El reconocimiento del Estado palestino y la decisión de sumarse al proceso por presunto genocidio contra Israel en La Haya, impulsado por Sudáfrica, han supuesto tensión para muchos israelíes residentes en España, tanto los que llevan años viviendo en el país como los que llegaron recientemente buscando un lugar mediterráneo para trabajar –a menudo en remoto– y escapar de la tensión de Oriente Medio, están experimentando una gran incertidumbre. Sus vidas cambiaron radicalmente desde el ataque de Hamás el 7 de octubre y la consiguiente intervención militar israelí en Gaza. Sin embargo, lo que ha generado mayor inquietud ha sido la retórica gubernamental inédita y las decisiones abiertamente antiisraelíes del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
La fotografía de Sánchez en Rafah justo antes de la liberación de los primeros rehenes israelíes en manos de Hamás en noviembre, las acusaciones de genocidio por parte de ministras de Podemos y Sumar, y más recientemente por la ministra de Defensa, Margarita Robles, han profundizado esta preocupación. El reconocimiento del Estado palestino y el anuncio de que España se une al proceso por presunto genocidio contra Israel en La Haya, han sido recibidos como un mazazo.
Israelíes asfixiados
Guil, un israelí nacionalizado español de 44 años que lleva 15 viviendo en Sant Cugat y trabajando para una multinacional de alta tecnología, expresa su incomprensión ante las acciones de Sánchez, atribuyéndolas a motivos políticos. Orgulloso de sus raíces sefardíes de Toledo, que le impulsaron a solicitar y obtener el pasaporte español, Guil dice que vivir en España le resultaba muy cómodo por su «cultura cercana». Sin embargo, admite que el 7 de octubre marcó un punto de inflexión para su familia, aumentando sus temores. Como otros compatriotas, ha tenido que ocultar o mentir sobre su identidad, y uno de sus hijos regresó en pánico tras encontrarse en medio de una manifestación propalestina en Barcelona.
En las últimas semanas, un debate recorre los grupos de israelíes y judíos españoles sobre a quién votar en las próximas elecciones. Muchos se inclinan por los partidos que han defendido el derecho de Israel a defenderse, mientras que otros se encuentran en la difícil tesitura de elegir con la nariz tapada o renunciar a su ideología para votar por quien defienda a Israel en Europa. Guil reconoce que en estas elecciones no se elige a quien se votaría en un día ordinario, sino a quienes pueden frenar lo que está sucediendo.
Limor, residente en Madrid desde hace varios años, califica de «innombrable» la política del Ejecutivo hacia Israel. Aunque entiende que el sentimiento de buscar «amigos» en los partidos es comprensible, cree que no debería ser el criterio para votar. Predice que la mayoría de los israelíes que voten lo harán por el PP, aunque Vox también será una opción para muchos debido a su claro posicionamiento a favor de Israel. Limor, que votaría al Partido Laborista y Meretz en Israel, en España votaría por el PP por ser el más centrado, descartando al PSOE al que tacha de «vergüenza».
España, que siempre ha despertado admiración y cercanía entre los israelíes, ahora genera sentimientos de pánico, indignación y desconcierto. Algunos incluso consideran retornar a Israel ante la «asfixia» mediática, política y social que sienten. Muchos israelíes tratan de apoyar campañas y manifestaciones en solidaridad con los rehenes capturados por Hamás.
Roí, que lleva casi diez años en España, tiene previsto votar en las europeas. No se siente sorprendido por la postura del Gobierno, ya que la historia de España ha sido más proárabe que proisraelí, especialmente desde la izquierda. Un incidente en un restaurante de Madrid, La Oveja Negra, con un cartel de ‘Zona antisionista’ sobre una bandera de Palestina, le hace preguntarse si el siguiente paso será prohibirle subir a un autobús por ser israelí.
