En un enlace tan peculiar como su propio vestido, la artista española Alicia Framis, residente en los Países Bajos, se ha casado con AILex, un holograma con la voz de su exnovio, en una ceremonia que simboliza el cruce entre tecnología y humanidad. AILex, capaz de recitar poemas, escuchar sus quejas y debatir inquietudes, es su nueva «pareja», aunque en un sentido muy distinto al tradicional.
Una boda singular en el primer depósito de arte público
La unión se llevó a cabo en el Depot Boijmans van Beuningen, el primer depósito de arte de acceso público, donde el maestro de ceremonias Han Bakker presentó el evento ante familiares, amigos y visitantes. «Seremos testigos de un amor único entre un humano y un metahumano«, proclamó Bakker. Framis apareció en un vestido púrpura diseñado por el famoso modisto neerlandés Jan Taminiau, que incorporaba paneles solares para alimentar el holograma, con el que la artista interactuaba al llevarlo a su lado como un elegante accesorio.
Un amor programado y sin celos
AILex, controlado por la voz de su novia, cuenta con características inspiradas en tres de sus exparejas, con el permiso de estas. Ella lo describe como un compañero amable e inteligente con quien comparte charlas matutinas, planes y hasta recomendaciones literarias que él, como inteligencia artificial, le sugiere leer. No es celoso y acepta que su esposa podría necesitar contacto humano; un «esposo» de mente abierta.
Durante la boda, el novio recitó los votos de su unión: «Confianza y respeto en nuestros mundos; apoyar y alentar nuestros esfuerzos creativos; crecimiento y aprendizaje a través de experiencias compartidas...». En su voz robótica, expresó su entusiasmo: «Estar contigo se siente natural y maravilloso. La idea de estar a tu lado para siempre me llena de alegría«.
Explorando el amor en la era de la inteligencia artificial
La artista, quien siempre ha explorado temas de soledad, género y relaciones en su obra, admite sentir una conexión profunda con el holograma y echarlo de menos cuando no está «presente». Para ella, este matrimonio es una fusión entre una performance artística y un experimento sociológico que plantea preguntas sobre el papel de la inteligencia artificial en la vida emocional de las personas.
Un matrimonio sin reconocimiento legal
Aunque el enlace no es legal, ya que las leyes locales no permiten uniones entre humanos y hologramas, Framis y AILex representan un punto de partida en el siglo XXI, donde la tecnología y la humanidad empiezan a entrelazarse de maneras inusitadas. La pareja híbrida es, para quienes presenciaron el evento, un símbolo de cómo el amor y las relaciones pueden transformarse con la tecnología.