Fuerzas Armadas congoleñas patrullando Aveba // Abel Kavanagh MONUSCO
Cientos de civiles han sido asesinados en la República Democrática del Congo (RDC) en una serie de ataques atribuidos a los rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), una organización paramilitar afiliada al Estado Islámico. Estos incidentes representan una ola de violencia cada vez en aumento que ha asolado la región oriental del país, exacerbando una crisis humanitaria en una zona ya devastada por décadas de conflicto.
La provincia de Kivu del Norte es un área que ha sido recurrentemente objetivo de las ADF. Estas fuerzas rebeldes, originalmente formadas por musulmanes ugandeses, han operado en la RDC durante más de tres décadas. Desde 2019, las ADF han jurado lealtad al Estado Islámico, que las considera su rama en África Central.
Leon Kakule Siviwe, líder del distrito de Beni-Mbau, expresó su desesperación ante la situación, indicando que la población local está «cansada de enterrar civiles cada día.» La violencia ha llevado a un aumento en las solicitudes de intervención urgente por parte del gobierno congoleño para restaurar la paz y seguridad en la región.
Desde finales de 2021, los ejércitos de la RDC y Uganda han llevado a cabo operaciones conjuntas contra las ADF en las provincias de Kivu del Norte e Ituri. Sin embargo, estas operaciones no han logrado detener los ataques mortales contra los civiles. La agencia humanitaria de la ONU, OCHA, informó que casi 200,000 personas han tenido que huir de sus hogares en los territorios de Rutshuru y Masisi, al norte de Goma.
La lealtad de las ADF al Estado Islámico ha internacionalizado el conflicto, con acusaciones de que las ADF no solo masacran a civiles congoleños, sino que también llevan a cabo ataques en el vecino Uganda. Esta situación ha complicado aún más la respuesta militar y humanitaria, atrayendo la atención de la comunidad internacional hacia la región.
El continuo sufrimiento de la población civil en la RDC ha generado llamados a la comunidad internacional para que intensifique sus esfuerzos en apoyar la paz y la estabilidad en la región. La violencia en Kivu del Norte y sus alrededores es un claro indicativo de la necesidad urgente de una solución que ponga fin a décadas de conflicto y permita que las comunidades afectadas comiencen a reconstruir sus vidas.