre todo jefazo, que se dedica al asunto audiovisual sabe a la perfección que mostrar audios no es delito –siquiera pecado– si lo que se cuenta es de interés general y, además, una de las partes está de acuerdo. Por eso el olor a chamusquina provocado por Mandarina ha dejado un incendio en no pocas cabezas que llevábamos mucho tiempo preguntándonos pero esto qué es. Un ejemplo de lo dicho por los magistrados en España: “Encontraría amparo en el derecho de información por tratarse de información veraz en cuanto que no aparecen manipulados los audios y conversaciones, y tiene un evidente interés general, que además ha dado lugar a la incoación de otros procedimientos en distintos ámbitos en relación con la información publicada”. ¿Lo quieren más claro?

Si esos audios y transferencias hubieran salido a luz al día siguiente de los mensajes de texto, como prometió aquel programa a su audiencia, es muy posible que Rodolfo y su defensa pudieran haber sido denunciados e investigados en tiempo y forma y que el tribunal tailandés que llevó el juicio a Daniel Sancho hubiera podido saber cómo se las gasta la defensa. Claro que si decides ocultarlos, lo que claramente accionas es una bombona de oxígeno vergonzante para un tipo que ha resultado ser un asesino y su padre, el cual no tiene ningún derecho a manchar la imagen del que fue novio de su hijo, persona que además le regaló muchísimo dinero, y que como todo el mundo sabe –su hijo el primero– ya no está en este mundo para poderse defender.

Duele ver cómo ahora, cuando ya no existe recorrido en el verdadero juicio que nos interesaba –el de Tailandia–, la procesión del mal exige rectificaciones a ambas productoras que, fíjate tú, no han vuelto a hablar del tema. Que escuchara el otro día a Ospina diciendo que se planteaba denunciar demuestra lo mal que se ha llevado, en general, un caso donde, no lo olvidemos, se decidía si un asesino psicópata que mutiló en diecisiete trozos el cuerpo de su ex podía regresar a España lo antes posible. Quién sabe si a participar en MasterChef.

Para entender el tipo de ratas que han estado dirigiendo a la opinión pública desde platós norcoreanizados, hace dos días Marcos García Montes concedía una entrevista a una radio en la que, al ser preguntado sobre este asunto, decía lo siguiente: “Yo no sé nada de eso; de hecho, no sé ni cómo se llama esa persona”. ¿Quiénes eran los que saltaban primero del barco? Pues eso.

Sea como fuere, en España se ha ayudado a la defensa de un asesino y descuartizador mientras se acusaba de narcotraficante, violento, traficante de órganos, mal cirujano y otras mentiras a un tipo que lo que esencialmente hizo en su vida fue trabajar y generar riqueza. Y ahora, sigan blanqueando, no vaya a ser que la opinión pública piense que Daniel Sancho es un asesino.

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