Lagrimas de un lado y del otro. Las de Djokovic de emoción por haber alcanzado un título tan ansiado, tan deseado, a sabiendas de que era su última oportunidad. Las de Alcaraz, de bronca y tristeza por la ocasión desperdiciada, por la ambición con la que encara cada desafío. Los dos querían fervientemente el oro y lo demostraron en un partidazo de casi 3 horas. Fue para Nole por 7-6 (3) y 7-6 (2).
Djokovic entró al Philippe Chatrier decidido como nunca. El oro olímpico que se le había negado en sus cuatro Juegos anteriores era posiblemente el gran anhelo del epílogo de su carrera. Nole no se quería retirar sin colgarse el metal más preciado y se preparó durante todo el año para el día de hoy. La presión estaba de su lado, pero también esas ganas aún mayores que las de Alcaraz, quien seguramente tendrá revancha en el futuro.
Fue una batalla en la que ambos desplegaron un tenis del más alto nivel. La paridad en el resultado, a excepción de ambos tie-breaks, demuestra lo igualado que fue el trámite del encuentro, a punto tal que ninguno logró quebrar el saque de su rival. La fina diferencia pasó por los errores no forzados (33 de Carlos contra 25 de Nole) y por la determinación y precisión con la que el serbio se impuso en los puntos decisivos.
La quinta es la vencida
El recorrido de Djokovic en los Juegos Olímpicos comenzó en Pekín 2008. Tras caer en semis ante Rafa Nadal, venció a James Blake y se colgó el bronce en lo que era hasta ahora su única medalla.
En Londres 2012 volvería a caer en semis (vs Andy Murray), pero esta vez Juan Martín del Potro le quitó la posibilidad de subirse al podio. El argentino también lo eliminó de Río 2016 en un partido de primera ronda que tranquilamente podría haber sido el de la lucha por el oro. Y en Tokyo 2020, Zverev lo borró en semis para luego caer ante Pablo Carreño en el partido por el tercer lugar.
Con 37 años, París era su quinta y última oportunidad. Nole no la dejó pasar.
