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El Papa Francisco lanza hoy La esperanza no defrauda nunca, una obra que combina reflexiones políticas y sociales sobre temas diversos. En un fragmento adelantado, el pontífice plantea la necesidad de investigar si los hechos en Gaza podrían considerarse genocidio, comentario que ya generó una respuesta de la embajada de Israel ante la Santa Sede.
Gentrificación: una «guerra contra los pobres»
El texto incluye una dura crítica al fenómeno de la gentrificación, que Francisco define como una forma de «desplazamiento forzoso» causado por el aumento incontrolado de alquileres. Según el pontífice, «las fuerzas del mercado transforman en espacios de lujo para unos pocos lo que antes eran comunidades inclusivas«. Este proceso, añade, convierte el derecho a una vivienda digna en un objeto de especulación, impulsado incluso por redes del crimen organizado para blanquear dinero.
El Papa subraya que estas dinámicas resultan en ciudades diseñadas para una minoría privilegiada, mientras los habitantes históricos son marginados. Señala que, sin regulación estatal, millones de personas quedan desamparadas.
Crítica al capitalismo, la desigualdad y la migración
En una reflexión más amplia, Francisco cuestiona un «capitalismo cada vez más salvaje» que alimenta el individualismo y excluye a los más vulnerables. Defiende políticas tributarias progresivas para combatir la concentración de riqueza y propone gravar a los nuevos superricos como una medida urgente y justa para reducir las desigualdades. «Demasiado dinero está en manos de muy pocos«, lamenta.
El Papa, hijo de inmigrantes, aborda también el tema migratorio con su habitual contundencia. Expresa su rechazo a la narrativa que presenta a los migrantes como una «invasión» o una «emergencia», argumentando que estas etiquetas sirven a fines electorales en lugar de reflejar realidades. Defiende a quienes deben abandonar sus tierras y recuerda cómo su propia familia vivió esa experiencia al llegar a una ciudad desconocida.
Llamado a desmasculinizar la Iglesia
El libro dedica un apartado a las mujeres, reiterando su oposición a la gestación subrogada, que califica como parte de una «industria reproductiva» con tintes colonialistas. También reconoce las actitudes machistas que persisten dentro de la Iglesia y reafirma su compromiso con la igualdad de género. Aunque admite que el cambio es lento, resalta los avances realizados durante su papado, como la inclusión de mujeres en la Curia romana.