– Voy a escribir un artículo sobre la libertad de prensa
– Bueno, yo te dicto
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha presentado este miércoles en el Congreso un «plan de regeneración democrática», sin apenas concretar, y que tendrá que negociar con el resto de grupos parlamentarios para que salga adelante. Cabe destacar que gran parte de los reglamentos son europeos y de obligado cumplimiento.
«El Reglamento Europeo es muy claro: los ciudadanos deben conocer las fuentes de financiación de los medios de comunicación, el nombre de sus accionistas y las cifras de audiencia de forma honesta para evitar fraudes en la inversión publicitaria por parte de Gobiernos de nuestra democracia, mediante el uso, por ejemplo, de bots o de clickbaits y también de la injerencia de actores extranjeros.»
Estas no tan alarmantes palabras vienen acompañadas de otra medida que no debe pasar inadvertida. El gobierno dejará sin fondos a aquellos medios calificados como “pseudomedios”, argumentando que desinforman y manipulan a los ciudadanos, afectando la democracia y polarizando a la población.
La medida, de nuevo, no parecería tan alarmante si no se menciona que, a continuación, el gobierno ha anunciado que dotará con 100 millones de euros a aquellos medios que considere válidos. Es decir, cortará la financiación a la prensa crítica con el Gobierno y destinará más dinero público a los medios afines, o al menos, a aquellos que sepan criticar al gobierno en su justa medida.
La noticia es clara por sí sola, y las conclusiones no son sutiles. Siendo el gobierno juez y verdugo en esta cuestión, criticar a quien te financia no será una opción atractiva para ningún medio que aspire a ser crítico con él. Esto es una manera eficaz de garantizarse la adhesión de los medios y de convertirlos en instrumentos de propaganda.
Por su parte, los pseudomedios serían identificados principalmente a través de la falta de transparencia en su propiedad y financiación, prácticas fraudulentas en la medición de audiencias, publicación de información difamatoria, falta de pluralismo, o la difusión reiterada de desinformación. Eso, si no es a dedo, claro. De esta forma, se promoverá una prensa libre, veraz y plural para asegurar que los ciudadanosreciban información precisa y verdadera.
Más allá de la simple idea de que la única propuesta justa sería que ningún medio debería recibir subvenciones públicas para asegurar su independencia, atacar frontalmente, sin sutilezas, y con apenas días de diferencia a los medios que no son afines a su línea ideológica, para luego apoyar con 100 millones de euros a aquellos que sí lo son, es algo que merece nuestra atención.
Y es que muchas veces se piensa que aquellos que somos duros con el gobierno traemos el titular de casa. Pero ciertos comportamientos atentan contra el sentido común. Cuesta no establecer una relación entre el plan de regeneración democrática y una ley mordaza para aquellos medios de comunicación que no son afines ideológicamente o que cuestionan sus decisiones. De la misma forma que me resulta difícil no percibir a Sánchez acorralado por la corrupción en su círculo más cercano, sin dar una sola explicación, y recurriendo a la censura contra aquellos que lo denuncian, atacando así la libertad de prensa para salvar una imagen que difícilmente puede ser reconstruida.
La realidad es que el plan de regeneración democrática de Pedro Sánchez podría convertirse en una herramienta de censura y control. Indudablemente, aunque defiendas su ideología. Las medidas propuestas, pareciera disfrazadas de buenas intenciones, esconden una estrategia para silenciar a la prensa crítica y consolidar el poder mediático del gobierno.
Eso sí, no podemos subestimar el impacto de los tres meses y cinco días de reflexión por parte de nuestro presidente. Es evidente que han dado resultados positivos en el Congreso. El mindfulness es algo que la ciudadanía debería valorar y practicar más a menudo.