En medio de la invasión a Ucrania y las crecientes tensiones geopolíticas, Rusia ha extendido sus amenazas a varios países europeos. Por ejemplo, Finlandia y Suecia, habían sido advertidos sobre posibles respuestas militares y técnicas de Rusia en caso de proseguir con su proceso de adhesión a la OTAN, lo cual, en palabras del presidente ruso, Vladimir Putin, se consideraba una amenaza directa. Sin embargo, ambos países han entrado en la organización y parece que su situación se encuentra blindada ante una posible intervención rusa.
Polonia, otro vecino cercano y miembro de la OTAN, también ha sido blanco de advertencias. La participación activa de Polonia en el apoyo a Ucrania, tanto en términos de armamento como de refugio para los desplazados, ha sido criticada por Rusia. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, afirmó que las acciones de Polonia son «hostiles» y podrían provocar una respuesta.
Moldavia, que se encuentra en una posición geográfica y política delicada, enfrenta una situación de gran incertidumbre. La región separatista de Transnistria, apoyada por Rusia, ha visto un aumento en las tensiones. Las autoridades moldavas temen que Rusia pueda utilizar este enclave para desestabilizar aún más el país y expandir su influencia en el sureste de Europa. Moldavia ha pedido a la comunidad internacional mayor apoyo y vigilancia para evitar una posible intervención rusa.
Además, los movimientos militares de Rusia en las fronteras de los países bálticos han sido motivo de alarma. Estonia y Letonia, junto con Lituania, han incrementado sus niveles de alerta y solicitado mayor presencia de tropas de la OTAN en sus territorios. La creciente militarización y las maniobras militares cerca de sus fronteras son percibidas como una clara señal de intimidación por parte de Moscú.
Expectantes ante una posible intervención tras la guerra
El conflicto en Ucrania ha actuado como un catalizador para el aumento de las tensiones entre Rusia y varios países europeos. La invasión ha llevado a una serie de sanciones económicas y medidas diplomáticas por parte de la Unión Europea y Estados Unidos, a las cuales Rusia ha respondido con una retórica agresiva y movimientos estratégicos que aumentan el riesgo de un conflicto más amplio.
Por petición expresa de Putin, incluso se ha elaborado una lista de «Estados hostiles» que incluye a todos los países de la Unión Europea (UE), Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Australia, Albania, Andorra, Reino Unido, Islandia, Canadá, Liechtenstein, Estados Federados de Micronesia, Mónaco, Nueva Zelanda, Noruega, San Marino, Macedonia del Norte, Singapur, Taiwán, Ucrania, Montenegro y Suiza.
Por su lado, los líderes europeos han reiterado su compromiso de defender cada pulgada del territorio de la alianza y han advertido a Rusia sobre las consecuencias de cualquier agresión adicional. La situación sigue siendo volátil, y el futuro de las relaciones entre Rusia y Europa depende en gran medida de en qué situación terminará Ucrania y los términos de paz de la actual guerra.