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22 Nov 2024
22 Nov 2024
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El Sueño romano de conquistar Arabia

Roma puso sus ojos una vez sobre Arabia, conquista que no se llegó a efectuar. Traición, ambición y prisas desecharon la posibilidad de que Roma y el lejano oriente se conectasen

Las campañas militares romanas siempre son estudiadas y recordadas por los éxitos y las glorias militares con un aura de epicidad. No obstante, existen otras campañas y expediciones que no trajeron glorias a Roma e incluso llevaron al imperio a quebraderos de cabeza, por ello han sido borradas de la historia.

De entre todas ellas destaca la fallida conquista de la Península Arábiga, un hecho desconocido, lleno de vaivenes y que supuso la imposibilidad de conectar de forma directa a Roma con el lejano oriente.

Arabia, Elio Galo y la ambición de Augusto. Un cóctel explosivo

Nos encontramos a finales del Siglo I a,c , Roma recientemente se acaba de erigir en Imperio. Augusto había sofocado el conflicto en Egipto y la expansión por el mediterráneo es inminente, la conciencia romana respecto de oriente estaba empezando a despertar. El obstáculo de los partos en Persia para trabar lazos comerciales con India y China hizo que Augusto comenzase a buscar maneras de trabar rutas comerciales alternativas. Es Arabia el trampolín para dar el salto al lejano oriente.

La información sobre la Península Arábiga era escasa, pues las expediciones griegas no profundizaron en dicho territorio. Los romanos dividieron el territorio en tres zonas: Arabia Petrea (hogar de los Nabateos con capital en Petra), Arabia deserta (tierra desértica habitada por tribus nómadas) y la Arabia Felix (en la actual Yemen, un territorio fértil y con un sistema agrario bien sofisticado).

El otro de los elementos que nos falta en esta historia es el de Elio Galo. El flamante prefecto de Alejandría nombrado por Augusto, un hombre que ansiaba ganarse el favor del emperador mediante glorias y victorias militares. Así pues, Augusto le encomienda en el año 26 a.c una expedición militar de conquista sobre territorios de Arabia Felix y Etiopía. Los romanos creían que en dichas tierras las riquezas eran ingentes y el acceso al comercio en el lejano oriente fortalecería a Roma de manera considerable. 

Elio Galo asumió la misión imperial, no obstante, las prisas, la ambición y el desconocimiento son malas compañeras de viaje. La expedición se torció desde el primer momento.

La odisea hacía Leuke Kome.

La expedición hacía Arabia presentaba distintos problemas logísticos ya sea por efectivos militares, navíos, agrupación de tropas y suministros y víveres necesarios para encarar la afronta. Desde Egipto se formó un contingente de soldados auxiliares y nuevos reclutas, no se enviaron a las legiones principales por el hecho de que Egipto era el granero del Imperio y debía estar protegido de amenazas.  

De modo que tenemos por un lado la flota romana que se agolpó en el Mediterráneo y remontó el Nilo para a través del canal de los faraones llegar al Mar Rojo. De otro lado, tenemos a los hombres de Elio Galo quienes atravesarían a pie la Península del Sinaí para llegar a la ciudad portuaria de Leuke Kome.  En cifras totales Estrabón hablo de entorno a 10.000 soldados, 80 barcos y 130 barcos de transporte.

Las dificultades náuticas del Mar Rojo y los vientos se saldaron con la destrucción de gran parte de la flota, los hombres de Elio Galo sufrieron 15 días de penurias hasta llegar a Leuke Kome.  Por lo que el balance de la expedición se saldó con la pérdida de gran parte de los suministros, de la flota y de un gran numero de soldados afectados por enfermedades como el escorbuto.

La traición de Sileo el nabateo.

Con los daños sufridos y las numerosas bajas los romanos decidieron permanecer en Leuke Kome durante varios meses para recuperarse y realizar acopio de víveres. Una vez transcurridos 6 meses, las tropas de Elio Galo decidieron reanudar su marcha y proseguir hacia el sur de la península Arábiga.

Un nuevo reto se avecinaba, esta vez las recias tierras de la conocida como Arabia Deserta. Acompañando a Elio Galo se encontraba el valido del rey de los nabateos, Sileo. La estrategia era sencilla, avanzar las tropas y la flota de forma paralela hacía el sur. No obstante, Sileo se dedicó a guiar a las tropas por los desiertos de manera errónea y deliberada, los condujo por los caminos más difíciles y abruptos evitando los oasis.

Esta traición de Sileo provocó una merma considerable de las tropas romanas, no fue hasta la acogida de los zamudíes, una tribu árabe que pobló el HIyad, cuando los romanos pudieron realizar un primer asentamiento estratégico y volver a recuperar fuerzas.  Las maniobras urdidas por Sileo provocaron ingentes daños, puesto que la expedición romana era de un tercio en comparación con la fuerza original.

 El fracaso, la victoria de Negrana y el asedio de Marib.

Tras las maniobras de Sileo las tropas comandadas por Elio Galo irrumpieron en territorio de los Sabeos (actual Yemen). Las legiones estaban agotadas, asoladas por las enfermedades y sin suministros. Fue entonces cuando llegaron a la ciudad de Negrana, lugar donde una agrupación de tribus árabes que doblaba en número a las legiones de Elio Galo atacó a estos últimos. En un enfrentamiento más cercano a una escaramuza que a una batalla las legiones romanas salieron victoriosas, las tácticas militares avanzadas de los romanos superaron a la forma de combate árabe, algo que propició el avance por la Arabia Felix.

Las tropas de Elio Galo, diezmadas y en condiciones deplorables se plantaron en la ciudad de Marib. Enclave que decidieron asediarlo de seis días, la ciudad pudo resistir, gracias a la   una epidemia entre los sitiadores. Los romanos se limitaron a devastador saqueo de su entorno, rico en tierras fértiles de cultivo.

Pasados los 6 días y viendo que las tropas de Elio Galo levantaron el asedio y se retiraron para evitar un fracaso más estrepitoso. En el retorno hacía Egipto, los romanos descubrieron una ruta alternativa y recorrieron la península Arábiga en tan solo 60 días, algo que a todas luces hizo descubrir la traición de Sileo el nabateo, el cuál fue enviado a Roma para ser decapitado.

Tras conocer el resultado desastroso de la campaña, el emperador Augusto decidió borrar de la historia la expedición militar y esconder todo lo relativo a la aventura arábiga. Elio Galo fue destituido como prefecto de Alejandría y el interés de Roma por el lejano oriente se apagaría.

Esta campaña quedó olvidada en los anales de la historia y solo la conocemos por las narraciones de Estrabón. Pero ¿Qué hubiera pasado si la Península Arábiga hubiera sido romana? o ¿Cómo habría afectado al desarrollo de la historia? Son preguntas que jamás obtendrán respuesta.

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