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25 Nov 2024
25 Nov 2024
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El poder de la sencillez

Solo cuando tomas las riendas de tu vida y eres dueño de tu tiempo, en lugar de dejar que la vida te arrastre en obligaciones, puedes salir del cómodo camino de lo ordinario y adentrarte en el maravilloso reino de lo extraordinario
Casa y dinero

Pareciera que últimamente uno solo alcanza ciertas metas, o bien a través del dinero, o bien a través de un éxito que se aleja de lo personal para adentrarse en lo estético. Dejando a un lado la gran importancia que tiene el mantener una economía sólida, diría que uno puede llevar una vida completa con mucho menos de lo que estamos acostumbrados a reconocer como necesario.

Con esto no me refiero a que nos convirtamos en personas simplistas, sino a que cultivemos nuestra complejidad a través de lo verdaderamente importante, sin depender de cosas que estén fuera de nuestro control o que no contribuyan genuinamente a una felicidad orgánica y estable en el tiempo. A menos que no reduzcamos nuestras necesidades, nunca nos sentiremos satisfechos.

Esto no es más que reconocer lo que es menos importante en nuestra vida y enfocarnos en lo que verdaderamente tiene significado. Cuando la mayoría de las personas finalmente se dan cuenta de lo que realmente desean, suele ser demasiado tarde.

Se dice que donde los jóvenes no saben, los mayores ya no pueden. Ahora es el momento de detenerte a reflexionar con objetividad sobre lo que realmente importa. Un ejercicio sencillo para lograrlo es imaginarte 20 años más viejo y preguntarte qué aspectos de tu vida actual verías como superficiales y cuáles verías como necesarios. De esta manera, puedes prescindir de multitud de hábitos, materiales o inmateriales, que podrías estar acumulando de forma inconsciente.

Somos ambiciosos de la complejidad hasta para nuestra profesión. Y es que, por encima de las vocaciones, la felicidad se consigue gracias a la progresiva realización de un propósito digno. Uno tiene que aprender a disfrutar del camino mucho antes de prepararse para alcanzar un objetivo. Aquí la verdadera realización se refleja tanto en los grandes gestos como en los pequeños detalles. Vivir sin demasiado miedo a perder, pero teniendo distintas experiencias, puede resultar en un propósito más digno que el vivir de una forma estable, siempre que seas consciente y abraces las consecuencias.

El día tiene 24 horas, y en realidad, uno no vive en más de 5 o 6 mundos: familia, trabajo, amigos, deporte, un proyecto que te apasione, un buen libro… En este punto, el tiempo que te sobre es una victoria, y tú decides en qué gastarlo. Puede que te apasione la astronomía, o que prefieras llevar una vida social intensa. Hay muchas cosas que puedes hacer, pero lo verdaderamente importante no debería requerirte barra libre en crédito.

Puedes ser alguien que invierte mucho en salir a comer o que disfruta de un buen coche. Sin embargo, el momento en que deberías detenerte a reflexionar llega cuando toda tu vida gira en torno a ciertos lujos que, vistos de forma aislada, parecen demasiado confortables: tener la mejor casa, el mejor coche, el último modelo de teléfono y un outfit excelente para cada nuevo deporte que decidas practicar. No estoy diciendo que no debas aspirar a ello, pero es motivo de alarma si intentas cumplir con todas estas expectativas sin detenerte a pensar en lo que realmente está sucediendo en tu vida.

Consolida tu sencillez, no te quedes a medias. Empieza teniendo un poco de paz por la mañana, despertándote quince minutos antes para llevar el control de tu tiempo y pensar en algo que te apasione, ya sea un libro, un proyecto, o en una forma de afrontar una conversación. Y te darás cuenta de que todo ritual tiene un poder inmenso. La sencillez pasa por no ser derrochador en lo grande y mezquino en lo pequeño. Lo justo, es perfecto.

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