Este domingo, los vascos acuden a las urnas en unas elecciones que se perfilan como las más reñidas en la historia reciente de la comunidad autónoma. Con EH Bildu liderando los sondeos, el PNV podría perder su posición predominante en el gobierno regional, lo que marcaría la política vasca. Aunque la batalla por el primer lugar es importante, el enfoque clave radica en quién formará gobierno, ya que las posibilidades para la izquierda abertzale serían nulas incluso en caso de una victoria electoral.
El PNV ha sido el partido dominante en Euskadi durante décadas, con 12 victorias electorales en su haber. Sin embargo, EH Bildu ha ido ganando terreno constantemente desde su creación hace trece años, enfocándose en cuestiones sociales y mostrando un ascenso sostenido en las urnas. En esta contienda, EH Bildu podría superar al PNV, lo que sería un hecho histórico para la coalición abertzale.
El PSE-EE aspira a formar parte de un gobierno junto al PNV
El PSE-EE, situado en tercer lugar en las encuestas, aspira a formar parte de un gobierno junto al PNV, con quien ya ha gobernado desde 2016. Sin embargo, los socialistas rechazan cualquier coalición con EH Bildu, lo que añade tensión a las posibles negociaciones posteriores a las elecciones.
Si los sondeos se cumplen, el próximo Parlamento vasco estará dominado por fuerzas soberanistas, con cerca de 60 de los 75 diputados perteneciendo al PNV o a EH Bildu. A pesar de esto, el apoyo a la independencia ha ido disminuyendo gradualmente en la sociedad vasca, lo que indica un cambio en las prioridades políticas de la región.
Posible exclusión de Podemos, Sumar y Vox del Parlamento
El escenario electoral sugiere que Podemos, Sumar y Vox podrían quedarse fuera del Parlamento vasco, lo que reflejaría la división del espacio de la izquierda confederal y la dificultad de los partidos minoritarios para obtener representación en una legislatura cada vez más polarizada.
Los indecisos y la alta abstención
La provincia de Álava se convierte en un territorio clave debido a su peso en la distribución de escaños y la posibilidad de desempate entre los principales partidos. Además, se espera una alta abstención, que históricamente ha superado el 32%, y un número significativo de indecisos que podrían inclinar la balanza en los últimos días de campaña.