Hace apenas cinco meses, el PSOE mostraba una imagen de unidad sin fisuras. Durante el último encuentro de estas características, los barones del partido, incluso aquellos tradicionalmente críticos, cerraron filas en torno a Pedro Sánchez, respaldando su liderazgo tanto al frente del Gobierno como del partido. Sin embargo, el clima ha cambiado drásticamente.
A lo largo de los últimos meses, el PSOE ha sufrido un desgaste considerable debido a las concesiones que el Gobierno central ha otorgado a los sectores independentistas de Cataluña. Los indultos a los líderes del procés y la promesa de una amnistía han sido decisiones difíciles de digerir para una parte del partido, pero nada ha generado tanto malestar como la percepción de que Cataluña está recibiendo un trato preferente en materia de financiación, algo que varios líderes socialistas consideran una afrenta directa a los principios de igualdad entre territorios.
Reacción de los críticos
El malestar con la dirección del partido ha ido creciendo, alimentado por el acuerdo de financiación alcanzado entre el PSC y ERC, que forma parte de la estrategia para asegurar la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. La indignación por este pacto ha sido transversal, afectando incluso a federaciones tradicionalmente alineadas con la cúpula del PSOE.
En los primeros compases de la crisis, la dirección del partido intentó minimizar las críticas, atribuyéndolas a las habituales discrepancias de figuras como Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, y Javier Lambán, líder del PSOE en Aragón. Sin embargo, pronto se hizo evidente que el malestar estaba mucho más extendido. Las críticas arreciaron en cuanto se comparó la financiación de Cataluña con las ayudas europeas que se destinan a provincias despobladas como Teruel, Soria o Cuenca. Esta analogía, calificada por algunos como «insultante», solo ha servido para aumentar las tensiones.
La respuesta de la dirección del PSOE ha sido firme. Desde Ferraz se ha mantenido el pulso, desafiando a los críticos a presentar sus propias propuestas de financiación y a debatir abiertamente en el Comité Federal. Lejos de buscar apaciguar los ánimos, la dirección ha optado por una actitud desafiante, instando a aquellos que discrepan a tener «agallas» para expresar sus diferencias en foros como el que se celebrará hoy.
Este ambiente de tensión promete convertir el Comité Federal en un verdadero polvorín. Varios barones, entre ellos García-Page y Lambán, tienen previsto tomar la palabra para plantear sus objeciones al modelo de financiación autonómica propuesto, mientras que otros, como Luis Tudanca, líder del PSOE en Castilla y León, acudirán con propuestas propias. Tudanca ha adelantado que su propuesta se basará en factores clave como la despoblación, la dispersión geográfica y el envejecimiento de la población.
Desde Madrid, Juan Lobato, secretario general del PSOE madrileño, también planea intervenir con una propuesta en la mano, en un esfuerzo por blindarse de posibles cambios de liderazgo que podrían decidirse en el congreso de noviembre. En Extremadura, el líder regional Miguel Ángel Gallardo se ha mostrado firme al rechazar cualquier modelo que amenace la igualdad y justicia en el reparto de fondos, alineándose con la presidenta del PP en la región, María Guardiola, para defender una postura conjunta.
Mientras algunos líderes se preparan para dar batalla en el Comité Federal, otros optan por la cautela. Juan Espadas, secretario general del PSOE andaluz y portavoz en el Senado, inicialmente fue uno de los críticos más vehementes contra cualquier pacto que perjudicara a Andalucía. No obstante, su postura ha ido suavizándose con el tiempo, hasta el punto de cerrar filas con la dirección del partido en un acto conjunto con la ministra María Jesús Montero. Espadas no tiene previsto presentar una propuesta concreta en la reunión de hoy, aunque ha pedido un acuerdo justo «para el conjunto de los territorios».
Adrián Barbón, presidente de Asturias y uno de los líderes tradicionalmente alineados con Sánchez, también ha mostrado señales de descontento. Aunque no asistirá al Comité Federal debido a compromisos institucionales por el Día de Asturias, su crítica implícita al pacto con ERC ha sido vista como una señal de que el malestar está mucho más extendido de lo que la dirección del partido quisiera admitir.