El grupo terrorista Estado Islámico (Daesh) ha publicado amenazas contra periodistas que se dedican a informar sobre su actividad en redes sociales, específicamente aquellos que difunden contenido que muestra el fanatismo de la organización. En un mensaje publicado en uno de sus canales, el grupo afirma tener identificados los nombres y perfiles de los comunicadores sociales que acceden a sus redes y “se burlan” de ellos o difunden detalles sobre sus plataformas de propaganda.
Según el comunicado publicado por el grupo terrorista, los yihadistas aseguran que buscarán y humillarán públicamente a estos periodistas, exponiendo su información personal y perfil. Esta estrategia busca desincentivar la cobertura informativa que señala su contenido extremista en redes, permitiendo así que sus mensajes permanezcan más restringidos y sin críticas. El grupo afirma que esta medida es una represalia contra quienes, según ellos, “presumen” de infiltrarse en sus canales.
Los militantes yihadistas justifican su amenaza con una serie de argumentos donde recuerdan su desprecio hacia lo que consideran burlas a sus valores y símbolos. Uno de los elementos clave de sus reproches es la supuesta falta de respeto hacia la bandera del tawhid (la unicidad de Dios) y otros símbolos de la Yihad y el Califato. Además, el Estado Islámico, en su mensaje, asegura tener un listado con los perfiles de más de 149 personas, no solo periodistas, sino también otros individuos a quienes acusan de “blasfemar” contra el Islam y contra los “muyahidines” (combatientes) que integran su causa.
La advertencia se extiende a cualquiera que publique información o contenido crítico sobre su organización, a los que advierten de un riesgo real de represalias. Afirman que el hecho de que no hayan tomado acciones inmediatas contra estos perfiles no significa una falta de capacidad para hacerlo, sino que forma parte de una táctica estratégica en la que, aseguran, decenas de sus simpatizantes yihadistas están atentos para actuar en consecuencia.
En sus amenazas, el Estado Islámico apunta directamente a los periodistas al afirmar que los tiene bajo vigilancia en una lista especial y que cualquier actividad informativa que, según ellos, sea irrespetuosa o contraria a sus principios, podrá desencadenar acciones para exponer sus datos personales. La organización se define como parte de una “red descentralizada” de cibercombatientes que, según ellos, opera bajo el mando del aparato mediático del Estado Islámico. Este grupo indica que su rol es el de un “pequeño engranaje en una gran máquina de apoyo” que, si bien no realiza ataques físicos, actúa en el frente digital en apoyo a la causa del grupo terrorista.
Finalmente, han querido advertir que en caso de que estos periodistas sean “kuffar” (término usado para infieles), sus familiares también pueden verse afectados. El Estado Islámico menciona que estos allegados podrían recibir advertencias, ya sea de otras personas o de gobiernos, informándoles de que están “en la mira” de posibles ataques, lo que generaría problemas para las familias de estos reporteros.
Esta amenaza constituye una nueva táctica de intimidación del Estado Islámico para frenar el seguimiento y publicación de información que destape su propaganda en las redes sociales y, así, perpetuar su presencia en plataformas digitales sin críticas externas.