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27 Nov 2024
27 Nov 2024
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Andrés Carrión, voluntario en la DANA: «Una vez entra el barro hay que tirarlo todo, es imposible salvar nada»

Andrés Carrión, profesor en el instituto de Catarroja y geógrafo, nos aporta su visión personal y científica sobre la situación actual en la zona

Miguel Dudet: Hoy tenemos con nosotros a Andrés Carrión, profundamente afectado por el tema de la DANA y las víctimas en Valencia. Andrés Carrión es profesor de instituto. Actualmente, ejerce como docente en el Instituto de Catarroja, uno de los municipios más afectados por la DANA. Además, es geógrafo y nos aportará su visión sobre cómo está la situación en la zona, tanto desde su experiencia personal como desde un enfoque científico y geográfico. Compartirá algunos detalles que, generalmente, no se abordan en los medios de comunicación.

Andrés Carrión: ¿Mi experiencia personal con todo esto? Afortunadamente, no he tenido ningún tipo de pérdida, ni familiar ni de personas cercanas a nivel personal. En cuanto a lo material, tampoco he sufrido daños, ya que aunque trabajaba como profesor en Catarroja, no vivo cerca de la zona afectada.

Es cierto que aquí todos nos conocemos, y tengo bastantes amigos y conocidos en las áreas más perjudicadas. Afortunadamente, he podido ayudar. El segundo día después del desastre, creo que fue un jueves, estuve colaborando, y luego volví otro día para llevar cosas a una amiga y a otro conocido. Sin embargo, no he podido estar allí todos los días como voluntario. Las restricciones han sido bastante estrictas, y el movimiento o tráfico para llegar a esas zonas era casi imposible desde mi ubicación.

Además, llegar a los puentes peatonales para cruzar también era complicado. Al mismo tiempo, he tenido que continuar con mi trabajo, lo que ha hecho que se me dificulte aún más.

El jueves pude ir a Catarroja. Me levanté muy pronto, quedé con unos amigos, unos compañeros de la carrera, compramos cosas para mi amiga y nos fuimos directamente para allí. Llegamos allí a las 7:30 h de la mañana, que no había controles ni nada, y lo que pudimos ver, a menos 48 horas de haber pasado todo aquello, era un escenario todavía apocalíptico, todavía de guerra. No vimos policía, no había Protección Civil, no había bomberos, no había nada.

Tampoco sabíamos qué es lo que nos esperaba, porque con mi amiga habíamos hablado un poquito, pero ellos tampoco habían podido salir casi de su casa. Y con las zapatillas que llevábamos puestas, nos metimos en el barro, fuimos a su casa, le llevamos todo lo que necesitaban: comida, productos de limpieza y de primera necesidad, etc. Y como te decía, algo apocalíptico, sobre todo en las primeras horas, hasta que empezaron a llegar más voluntarios, más gente, que en cuanto llegaron, se puso todo en marcha y empezaron a mover trastos, a limpiar calles y demás.

Fui primero a casa de una amiga, luego de ahí fui a ver a otro amigo que vivía 2 o 3 manzanas y él me decía: «Tío, es que llevamos aquí 2 días. Yo durante las primeras 24 horas de todo esto no sabía si había sido solo aquí, si esto había sido en toda Valencia, si esto había ocurrido en una región muy grande, porque estábamos aislados”, no tenían televisión, no tenían radio, no tenían cobertura para poder mirar internet, entonces estaban en la absoluta nada, en el salón, en la oscuridad, sin agua, sin… no había nada.

Se fueron a dormir esa noche con el agua al cuello, literalmente. A la mañana siguiente, todo el día en silencio. Y a partir del segundo o tercer día es cuando ya empieza a haber movimiento, empezaron a haber noticias.

Yo, por una parte, entiendo que la ayuda llegó tarde, no llegó como tenía que haber llegado y cuando debía haberlo hecho. Pero pensemos en una cosa: cuando se habla en prensa de los pueblos afectados, no se menciona que estos hacen un volumen de población equivalente al de ciudades como Málaga o Alicante. Si solo consideramos el volumen de población y área afectada de la llamada zona cero, tiene una superficie casi equivalente a la ciudad de Valencia, con una población casi igual a la de Málaga. Es una barbaridad, imposible de abarcar y llegar a todo.

M: Yo imagino que debió ser algo agónico para esa gente, en cierto modo, el apagón informativo al que estaban sometidos por un lado. Y, por otro lado, el hecho de estar en un entorno casi desértico, donde no ves nada ni a nadie, no sabes si el vecino está bien o no. Debes tener miedo de salir de tu casa… Bueno, es que igual ni siquiera podías salir.

AC: Había gente que no podía salir de su casa porque había coches volcados, por ejemplo, que estaban directamente sobre las puertas, impidiendo entrar o salir de algunas viviendas. Pero luego, lo que tú dices, había un apagón informativo total y absoluto. Sabían lo que había pasado en su calle, pero ya está. No sabían nada más allá. Es decir, si tenían un familiar viviendo en el pueblo de al lado o en la otra punta de su mismo pueblo, era imposible saber nada. La gente, pues sí, podía ir a pie, pero el silencio era absoluto. Debió ser muy duro, sobre todo durante las primeras 48 horas. Las personas que tuvieran familia, claro… Yo me imagino a las personas que estaban solas, como los mayores, que debieron de pasar un mal rato.

M: Y respecto de las restricciones de movilidad, ¿cómo se han ido dando?. ¿A esta región no entra nadie?, ¿entran a cuentagotas?. ¿Cómo se ha ido escalonando ese procedimiento?

AC: De entrada, muchas carreteras estaban cortadas porque algunas estaban rotas, otras socavadas y otras simplemente eran impracticables. Eso ya dificultaba de por sí la movilidad, y aún hoy hay carreteras que no se han reabierto. Luego, es cierto que, por ejemplo, el día que fuimos nosotros a Catarroja, cuando llegamos a las 7:30 de la mañana, no tuvimos ningún problema. Había tráfico, pero nada grave. ¿Qué pasó? Que a medida que fue avanzando la mañana y el día, la situación se complicó. La carretera de entrada a Catarroja, que pasaba por Albal y Benetúser, es una vía de dos carriles tipo nacional, y se colapsó totalmente. Los coches estaban aparcados en las aceras, en las rotondas, dentro de las tinetas… Todo el mundo quería ayudar, pero aquello colapsó muchísimo y los servicios de emergencia tuvieron problemas para poder entrar y salir. Un camino que normalmente se tarda 10 minutos en recorrer, al salir de Catarroja tardamos 3 horas y media. Esto fue por la masificación de coches que había. A partir de ese día, decidieron cortar el acceso a esas zonas, no se podía acceder en coche. La gente podía seguir entrando a pie, pero los voluntarios que querían ayudar se coordinaron en autobuses desde la Plaza de las Ciencias para evitar precisamente lo que vimos ese día. Lo entiendo, porque lo vi y pensé: ‘Esto no puede ser, hay que hacer algo’. No se podía permitir el acceso sin control a todas las zonas. Si se cortaba el acceso, se podía permitir el paso solo si había una justificación. Por ejemplo, a gente con sus coches particulares llevando ayuda les dejaron pasar, pero en general el acceso fue restringido.

M: Tú has sido docente en Catarroja y, obviamente, aparte de conocer el instituto, conoces cómo es Catarroja sin el paso de la DANA, el antes y el después ¿Qué sensación te provoca? Y también, ¿cómo ves el antes y el después en el instituto, un lugar donde has estado dando clases y donde muchos de los alumnos que has tenido han sufrido esto? Me gustaría saber un poco el shock que puede haber causado o cómo lo has vivido.

AC: En cuanto a la parte más humana y personal, con todo mi alumnado y mis compañeros, obviamente me preocupé por ellos. Muchos me siguen en redes sociales, así que lo primero que hice fue intentar contactar con ellos, escribirles, y afortunadamente ninguno me informó de haber tenido pérdidas personales importantes. Es decir, sí hubo muchas personas que perdieron sus casas, sus coches, y demás, pero la gente sigue adelante. Lo que me sorprendió es la resiliencia de las personas, la capacidad de seguir luchando incluso estando en una situación absolutamente miserable. En mi caso, dentro de mi círculo cercano, todos están bien.

En cuanto al contraste, el antes y el después, la última vez que estuve en Catarroja fue precisamente en casa de una amiga, a comer en su terraza, que tiene una planta arriba. Y claro, al volver y encontrármelo como lo encontré, fue un impacto muy fuerte. Me habían dicho que la situación era grave, pero lo que me decían se quedaba corto. Por la calle, el barro lo cubría todo, y es algo que no puedes entender hasta que lo ves. Los coches estaban donde no deberían estar, metidos literalmente dentro de casas o empotrados en ellas, con filas de coches convertidos en montones de hierros que no sabías cómo podían haberse movido. El agua había dejado una barbaridad de fuerza, arrastrando rocas y sedimentos por encima. Había zonas con coches amontonados, caídos por el barranco, y en algunos casos se veía que los coches estaban hundidos, cubiertos de barro hasta el techo. En esas zonas, todavía no se había podido acceder, y la preocupación de que pudiera haber personas atrapadas era real.

El impacto fue bastante fuerte. Respecto al instituto, intenté ir ese día, pero la distancia desde casa de mi amiga y el caos con la salida me lo impidieron. Sin embargo, da pena, tristeza y frustración ver cómo ha quedado. Recuerdo un vídeo de una clase en la que impartí segundo de bachillerato, y el agua había llegado a más de un metro y medio, todo estaba destruido, y en los pasillos había más de dos palmos de barro. Es difícil imaginar cómo se va a poder recuperar, y creo que en ese instituto no podrán retomar las clases en varios meses. A lo mejor podrán habilitar algunas plantas, pero no me sorprendería que pasen meses antes de que se pueda volver a clases de forma normal.

M: Eso es otra de las cosas que me interesaría tratar: el tema de cómo, como parte del sistema educativo y siendo docente, ves la posible vuelta a la normalidad. ¿Cómo crees que se puede llevar a cabo? ¿Crees que este año puede ser ya un año perdido para estos alumnos? ¿O crees que hay posibilidades de intentar hacer algo, de alguna manera?

AC: Obviamente, hay centros que, si son de una sola planta y no tienen plantas superiores, podrían tener una recuperación más rápida, especialmente si los espacios no fueron tan afectados. Sin embargo, los centros en las zonas más afectadas tardarán mucho más en recuperarse, ya que sus instalaciones principales han sufrido daños graves. Centros como el de Catarroja, que tienen una planta baja que quedó a salvo del agua, podrían empezar a recuperar la normalidad, pero siempre de manera parcial y muy condicionada por los daños. Habrá que evaluar si los espacios comunes, como los gimnasios, comedores, y otras zonas, son habitables y funcionales o si han quedado inservibles.

Sé que desde la Conselleria, desde la Generalitat, se va a hacer un esfuerzo considerable para realojar a los alumnos afectados en otros centros. Se están creando muchos convenios entre los centros, y por ejemplo, en mi caso, este año estoy en otro instituto en otro municipio. Mi municipio ha ofrecido acoger a los alumnos de las zonas afectadas. Aunque no creo que nos toque a nosotros, ya que no estamos en una zona tan cercana, implicaría organizar autobuses para trasladar a los estudiantes, lo que es complicado. Sin embargo, muchos centros de Valencia y municipios cercanos sí se han ofrecido a acoger a estos alumnos.

Yo creo que lo más sensato sería empezar con los estudiantes que tengan necesidades específicas, como aquellos que necesiten atención especial o cuidados, y luego, de manera progresiva, ir reincorporando a los demás, tal vez con un sistema de semanas alternas. Pero es importante tener en cuenta que estamos hablando de miles de estudiantes que se han visto afectados.

M: Con respecto al tema de la ayuda de víveres, objetos, etcétera, al principio, cuando todo esto comenzó hace ya más de dos semanas, la necesidad era muy clara. Pero ahora, ¿qué crees que es lo realmente necesario? ¿Qué dirías a nuestros lectores que se necesita más ahora en términos de ayuda? ¿Víveres, materiales, otros recursos?

AC: A ver, yo creo que esto depende mucho de la situación de cada familia. Por ejemplo, familias como la de mi amiga, que tenía una primera planta en la casa, pudieron salvar algunas cosas. En su caso, el tema de la ropa no es un problema porque se pudo salvar, y tampoco necesitarán comida, ya que poco a poco se puede empezar a volver a la normalidad. Sin embargo, todo lo relacionado con mobiliario, cocina y equipamiento se ha perdido. Imagina que todo lo que tienes en el salón, en la cocina, todo fuera, todo a la basura. Una vez que el barro entra, no se puede salvar nada. Incluso si algo parece que se puede salvar, al moverlo encuentras barro putrefacto detrás, lo que lo hace inservible. Por eso todo hay que tirarlo.

Creo que muchas familias necesitarán reamueblar sus casas para empezar a hacer vida normal. Las familias que lo perdieron todo en una sola planta necesitarán todo, desde ropa hasta calzado y otros enseres. Una vez cubiertos los mínimos como comida, higiene y aseo, lo que necesitan es recuperar su vida. Necesitan tener ropa que ponerse, calzado, un espacio habitable en la casa. Poder recuperar su rutina, lo más parecido a lo que tenían antes, y sobre todo, si tienen niños, necesitan juguetes para ellos. Los niños han perdido todo, y aunque los más mayores lo entienden, los más pequeños no siempre comprenden lo que ha sucedido.

Es impactante ver las montañas de muebles que se están acumulando, es algo enorme y difícil de imaginar. No nos hacemos a la idea de la magnitud del desastre. Ahora, lo que esta gente necesita es dinero. Las ayudas tienen que empezar a llegar para que puedan empezar a recuperar la normalidad. Yo, por ejemplo, fui al barrio para llevarle a un amigo unas zapatillas y algunas cosas para sus hijos, pero eso es algo puntual. Lo que realmente necesitan es recuperar su vida: una casa habitable, ropa, calzado, y poder volver a vivir lo más normal posible.

M: Bueno, otro de los aspectos que también es muy interesante y que mucha gente, cuando lo tratan los medios de comunicación, no se explica ni se entiende. Además, creo que como geógrafos nos puede dar una visión bastante clara, o por lo menos fácil de entender, de por qué Valencia ciudad ha quedado prácticamente intacta, y por qué en esta zona el daño ha sido tan brutal. Eso es algo que mucha gente cuesta entender o no se explica bien. Luego, como geógrafo, todo lo que nos puedas aportar sobre este fenómeno y lo que ha ocurrido será bienvenido, lógicamente.

AC: A ver, con respecto a lo primero, yo creo que a estas alturas todo el mundo… Bueno, yo intento no ver la tele. No hace mucho que dejé de verla, no porque… Eh, desde hace tiempo intento informarme por otros cauces. Sí, porque al final hay demasiada información y mucha intoxicación. Todos los medios parecen tener su propio enfoque. ¿Supongo que en la tele habrán hablado del plan Azul y el nuevo cauce del río Turia? Valencia, o sea, el río Turia, es un río mediterráneo y, como todos los ríos mediterráneos, tiene cauces con caudales muy irregulares. En determinadas épocas del año está seco o con muy poco caudal, pero en momentos de lluvias torrenciales, se llena. Es un río que, eventualmente, se desbordaba. ¿Qué pasa? En el 49 hubo una riada importante en Valencia y en el 57 volvió a haber otra riada significativa, la famosa que todo el mundo conoce, y fue la que desencadenó la toma de medidas para evitar que se repitiera. Así que, a partir de 1957, se decidió desviar el río Turia, redirigiéndolo por el sur de la ciudad, por una zona de huerta poco habitada, y se construyó un cauce mucho más grande, con una capacidad muy superior a la del cauce original del río Turia que atravesaba el centro de la ciudad. Este cauce, cada vez que hay avenidas y demás, evacúa el agua hacia el sur de la ciudad, sin problemas.

¿Qué pasa? Este cauce dejó al sur del río una zona muy poblada, como toda la zona de Al… Y en esa zona existen muchos otros barrancos, algunos que vierten al propio Turia, otros a la Albufera y otros a otros ríos. ¿Qué pasa? Que el río Turia, que recoge toda el agua de la zona del interior, pues con ese nuevo cauce que se construyó en los años 60, pudo soportar toda el agua que le llegó. Y aun así, no se desbordó, pero fue la vez que lo vi más lleno en mi vida. Soy muy aficionado a observar cómo va el río, y esta vez vi una barbaridad de agua. Como hemos dicho, al sur de este cauce quedan otros barrancos, como el barranco del Pollo, que baja por Chivas, Ribarroja, entra por Torrent, Picaña, Paiporta y demás. Este barranco, que desde hace años debía haberse intervenido, debería haberse acondicionado, mejorado y aumentado su capacidad de drenaje, pero no se ha hecho. Ahora me gustaría hablar de un tema que no sé si se menciona mucho, pero creo que no se trata lo suficiente: la percepción del riesgo por parte de la población. Creo que siempre estamos perdidos como sociedad ante este tipo de catástrofes.

Este barranco, que habitualmente va seco, se empezó a llenar de agua en la zona donde se desbordó. No estaba lloviendo en ese momento, por lo que la gente no veía el peligro. Miraban al cielo y no caía ni una gota. El problema es que el agua venía de aguas arriba. Estas inundaciones rápidas, que en el Mediterráneo llamamos «Flash Flood», son típicas de la región. Son inundaciones rápidas, en las que el cauce, de repente, deja de estar seco y se llena de agua. Esta agua, que arrastra troncos y demás, incrementa su fuerza de arrastre. Eso fue lo que ocurrió. Aguas arriba se acumuló una cantidad de precipitación impresionante. Las precipitaciones previstas eran de unos 180 litros por metro cuadrado, pero se llegaron a registrar más de 500, incluso más de 600 en algunos puntos. Es decir, llovió en 24 horas lo que normalmente llueve en un año y medio en Valencia.

Esto produjo una inundación rápida, una Flash Flood. También he oído mucho sobre si se desaguó agua de la presa de Forata y si eso pudo influir en la riada. Pues no lo sé con certeza. El caso es que llegó mucha agua. Y tu pregunta era, ¿cómo es posible que el Turia no se desbordara? Primero, porque el Turia pudo evacuar toda el agua, y segundo, porque los perfiles del cauce, es decir, los bordes del río, en la zona sur, son más altos que la propia altura del cauce, lo que hizo que actuara como una barrera. Además, a lo largo del cauce del Turia, tanto al norte como al sur, está la V-30, que también actúa como barrera. La V-30 tiene taludes, muros y otros elementos que frenan el paso del agua. Todo eso, en conjunto, hizo que la evacuación fuera posible, pero cuando el agua del barranco del Pollo se desbordó, chocó con estas estructuras y continuó inundando toda la zona sur de la ciudad. Eso es lo que pasó. Entonces, ¿cómo es posible que se salvara Valencia? Pues primero, porque el Turia pudo evacuar el agua, y segundo, porque el propio cauce nuevo, junto con la infraestructura que lo rodea, actuó como barrera y evitó que el agua se desbordara por otro lado.

M: ahora que lo has comentado, lo de la percepción del riesgo por parte de la población, que es un tema muy importante del que, efectivamente, no se habla ni se toca en ningún ámbito de la vida. Pienso que muchas veces, no sé si estarás de acuerdo conmigo, cuando vemos fenómenos de estas características, como pueden ser los monzones en Asia o los tornados en Estados Unidos, los vemos como algo muy lejano, algo que no pensamos que pueda ocurrir aquí. Justo pasa aquí. Y no tenemos esa percepción del riesgo.

AC: Casi todos, o por lo menos los de mi generación, hemos crecido sabiendo lo que hay que hacer en caso de terremoto, ¿no? Pues ponte debajo de la mesa o del marco de la puerta, vale, o cientos de simulacros en los colegios de cara al caso de un terremoto. Pero nadie sabe lo que hay que hacer en caso de inundación. Hay gente que vive a escasos metros de una rambla o de un barranco que tiene un peligro de desbordamiento importante, y no sabe lo que tiene que hacer, ni siquiera sabe que eso se debe. Es lo que decía antes, ni siquiera sabe que ese cauce, que ves seco 364 días al año, un día se va a desbordar. La protección frente al riesgo es absolutamente nula. ¿Y ahora? Pues sí, todo el mundo echa la culpa a los políticos de no haber hecho lo que tenían que haber hecho, y es verdad, lo que no han hecho, y lo tenían que haber hecho, es respecto a la educación y los barrancos, este tipo de cosas. Pero también hay que ver la sociedad, qué parte de responsabilidad tenemos ahí.

Si un alcalde se presenta diciendo que va a arreglar el barranco, ese barranco seco que es un espacio desaprovechado, que no vale para nada, y otro se pregunta qué va a construir, por ejemplo, un polideportivo nuevo, pues adivina quién va a sacar más votos. Es que aquí nadie se preocupa hasta que pasan las cosas. Ahora sí, todos vamos a querer que eso se arregle, pero antes a nadie le parecía importarle, nadie le daba ni la más mínima importancia. Entonces, el tema de la percepción del riesgo es algo en lo que yo creo que es lo primero en lo que se debería empezar a trabajar, que no es algo que se pueda solucionar de la noche a la mañana, es algo que necesita tiempo, pero la gente tiene que ser consciente del entorno y del territorio en el que vive.

No solo es importante hablar de lo mal que el ser humano puede hacerle a la naturaleza, sino de cómo tenemos que convivir con ella. Yo ya te digo, en institutos, en charlas, en todo, siempre se ve eso, ¿no? Que parece que para salvar el mundo tenemos que dejar de usar pajitas de plástico y coches, pero yo creo que la concienciación medioambiental y el trabajo que se tiene que hacer en torno a este tema es mucho más amplio. Es sobre cómo aprender a convivir con la naturaleza. Esto no tiene que ver con el cambio climático, ni con aquellos que dicen que lo tiene. Si alguien te dice que esto tiene que ver con el cambio climático, o es muy ignorante o te está mintiendo, porque nadie puede predecir con certeza lo que va a pasar dentro de 30 o 40 o 50 años. Lo que está claro es que ahora mismo no sabemos si este tipo de fenómenos van a ocurrir con más o menos frecuencia, pero lo que sí sabemos es que no lo podemos ignorar.

Yo ahora me alegro de que en los telediarios y periódicos se hable más de estos temas relacionados con el riesgo, pero me entristece que haya tenido que ocurrir algo así para que se hable de ello. Esto no es nuevo, cualquier persona que haya estudiado Geografía sabe que esto puede pasar, conoce la cartografía de zonas inundables, sabe que existen mapas de peligrosidad y que son públicos, y cualquiera los puede consultar. Pero la sociedad vive de espaldas a todo lo que no percibe como algo peligroso.

Este ha sido el claro ejemplo de cómo mucha gente no era consciente del peligro que tenían tan cerca de casa. Pero también es cierto que los políticos, a veces, no ayudan. Hace no mucho, el exalcalde de Valencia, Joan Ribó, tuvo la idea de convertir el cauce del Turia, que es el que ha desaguado Aragón, en un parque, en un jardín. Quería convertir ese gran cauce en una zona de recreo. Y como te puedes imaginar, esto es una barbaridad. Un alcalde no tiene por qué saber todo, pero debe tener gente a su alrededor que le diga: ‘Se está equivocando’. No se puede convertir un cauce en una zona de recreo, porque el cauce tiene un único objetivo: evacuar el agua hacia el mar. Cuantos menos obstáculos haya en el cauce, mejor. La velocidad con la que el agua fluye en los cauces es inversamente proporcional a la rugosidad que encuentra. Cuanto más liso sea el cauce y menos obstáculos haya, más rápido fluirá el agua. Si el agua encuentra obstáculos, como piedras, vegetación o mobiliario, reduce su velocidad, y al reducir la velocidad, el nivel del agua aumenta, porque la cantidad de agua sigue siendo la misma, pero se acumula más lentamente. Es como el tráfico: cuando se reduce el flujo de coches, los vehículos se acumulan. Lo mismo ocurre con el agua.

Esto también ha sucedido en el caso de esta inundación. Cuando el agua se desborda, en el 57 también se desbordó el barranco del Pollo en Catarroja. El agua sigue su curso, pero esta vez, al salir del cauce, se encuentra con coches, edificios e infraestructuras, lo que hace que se ralentice y se expanda horizontalmente, aumentando el nivel del agua. Este es otro de los aspectos que también se debería analizar, ya que el riesgo que enfrenta la sociedad no solo depende de la naturaleza, sino de cómo nosotros hemos creado y aumentado ese riesgo. El peligro sigue siendo el mismo, el riesgo es lo que hemos ido incrementando: construyendo más cerca de los cauces, llenándolos de cosas y exponiéndonos más.

M: Y bueno, ya, pues para finalizar, no sé si quieres tocar algún tema más, pero yo siempre dejo al final un tiempo de unos minutos o lo que quieras de reflexión, donde puedas dar el mensaje que consideres oportuno y expresar lo que pienses. Y, bueno, también de cara a todas las personas que han sufrido esta tragedia, necesitan todo el ánimo del mundo y todos los buenos mensajes que puedan recibir.

AC: Pues a ver, bueno, lo primero de todo, por supuesto, mandar todo el apoyo a toda la gente que ha sufrido tanto pérdidas personales como materiales. Que sepan que la sociedad civil está detrás, que no les van a faltar manos, que siempre habrá gente dispuesta a echar una mano. Aunque, claro, hay veces que nada puede arreglar determinadas pérdidas. Pero bueno, se ha demostrado que la sociedad siempre responde, incluso mucho antes, a veces, que otros sectores de nuestra vida.

En cuanto a lo que quería decir, es que estos fenómenos, este tipo de sucesos, son inevitables. El hecho de que ocurran no debe sorprendernos, aunque a veces sean impredecibles. Es cierto que, por ejemplo, la AEMET, a veces no ha sido tan precisa como nos gustaría en sus predicciones, pero los fenómenos naturales son impredecibles. No podemos controlar lo que es incontrolable. Lo que sí podemos hacer es prepararnos, prepararnos como sociedad. Debemos estar listos a nivel de prevención, de educación sobre el riesgo, y también de evitar la exposición personal y material a estos peligros naturales.

Por otro lado, quiero decir que, aunque yo hacía tiempo que no veía la televisión, durante estas semanas, cada vez que intenté ponerla, no pude soportarlo más de 20 o 30 segundos. Es frustrante escuchar tantas barbaridades, exageraciones y medias verdades. No quiero que la gente se deje llevar por alarmismos, por rumores o bulos. A veces, incluso cuando las cosas son ciertas, se cuentan de una manera interesada. Así que, mi consejo es que, si alguien quiere informarse, lo haga de forma objetiva. La información veraz está disponible en la red. La Confederación Hidrográfica del Júcar tiene toda la información relevante. AEMET también publica sus datos en línea, así como la normativa y la cartografía sobre zonas inundables. Todo está accesible para quien quiera consultarlo.

En definitiva, que no se deje llevar por discursos interesados ni por catástrofes que se conviertan en excusas para determinadas agendas. Lo más importante es que la gente se informe bien, que consulte las fuentes, y que busque siempre una perspectiva objetiva.

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